Explosión en el “puente Putin”: otra humillación y problemas logísticos para la ofensiva rusa
El estallido provocado en la estructura entre Crimea y Rusia, por sus múltiples consecuencias, es una bofetada al líder del Kremlin y podría imprimir un giro decisivo al conflicto
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PARÍS.– Un corto video que circula por las redes sociales como un reguero de pólvora muestra una imagen de Vladimir Putin contando hasta tres durante una reciente ceremonia en el Kremlin para oficializar la anexión de cuatro regiones ucranianas. Solo que, en lugar de culminar con aplausos y gritos de euforia, sigue la explosión ocurrida este sábado en el puente que atraviesa el Mar Negro desde Rusia hasta la península de Crimea.
Poco después, la red fue dominada por una ola de likes para festejar otro video que mostraba las célebres imágenes de Marylin Monroe cantando “Happy bithday, Mister President” a John F. Kennedy.
Las bromas fueron particularmente pesadas porque se trató de una forma extremadamente cruel de “festejar” el cumpleaños 70 de Putin, celebrado el viernes. Aunque, por sus múltiples consecuencias, fueron percibidas en todo el mundo como una bofetada al líder ruso.
El humor, en este caso, resultó sin duda más humillante que el propio atentado, que nadie reivindicó por el momento, pero que los especialistas en Moscú aseguran –sin proporcionar pruebas– que fue perpetrado “por un ruso con un camión ruso”. Por la tarde, fuentes de la dirección militar de inteligencia ucraniana, retomadas por el diario The Kyiv Independent, aseguraron que militares rusos estaban siendo arrestados en Moscú. Una forma de sugerir que el atentado podría haber sido organizado o alentado por sectores de las fuerzas armadas rusas opuestos a la guerra o simplemente a Putin.
Sin embargo, una fuente gubernamental de Kiev aseguró al diario online Ukrainska Pravda que el ataque es una operación del SBU, el servicio secreto ucraniano. La misma versión fue proporcionada al The Washington Post.
En todo caso, la mejor prueba de esa irritación fue el nombramiento del general Sergei Surovikin como nuevo comandante de la ofensiva rusa en Ucrania. Esa decisión anuncia –sin decirlo abiertamente– la destitución del general Alexander Dvornikov, bajo cuya dirección las fuerzas de Moscú estaban siendo totalmente desbordadas por la contraofensiva ucraniana de estas últimas semanas.
Fue en ese marco crítico que se produjo el estallido en el llamado “puente Putin”. Las cámaras de vigilancia muestran con nitidez la tremenda explosión de un camión, que provocó tres muertos, el derrumbe de una gran porción de la doble calzada destinada a la circulación de vehículos, levantó decenas de metros de vías del ferrocarril que circula por el nivel inferior, desencadenando el incendio de siete vagones cisternas cargados de combustible, retorció varios pilares de la sólida estructura que sostiene el puente, provocó el derrumbe de al menos dos enormes vigas, demolió la balaustrada de protección, y dejó la península de Crimea convertida en una isla totalmente desconectada de Rusia.
Inaugurado personalmente por el líder del Kremlin en 2018 para oficializar la ocupación de Crimea, anexada por las fuerzas rusas en marzo de 2014, esa obra de 18 km de longitud que costó 3500 millones de dólares es la principal línea de vida, como dicen los militares, utilizada para aprovisionar a las fuerzas que defienden esa península estratégica y abastecer a la población civil.
Importancia esencial
Ese puente sobre el estrecho de Kerch –que vincula los mares Negro y Azov– permite acelerar las exportaciones agrícolas e industriales rusas desde la región rusa de Krasnodar hacia los puertos de agua caliente de Crimea (Feodosia, Kerch, Krym, Sebastopol y Yalta). Pero desde que comenzó la guerra contra Ucrania, en febrero último, el puente más largo de Europa adquirió una importancia militar esencial.
Por esa razón había sido dotado de un sistema de seguridad que todo el mundo consideraba envidiable. Desde mucho antes del conflicto, Moscú reforzó las medidas de protección a lo largo de esa obra de cemento armado. Esas medidas significaron –en la práctica– un virtual bloqueo de los puertos ucranianos del vecino Mar de Azov. El más penalizado fue el de Mariupol por donde transitaba más del 70% del comercio de Kiev, en particular los cereales e hidrocarburos.
La temporalidad del atentado es particularmente significativa porque interrumpe y fragiliza a largo plazo las líneas logísticas rusas, en un momento particularmente delicado del conflicto, cuando las tropas están virtualmente sitiadas en la región de Kherson. La inutilización del puente para el tráfico pesado puede ejercer, además, una fuerte influencia psicológica para ambos beligerantes.
Para Ucrania tendrá sin duda un efecto estimulante en momentos en que se prepara a lanzar una fulminante ofensiva destinada a recuperar esa península y poder ocuparse luego de liberar las regiones orientales de Donetsk y Lugansk en el Donbass. En cambio, seguramente perturbará la moral de las fuerzas rusas.
“Una situación crítica que se agravará con la llegada del invierno, que será particularmente rudo para los soldados rusos. Muchos de ellos recientemente enrolados y sin equipamiento ni preparación para el combate, carecen de ropa adecuada, están mal alimentados y, sobre todo, carecen de armas y municiones”, señala el general Dominique Trinquant.
En las redes sociales accesibles a los rusos, es posible ver videos donde flamantes reclutas, que llegaron por tren a la región de Bolgorod -en territorio ruso-, protestan a cara descubierta en lo que podría considerarse un inicio de motín.
Para enmascarar la gravedad de la situación, las autoridades de Moscú anunciaron horas después la reanudación del tránsito vial y ferroviario por el puente en condiciones extremadamente precarias.
Putin, por su parte, decidió crear una comisión investigadora y poner la seguridad de esa estructura bajo la responsabilidad del FSB (ex KGB), sus servicios de inteligencia. Pero todos esos no alcanzan a disimular que este episodio puede imprimir un giro decisivo a la evolución del conflicto.
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