¿De qué lado estará Francisco? La Biblia llegó para quedarse a la política de América Latina
¿De qué lado estará el papa Francisco? ¿De la presidenta interina que dijo que la Biblia volvió al gobierno en Bolivia o del expresidente que había privilegiado los ritos indígenas por sobre los cristianos?
La pregunta sirve para poner en relieve que, además de si fue golpe o no fue golpe, la crisis boliviana instaló otro fuerte debate: el del peso de las iglesias evangélicas en la política latinoamericana.
Las cifras hablan por sí solas. Hoy un quinto de la población latinoamericana es evangélica, un aumento notable desde la década del 70, cuando este grupo solo representaba un 4%. Pero la Iglesia Católica no solo sufre el "robo" de fieles, sino también la pérdida de influencia política en detrimento de las cada vez más poderosas iglesias evangélicas de la región, que en su mayoría son pentecostales o neopentecostales.
La irrupción del líder cívico Luis Fernando Camacho después de las elecciones en Bolivia con sus frases bíblicas y el posterior ingreso de Jeanine Áñez con la Biblia en la mano al Palacio de Gobierno mostraron por un lado la complejidad el entramado social y religioso boliviano. Sus apariciones encendieron alarmas en el progresismo regional, y muchos se apuraron en decir que son expresiones radicales sin representación electoral (el partido de Áñez sacó el 4% en las elecciones).
Pero un dato que pasó desapercibido fue que el 20 de octubre, el tercer candidato más votado después de Evo Morales y Carlos Mesa fue el pastor presbiteriano de origen coreano Chi Hyun Chung, que obtuvo el 9% de los votos. La influencia religiosa ya estaba ahí para quien quisiera verla.
Contexto regional
El desempeño de Chung no debería sorprender si se lo pone en contexto regional. Desde hace varios años los evangélicos vienen mostrando su influencia política en la región, ya sea a través del apoyo a partidos tradicionales o de candidatos propios, como en el caso del pastor coreano.
Entre los varios factores que sirven para explicar su éxito, están la fuerte contención que dan en barrios pobres en áreas que van desde la salud hasta la educación; que a diferencia de la Iglesia Católica no tienen tantas restricciones para apoyar financieramente a proyectos políticos que defiendan sus valores; y que tienen una fuerte presencia en medios como radio y televisión. Cualquiera que haya hecho zapping en una noche de insomnio habrá visto el "pare de sufrir" de la Iglesia Universal del Reino de Dios.
Otro país donde tuvieron candidato propio fue Costa Rica. El año pasado, Fabricio Alvarado llegó a la segunda vuelta con la promesa de oponerse a un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos para legalizar el matrimonio gay. No fue una sorpresa para América Central. Tres años antes había ganado la presidencia de Guatemala Jimmy Morales, un actor que cursó estudios en un seminario bautista. Hoy enfrenta denuncias de corrupción y abuso sexual, tras haber hecho campaña en contra del matrimonio gay y del aborto.
En efecto, una de las características de las iglesias evangélicas es su afán por promover agendas muy conservadoras en materia social, que tienen fuerte arraigo en clases populares. Un conservadurismo que hoy contrasta con la visión más progresista de la Iglesia que tiene el papa Francisco.
El momento Bolsonaro
El peso evangélico se vio muy claro en la campaña electoral más sorprendente de los últimos años en la región, la de Jair Bolsonaro, que se quedó con el poder en un país donde el 25% de la población profesa esa religión.
"Bolsonaro no hubiera ganado sin el apoyo evangélico. Los llamados megapastores, como Silas Malafia, lo apoyaron explícitamente y también ayudaron a reunir la oposición al PT", explica Brian Winter, editor de Americas Quarterly.
"Bolsonaro entendió desde el principio la importancia de este movimiento y muy temprano en su campaña apeló a ellos al bautizarse en el río Jordán. Su esposa Michelle también es una figura muy importante y querida en la comunidad evangélica", agrega.
Francisco de Santibañes, miembro del comité ejecutivo del CARI, explica que en Brasil se ve claramente cómo la irrupción evangélica puede afectar el debate político. En el caso de Brasil, "movió a la sociedad a la derecha en términos de valores".
El nuevo partido que fundó ayer Bolsonaro, Alianza por Brasil, tiene un fuerte componente religioso que ya queda claro en su acta de fundación: "El vínculo entre la nación y Cristo es intrínseco, fundamental e inseparable".
Un estilo internacional
El estilo de Bolsonaro –un líder populista que promueve valores conservadores apoyado en la religión– no es una innovación latinoamericana. En Rusia, Vladimir Putin le dio nueva energía a la Iglesia Ortodoxa después de las décadas de ateísmo soviético y promueve una agenda ultraconservadora en cuestiones sociales.
Lo mismo corre para Recep Tayyip Erdogan, que en sus años en el poder revirtió la tradición laica que Atatürk había impuesto en Turquía para avanzar con una creciente islamización moderada de la sociedad. Otro ejemplo puede ser el de Matteo Salvini en Italia.
Los casos de México y Colombia
Brasil no es la única potencia regional en la que los evangélicos hicieron sentir su peso. En México, Andrés Manuel López Obrador incluyó al Partido Encuentro Social, una formación con un fuerte mensaje religioso, en la alianza que lo llevó al poder.
En Colombia, Álvaro Uribe fue el que entendió la importancia de tener el apoyo evangélico. "En el plebiscito que rechazó el acuerdo de paz con las FARC, el movimiento evangélico jugó un rol central, porque opinaban que el texto del acuerdo incorporaba políticas de género", explica De Santibañes. "Hoy hacer política en Colombia sin los evangélicos es difícil", agrega. Iván Duque tuvo el apoyo de los partidos evangélicos, que en las últimas semanas le están marcando la cancha para que no firme una resolución sobre el aborto.
EE.UU. marcó el camino
Todo esto que parece relativamente nuevo en América Latina ya lo vivió Estados Unidos antes. En los 80, el Partido Republicano se movió a la derecha en buena medida gracias a la participación de los evangélicos en política, un fenómeno que se sigue viendo al día de hoy con la presidencia de Donad Trump.
¿La excepción del Cono Sur?
La gran excepción son los países del Cono Sur –la Argentina, Chile y Uruguay– donde por diferencias culturales la influencia evangélica es limitada. Al menos hasta ahora. Un estudio sobre creencias religiosas presentado esta semana muestra que los evangélicos en nuestro país pasaron del 11,3% en 2008 al 18,9% este año.
Este crecimiento se vio reflejado durante el acalorado debate por la despenalización del aborto, en el que las iglesias evangélicas tuvieron un fuerte poder de movilización. En las últimas elecciones, no fueron pocos los candidatos, entre ellos el presidente saliente, Mauricio Macri, que se acercaron a pastores evangélicos para sumar algún voto más.
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