Expuesto: otro sospechoso que deja mal parado al FBI
El atacante de Nueva York ya había sido denunciado por terrorismo
WASHINGTON.– Dicen que en su cama de hospital él “no coopera para nada” con los investigadores. Pero mientras la tarea principal de los agentes apunta a determinar por qué el detenido Ahmad Kahn Rahami intentó lanzar un ataque terrorista a gran escala con la serie de bombas que plantó en Nueva York y Nueva Jersey, crece la incómoda evidencia de que el suyo fue otro caso de un sospechoso que se escapa demasiado fácilmente de la mira del FBI.
El perturbador detalle lo dio The New York Times. Según reveló el diario, el propio padre del joven de origen afgano había denunciado a su hijo ante el FBI como supuesto terrorista en 2014.
La denuncia ocurrió hace dos años, luego de una disputa doméstica en la que Ahmad achuchilló a su hermano. Su padre lo denunció entonces ante la policía de Nueva Jersey, donde vivían, y lo perfiló como “terrorista”. Dijo que vivía enojado, que era violento, que había algo malo en él.
La policía dio crédito al atribulado padre, lo entrevistó y pasó la información al Grupo de Tareas Antiterrorista, un comando conjunto de fuerzas que lidera el FBI. Pero una vez allí, el dato fue desechado.
Los investigadores jamás entrevistaron a Rahami y, tras haber estado en su radar, el FBI desechó la pista del frustrado terrorista que, dos años más tarde, por poco provoca una matanza en pleno Manhattan.
La revelación fue todo un shock. No es la primera vez que las fuerzas antiterroristas pierden la pista de alguien que luego se comprobó que era de temer. Los autores de la masacre de Orlando, en junio pasado, y de la maratón de Boston, en 2013, estuvieron en la mira del FBI. Pero luego su pista se desechó por razones poco claras.
Con un perfil muy parecido al de Rahami, también de origen afgano y con varios viajes de los que volvió más radicalizado, Omar Mir Seddique Mateen, el autor de la masacre en la discoteca Pulse, de Orlando, fue investigado por el FBI, cuyos agentes lo interrogaron por lo menos en dos ocasiones.
Lo mismo podría decirse de Tamerlan Tsarnaev, uno de los dos hermanos que cometieron la matanza de la maratón de Boston, en 2013. Su nombre figuraba en listados de lucha antiterrorista y el FBI lo investigó a pedido de autoridades rusas, que lo tenían fichado como un elemento radicalizado. Pero la pista luego se cayó. O fue dejada de lado.
No son los únicos casos. Ya cuando ocurrió lo de Orlando hubo llamados de atención y controversia por los perfiles de posibles sospechosos a los que no sólo se deja de lado, sino que, en el caso de Omar Mateen, incluso se les permite comprar legalmente las armas de fuego con las que cometen sus atrocidades.
Sobre Rahami no sólo salió a la luz la denuncia de su padre. Ahora también se sabe que el detenido pasó por una segunda revisión migratoria cuando regresó de un viaje a Afganistán y, pese a aquellas prevenciones, no tuvo inconvenientes para volver a ingresar en el país.
Horas más tarde, al FBI no le quedó más remedio que admitirlo. En un comunicado, reconoció que, en esa ocasión, hizo "revisiones de datos, así como consultas con otras agencias", y en ninguno de los casos se comprobó vínculo alguno del sospechoso con actividades terroristas. Hoy, los hechos contradicen ese diagnóstico.
De 28 años, nacionalizado norteamericano y nacido en Afganistán, Rahami permanecía ayer internado en un hospital de Nueva Jersey, donde se repone de la operación a la que fue sometido luego de los impactos de bala que recibió en el momento de su detención.
Por lo que se sabe, su estado es delicado, pero está fuera de peligro. Hasta ahora, dijeron fuentes policiales, "no coopera" con la investigación, que busca determinar por qué hizo lo que hizo, qué lazos reales tiene con grupos terroristas y, sobre todo, si actuó en solitario o si tiene algún tipo de red o conexión local. La posibilidad de un cabo suelto y libre inquieta a las autoridades.
Sí se sabe que Rahami era "consumidor de múltiples ideologías radicales de diferentes grupos terroristas". Según trascendió, los agentes encontraron notas y apuntes sobre los ataques a las Torres Gemelas y referencias al abatido creador de Al-Qaeda, Osama ben Laden, tanto entre sus papeles personales como en los archivos de una computadora personal.
Entre los documentos hay un cuaderno que el acusado llevaba en el momento de su detención. En él hay referencias al norteamericano Anwar al-Awlaki, luego abatido en Yemen, que era uno de los encargados de reclutar agentes para la red terrorista.
También se habla allí de los hermanos Tsarnaev, los responsables del sangriento ataque en Boston. Las bombas caseras que se usaron en esa ocasión -construidas en ollas a presión con metralla adentro- fueron muy parecidas a las que colocó Rahami en Manhattan.
Además, los investigadores buscaban pistas de múltiples viajes que hizo a Paquistán, algunos de ellos con estadías de varios meses.
A medida que todo esto iba sabiéndose, candidatos, dirigentes y legisladores ardían en reclamos y disputas sobre la forma en que debía tratarse al sospechoso.
Por ahora, además de los cargos por intento de homicidio, pesa sobre el detenido una fianza de 5,6 millones de dólares.
El candidato republicano Donald Trump, mientras tanto, llevó agua para su molino. Insistió en que la inmigración, tema central de su campaña, es un motivo de "seguridad nacional". En esa línea, criticó a su adversaria demócrata, Hillary Clinton, como heredera del presidente Barack Obama, por una "política de fronteras abiertas" y "sugerir que vengan más" refugiados a Estados Unidos, mientras EI "está suelto y matando gente".
Indicios de la radicalización
Ahmad K. Rahami
De origen afgano, el joven hizo varios viajes a Paquistán y tenía alusiones de la jihad entre los documentos que se encontraron; su padre le había advertido a las autoridades que era "terrorista"
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