Fabius, el diplomático que hizo equilibrio para impulsar el pacto
Su rol como presidente de la cumbre fue clave para sacar adelante las negociaciones
PARIS.- En medio de las encarnizadas negociaciones para el acuerdo climático en París, hubo un punto en el que la unanimidad fue casi absoluta desde el comienzo: el papel del presidente de la cumbre y canciller de Francia, Laurent Fabius.
Su rol en la conferencia le dio nuevos bríos a la diplomacia gala, nostálgica de su glorioso pasado y en horas bajas dentro del nuevo orden mundial. Su discurso al presentar el acuerdo final, emotivo y razonado al mismo tiempo, fue el broche a una labor que tanto los gobiernos como las ONG calificaron de impecable.
Este sprint final no es sino el epítome de años de una frenética actividad diplomática. Para Francia, conseguir el primer acuerdo universal sobre el clima se convirtió en una obsesión; para Fabius, supone su gran legado personal tras una vida de servicio público, en la que conoció prácticamente todos los puestos de responsabilidad que puede ejercer un político.
Fabius nació hace 69 años en París, en el seno de una familia católica con orígenes judíos. De su padre, un acomodado anticuario, heredó la devoción por el arte, que supo mantener y combinar con su pasión por el juego político y la economía.
Miembro de la elite francesa que se cocina en sus selectivos viveros de formación -pasó por la Escuela Nacional de Administración (ENA)-, su vinculación con el Partido Socialista se remonta a 1974, más de 40 años en los que aprendió a manejarse con total soltura.
En el PS fue criado bajo las alas de François Miterrand, quien ya apreció entonces la cintura política de este producto típico de la burguesía parisina: formado y cincelado para mandar, bien en las instituciones públicas, bien en alguna empresa.
Fabius fue primer ministro (de 1984 a 1986), presidió la Asamblea Nacional (1988-1992 y 1997-2000), dirigió el Partido Socialista (1992-1993) y detentó cuatro carteras ministeriales.
Sin embargo, los hados del Elíseo nunca le fueron favorables. Pudieron haberlo sido en 2007, cuando en su camino se cruzó Segolene Royal para derrotarlo en las primarias socialistas.
Ironías del destino: Royal, actual ministra de Medio Ambiente, vio cómo Fabius le robaba el protagonismo de la cumbre del clima (normalmente presididas por los ministros del ramo) mientras ella intentaba con denuedo hacerse presente a través de largos paseos por la sede de la COP21 en el suburbio parisino de Le Bourget.
"Manejó con maestría los tiempos y el modo en que se organizaban las reuniones", condensa un activista de una ONG ecologista, que destaca las "innovaciones" aportadas por Fabius en la metodología de las negociaciones.
Ilustrado
Autor de seis libros, ilustrado y pragmático, Fabius vivió también situaciones peliagudas en su carrera política, que amenazaron con acabar con ella.
En una de ellas, paradójicamente, tuvo que encarar a Greenpeace, que ahora no tiene reparos en elogiar su labor en la cumbre, por el ataque en 1985 de los servicios secretos franceses contra el barco emblema de la organización, el Rainbow Warrior.
Su futuro tras la cumbre del clima es una incógnita, y mucho se especula en Francia con que pueda abandonar el cargo antes de las elecciones presidenciales de 2017. Pero si algo ha demostrado Fabius es que siempre vuelve.
Enrique Rubio