Evo y los militares, una relación con altibajos que tuvo un abrupto fin
Durante su mandato les dio beneficios, pero algunos cambios generaron malestar; la negativa a reprimir fue la estocada final
LA PAZ.- Las Fuerzas Armadas bolivianas, que tuvieron un perfil público bajo durante los 13 años de gobierno de Evo Morales cobraron de pronto trascendencia este fin de semana con la "sugerencia" de renuncia al presidente por parte del máximo jefe castrense, Williams Kaliman, y el posterior debate de si eso implicaba un golpe de Estado.
Para sumar a la polémica, las calles de las principales ciudades del país amanecieron ayer militarizadas, con patrullajes castrenses y policiales conjuntos, tras el pedido de la fuerza policial que se vio desbordada por los desmanes y ataques a comisarías por parte de las simpatizantes del Movimiento al Socialismo (MAS). Los militares se habían negado al pedido de Evo de reprimir las protestas el fin de semana, lo que ya fue un punto de no retorno en la relación entre ambas partes.
Varios altos jefes militares consultados por LA NACION coinciden en negar que haya habido un golpe.
Aunque voceros castrenses reconocieron que en varios cuarteles los efectivos ya procedieron a retirar la wiphala multicolor que el gobierno del MAS obligó a izar junto con la bandera boliviana, la situación de los 70.000 efectivos militares (60.000 ejército, 5000 armada y 3000 aviación) es de tranquilidad y "subordinación".
Precisamente la palabra "subordinación", históricamente clave en el ideario militar boliviano, fue uno de los puntos de roce con Evo.
En 2010, el presidente ordenó cambiar el lema "Subordinación y constancia", que regía desde los años 30, e impuso el "Patria o muerte, venceremos", asociado con los revolucionarios cubanos. Además, en 2016 inauguró la Escuela Antiimperialista, cuyos cursos de dos años de adoctrinamiento político son obligatorios para lograr ascensos. Y hasta tuvo gestos sorprendentes, como querer imponer la costumbre de condecorar con hojas de coca a los generales.
"Evo afianzó su autoridad sobre los militares mediante una serie de imposiciones que buscaron en principio quebrar la historia militar boliviana, según el asesoramiento que recibió de Hugo Chávez y Fidel Castro. Luego empezó a ofrecer beneficios para comprar apoyos, como la creación de empresas militares, asignación de mandos militares en empresas estatales y nombramientos como embajadores. Fueron todos actos de corrupción destinados a lograr la fidelidad de los altos mandos y sus subalternos", señaló a LA NACION el coronel retirado Jorge Santistevan, presidente del Centro de Diplomados en Altos Estudios Nacionales (Cdaen).
Gracias a Evo, también, los militares son el único sector que se jubila con el 100% del último sueldo en actividad.
Respecto de las acusaciones de un golpe militar contra Evo, Santistevan destacó que fueron los grupos cívicos quienes comenzaron a reclamar la renuncia. Luego se produjo el amotinamiento y finalmente la "sugerencia" de renuncia. "Algunos creen que por ser militares no tenemos derecho a opinar, que tenemos que ser apolíticos. Pero el ser humano por definición es un ser político", sostuvo.
Especialmente irritado con la consigna "Patria o muerte, venceremos", está el general retirado Gary Prado, de 81 años, que en 1967 capturó vivo en la selva a Ernesto "Che" Guevara en una operación contra la guerrilla cubana que pretendía instalarse en Bolivia. Cabe aclarar que Prado no tuvo relación con la posterior ejecución del Che. Solo lo entregó a las autoridades tras la captura.
"Como militar que luchó contra el intento de ocupación armada cubana en nuestro territorio, estoy muy molesto por esa consigna. Incluso Evo llegó a llamarme dos veces 'asesino del Che', cuando yo no tuve nada que ver con su muerte. Solo lo entregué como prisionero al mando militar", recordó el general Prado a LA NACION.
En relación con los episodios de este fin de semana agregó: "Golpe de Estado significa básicamente el rompimiento del orden constitucional. Pero aquí el presidente renunció por la reacción popular de rechazo al burdo fraude, reconocido incluso por la OEA".
Para el general José Antonio Gil, excomandante de la séptima división del Ejército, la alianza entre Evo y los militares fue fundamental para el sostenimiento de su gobierno. "No existe un país socialista que no esté apoyado por los ejércitos. No hay país socialista sin apoyo de las bayonetas". De todas maneras, el general Gil se mostró comprensivo a la susceptibilidad que despierta ahora el patrullaje militar en las calles y recordó una frase: "Cuando el peligro acecha, a Dios y al soldado lo llaman. Cuando el peligro ha pasado, Dios es olvidado y el soldado, odiado".
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