Expectativa en Brasil por la posible liberación de Lula da Silva
RIO DE JANEIRO.- Toda la atención de Brasilestá hoy puesta en la posible liberación del expresidenteLuiz Inacio Lula da Silva en las próximas horas, que generaría un impacto de consecuencias imprevisibles en el escenario político del país.
Anoche, en un voto muy divido de seis votos a favor y cinco en contra, el Supremo Tribunal Federal (STF) decidió revertir la jurisprudencia imperante hasta ahora que preveía la ejecución de condenas de prisión luego de un fallo de segunda instancia. Con base en el principio de presunción de inocencia que está garantizado en la Constitución, el STF entendió que debe permitirse que los condenados aguarden en libertad hasta que se agoten todas las instancias judiciales en las cortes superiores.
En medio de una gran expectativa, los abogados de Lula y la presidenta del Partido de los Trabajadores (PT), Gleisi Hoffmann, se reunirán esta mañana con el exmandatario en la Superintendencia de la Policía Federal en Curitiba, donde el popular líder izquierdista cumple una pena de reclusión de ocho años y diez meses desde el 7 de abril de 2018.
Cristiano Martins, principal defensor del expresidente, ya adelantó que pedirá la liberación inmediata de Lula.
El reclamo "Lula libre" se impuso como tendencia en las redes sociales, mientras que en las inmediaciones de la Superintendencia comenzaron a aglutinarse muchos simpatizantes petistas, que se sumaron a los militantes de movimientos sociales que han mantenido allí un campamento permanente desde el año pasado. En principio, la idea del PT sería que, una vez liberado, Lula realice un acto político en el campamento para agradecer a sus seguidores.
Sin embargo, la liberación podría demorarse. Dependerá de la una decisión de la jueza federal Carolina Lebbos, de Curitiba, quien podría aguardar hasta que el fallo del STF sea oficialmente publicado o podría decretar la prisión preventiva de Lula si lo considerara peligroso.
En caso de que sea puesto en libertad hoy, Lula habrá pasado 580 días tras las rejas por corrupción y lavado de dinero.
En el marco de la Operación Lava Jato, en julio de 2017, el expresidente fue sentenciado a nueve años y medio de cárcel por el entonces juez Sergio Moro, ahora ministro de Justicia del gobierno de Jair Bolsonaro.
Lula fue hallado culpable de recibir de la constructora OAS un departamento tríplex en el balneario paulista de Guarujá como soborno a cambio de garantizar a la empresa contratos con la petrolera estatal Petrobras durante su gobierno (2003-2010). La defensa apeló el fallo, pero en enero de 2018 el Tribunal Regional Federal de la 4ª región, en Porto Alegre, lo reafirmó y subió la pena a 12 años y un mes de reclusión. Lula fue detenido el 7 de abril, en medio de acusaciones del PT de una persecución política para evitar que pudiera volver al poder en las elecciones del año pasado, para las que era el candidato con más apoyo, muy por encima de Bolsonaro.
La condena de Lula fue nuevamente ratificada en abril de este año por el Superior Tribunal de Justicia, que, sin embargo, le redujo la pena a ocho años y diez meses de prisión. Por su buen comportamiento y por haber cumplido ya un sexto de la pena, el expresidente ya podía beneficiarse con una libertad condicional, el pase a un régimen semiabierto, pero él resaltó que solo quería salir de la cárcel cuando la Justicia lo reconociera como inocente.
La liberación de Lula ahora podría complicar mucho al gobierno de Bolsonaro, que a pesar de sus constantes polémicas, empezaba a ver ahora las primeras señales de mejora económica luego de varias medidas diseñadas por su ministro de Economía, Paulo Guedes.
La gran incógnita es cómo volverá Lula al escenario político. Algunos de sus allegados han apuntado que la mejor estrategia sería imbuirlo en el "espíritu Nelson Mandela", en referencia al líder sudafricano que pasó 27 años de prisión por su lucha contra el apartheid y al salir de la cárcel fue elegido presidente (1994-1999) con el objetivo de pacificar al país.
En cambio, el coordinador nacional del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), João Paulo Rodrigues, señaló que Lula le dijo que va a salir "más a la izquierda de lo que entró a prisión". Una postura más radical de Lula seguramente aumentaría la ya profunda polarización brasileña y podría incluso llegar a beneficiar a Bolsonaro.
En el PT diseñan una activa agenda política para el expresidente, que se convertiría en el líder de la oposición, y esperan usarlo para fortalecer al partido de cara a las elecciones municipales del próximo año. Haría campaña por todo el país, y también realizaría viajes al exterior para explicar su situación y recomponer su imagen.
Una de las paradas obligadas de una eventual gira internacional sería la Argentina, donde el presidente electo Alberto Fernández ha expresado siempre su firme apoyo a Lula e incluso fue a visitarlo a Curitiba en julio último.
Aunque Lula salga de prisión, su condena en segunda instancia le prohíbe ser candidato para un cargo político por ocho años. Para recuperar sus derechos políticos debería tener la condena anulada. Y ese es justamente el próximo frente judicial en el que se concentrará su defensa.
Luego de que el sitio The Intercept reveló comunicaciones impropias entre el entonces juez Moro y los fiscales de la Lava Jato, los abogados de Lula presentaron una apelación ante el STF para pedir la anulación de todo el proceso en su contra por arbitrariedad del magistrado. El recurso debería ser analizado por la Corte antes de fin de año.
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