Exhuman a Neruda para aclarar su muerte
Sospechan que fue envenenado por el régimen de Pinochet
SANTIAGO, Chile.- Sobre el poeta chileno Pablo Neruda se conoce absolutamente todo. Gracias a su figura pública, a los muchos libros sobre sus obras, su agitada vida romántica y sus andanzas por el mundo, y a la autobiografía Confieso que he vivido , que escribió en sus últimos días, ya no quedan detalles que agregar acerca de su vida.
Pero su muerte, en cambio, vaga en la bruma de la controversia, desde el momento de su deceso, al parecer a causa de un cáncer de páncreas, en un hospital de Santiago, en septiembre de 1973.
Cuarenta años después, luego de arduas gestiones mediáticas, políticas y judiciales, mañana se exhumarán sus restos, que yacen en el jardín de su legendaria casa de la localidad costera de Isla Negra, para determinar la causa exacta de su fallecimiento, sobre el que pesan sospechas de haber sido un asesinato político.
Peritos chilenos y extranjeros examinarán los restos del Nobel de Literatura de 1971, para descartar o ratificar la denuncia de su ex chofer y asistente personal, Manuel Araya, quien asegura que Neruda murió a las pocas horas de que se le administró una sospechosa inyección en el pecho, y no producto del cáncer como ha sostenido la versión oficial.
Araya, de 65 años, denuncia desde hace décadas que Neruda fue asesinado por la naciente dictadura de Augusto Pinochet para evitar que viajara a México y desde allí comandara, como era su intención, la oposición. Neruda fue militante del Partido Comunista, lo que le valió sinsabores como el exilio en 1948, y alegrías como la embajada en Francia en 1971, en representación del gobierno de Salvador Allende.
Neruda "era una figura muy peligrosa para Pinochet, por todo el prestigio internacional que tenía", declaró Araya, que ahora reside en la localidad costera de San Antonio, a pocos kilómetros de distancia de Isla Negra.
Araya denunció en ocho ocasiones ante el Partido Comunista lo que a su juicio fue el asesinato del poeta, pero sus gestiones solo encontraron un discreto silencio como respuesta. "Me escucharon sólo el 5 de mayo de 2011, cuando di una entrevista al semanario Proceso, de México, y ahí se armó revuelo internacional", afirmó.
Ahí cobró fuerza la teoría hasta entonces desdeñada de que a Neruda le inyectaron una sustancia letal durante una internación en la clínica Santa María, de Santiago, horas antes de partir al exilio en un avión enviado por el entonces presidente mexicano Luis Echeverría, y 12 días después del golpe de Pinochet.
La justicia chilena avaló finalmente la denuncia de Araya, que además tiene un antecedente de peso: en esa misma clínica murió nueve años después el ex presidente Eduardo Frei (1964-1970), que se proyectaba como férreo opositor a Pinochet, en un probado caso de envenenamiento.
Agencias EFE, AP y AFP
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