Europa insiste con las clases presenciales y siguen siendo pocos los brotes de contagio en las escuelas
WASHINGTON.- La primera señal de alarma en la remota escuela de Sibret, una remota aldea de Bélgica, fue cuando una de las maestras se empezó a sentir mal, días después del inicio del año lectivo en Europa, a principios de este mes. Dio positivo de coronavirus . En cuestión de días, 27 alumnos y otros cinco docentes también resultaron tener la enfermedad.
Ahora, ese caserío de 800 habitantes en el rincón rural del sudeste belga se ha convertido en uno de los más recientes "puntos de datos" de un complicado y angustiante experimento de muchas sociedades en todo el mundo: ¿hasta qué punto la escolarización presencial contribuye a la propagación de la pandemia?
La respuesta, dicen los expertos europeos tras varias semanas de regreso a las aulas, es que es raro que los niños contagien la enfermedad dentro de las paredes de una escuela, pero que ocurre. No todos los países pueden señalar una escuela específica que haya sido foco de propagación del virus. Y en los países que sí detectaron una escuela, como Bélgica, Noruega y Alemania, esos brotes no superaron los dedos de una mano, y afectando a una ínfima fracción de un punto porcentual de los millones de alumnos y docentes del continente europeo.
Así que a pesar de aumento de casos, y aunque ahora las universidades sean fuente de preocupación, Europa sigue comprometida de lleno con las clases presenciales en las escuelas primarias y secundarias.
"Queda claro que los niños se pueden pasar el virus unos a otros. Eso existe", dice Steven van Gucht, jefe de virología del Sciensano, el instituto nacional de investigaciones y salud pública de Bélgica, pero agrega que desde el inicio de las clases, el 1 de septiembre, pocos cadenas de contagio han sido preocupantes. De las 8400 escuelas de Bélgica, 16 tuvieron que cerrar total o parcialmente a causa del virus. Eso es menos del 0,2% de todas las escuelas del país, y Van Gucht agrega que la mayoría de ellas cerraron por escasez de personal cuando los docentes contrajeron la enfermedad en la comunidad, y no porque el coronavirus se haya propagado más allá de la primera persona que se enfermó.
Van Gucht dice que los contagios en las escuelas parecen tan inusuales que los planificadores políticos belgas piensan que las clases presenciales en realidad tal vez sean más seguras que la escolarización virtual, asumiendo que los alumnos tienen a respetar menos el distanciamiento social cuando no están siendo vigilados en un aula.
"A nuestro entender, el ámbito escolar sigue siendo un entorno mayormente controlado", dice el científico. "Pensamos que es mejor tener abiertas las escuelas que mandar a los hijos a casa, para que terminen reuniéndose en la calle, donde no cumplen con el distanciamiento y ellos mismos generan oportunidades de contagiarse unos a otros."
Muchos países de Europa han abandonado el uso obligatorio de barbijo en clase, entendiendo que para los alumnos es difícil concentrarse con la máscara puesta todo el día. Las autoridades de salud pública han dedicado más energía a pensar la forma de que los chicos puedan estudiar en grupos relativamente reducidos, para que sean menos los afectados en caso de tener que aislarse o entrar en cuarentena.
De todos modos, el rastreo de contactos sigue siendo complicado. Cuando surgen varios casos en una misma clase, a veces las autoridades sanitarias no logran determinar si el contagio se dio en el contexto escolar o en otro lugar, como en visitas de juegos a casa de amiguitos o en reuniones sociales.
La cobertura de los medios a veces tampoco ayuda, porque hace foco en el número de alumnos que fueron aislados en vez de en el número de infectados o en el origen de esos contagios.
Desde que las reabrieron escuelas de Finlandia, a mediaros de agosto, más de 2700 alumnos y docentes fueron puestos en cuarentena tras exponerse a casos de coronavirus. Pero menos de 10 parecen haber contraído el virus tras esa exposición inicial, dice Otto Helve, especialista en infectología pediátrica del Instituto de Salud y Bienestar Social de Finlandia.
"Lo importante es que en las escuelas se apliquen medidas de control de los contagios", dice Helve, y agrega que esas medidas limitan la aparición de focos.
Un brote que concitó mucha atención científica en Europa fue el episodio de junio en Noruega, cuando se infectaron un total de 40 personas, incluidos 16 alumnos de la primaria Sagdalen, de la localidad de Lillestrom. A través de un análisis genético de casos, los investigadores determinaron que el coronavirus probablemente fue introducido a esa escuela de las afueras de Oslo por dos portadores diferentes, pero aproximadamente al mismo tiempo.
Uno de los portadores probablemente fue un adulto de la escuela que infecto a otros adultos y niños. La otra fuente fue probablemente un niño, que pueda haber contagiado a otros niños, pero los investigadores dicen que los chicos también tienen mucho contacto entre ellos fuera de la escuela.
"No es fácil asegurar que el contagio venga de los chicos", dice Margarethe Greve-Isdahl, médico del Instituto de Salud Pública de Noruega, y responsable del protocolo de prevención de contagios en escuelas de Noruega. "Si el contagio asintomático fuera común, tendríamos muchos más casos de los que hay actualmente."
Greve-Isdahl señala que Noruega, como sociedad, ha decidido priorizar la educación presencial.
"En Noruega pensamos que es prioritario que los niños y jóvenes tengan una vida lo más normal que sea posible, porque la enfermedad llegó para quedarse", dice. "Para ellos, el peso de la enfermedad es menor, ¿por qué tendrían entonces que cargar con las restricciones más pesadas?"
Ese razonamiento prima también en Suiza. Allí una clase recién entra en cuarentena cuando el primer caso de coronavirus es seguido de un segunda caso confirmado, que sugiera la posibilidad de un contagio. Y hasta ahora, en función de esa regla solo han tenido que cerrar unos pocos cursos en todo el país, señala Jürg Utzinger, director del Instituto de Salud Pública de Suiza.
"Los niños no están identificados con los principales propagadores de la pandemia", dice Utzinger.
La próxima llegada del invierno boreal se cierne como una preocupación, y en Alemania muchos critican al gobierno de inacción.
"Las escuelas son el eslabón débil de nuestros preparativos para la segunda oleada", dice Karl Lauterbach, legislador por el centroizquierdista Partido Socialdemócrata de Alemania y también epidemiólogo. Lauterbach agrega que Alemania no ha ampliado su capacidad de educación virtual a distancia ni ha buscado espacios adicionales para dar clase. Y como los distritos escolares han decidido que colocar filtros de aire en las escuelas es demasiado costoso, se les insiste a los maestros que abran permanentemente las ventanas para ventilar las aulas.
"En este momento, es aire fresco", dice Lauterbach. "Pero dentro de un par de semanas, cuando las temperaturas empiecen a bajar en serio, va a ser inviable dar clase con las ventanas abiertas."
(Traducción de Jaime Arrambide)
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