"Estoy encerrada hace ocho días": cómo conviven con el virus los argentinos en China
El avance del coronavirus que apareció en China no se detiene. Desde que irrumpió el brote ya se registraron 132 muertos y 5974 casos confirmados en todo el país asiático, según el último balance oficial. En Wuhan, la capital de la provincia de Hubei, donde se originó el virus y que ahora se encuentraen cuarentena para controlar la enfermedad, hay al menos 12 argentinos sin poder salir.
Camila Morello tiene 24 años, es de Mar del Plata, pero vive en Hangzhou, una ciudad de nueve millones de habitantes. Estudia y se aloja en la Universidad de Comunicaciones de Zhejiang, pero no puede entrar ahí desde el 21 de enero, cuando estalló un nuevo brote de coronavirus. "Hace ocho días que estoy encerrada en el departamento de un amigo. La cuarentena me sorprendió ahí. No me dejan entrar hasta que no sea un lugar seguro. Mis compañeros quedaron adentro y no los dejan salir", le dice a LA NACION.
Es martes al mediodía, aunque la capital de la provincia china de Zhejiang está vacía. "No se ve casi nadie en la calle. Los únicos que veo por la ventana es porque están trabajando o yendo al supermercado para comprar provisiones. Todos usan barbijo", cuenta la estudiante. Camila trata de mantener la calma, pero algo la inquieta: el período de incubación de 14 días en los que se empiezan a manifestar los síntomas de la infección. "En las próximas dos semanas se va a poner fea la cosa. Si estoy enferma no lo sé, por ahora no tengo nada", reconoce.
Al igual que Morello, Juan Pablo Rigotti también vive en la ciudad de Hangzhou. Acostumbrado a una rutina "casi sin ninguna preocupación", la aparición del virus lo tomó por sorpresa. "Supimos del coronavirus cuando las personas empezaron a dejar sus ciudades para visitar a sus familias por el Año Nuevo chino. Los casos se dieron súbitamente. Y todo se puso más complicado en los últimos días", describe a LA NACION.
Para no perder la tranquilidad, Juan Pablo se mantiene atento a las recomendaciones oficiales. "Quedarse en casa o dentro del campus de la universidad y evitar las reuniones son algunas sugerencias. Usamos barbijos en la calle, nos lavamos las manos, mantenemos la limpieza, cocinamos bien las comidas". Además, trabaja en un portal donde difunde información sobre el coronavirus y se mantiene en contacto a través de un grupo de argentinos en China junto a otros becarios que, según contó, rondan los 50. "Estamos bien, pero esperando a ver cómo se van dando las cosas", explica.
El centro de coronavirus está en Wuhan, donde las restricciones a la entrada y salida de personas mantiene aisladas a cuatro argentinas. Pero la provincia de Zhejiang está segunda en el número de pobladores afectados: hasta el momento tiene reportados 51 casos. "Es por eso que el gobierno extendió el inicio laboral hasta 10 de febrero y no se dictarán clases hasta el 17", señala Rigotti.
Se estima que hay alrededor de 5000 argentinos que residen en el país asiático, según datos de la Cancillería. Entre ellos se encuentra Agustín García Neustadt, de 35 años, que se mudó a Tianjin, al norte de China, en 2013 por una beca que le dio el gobierno chino para estudiar el idioma.
García Neustadt decidió quedarse porque le gustaron las costumbres del país y porque allí conoció a su esposa. Ahora trabaja en la Universidad donde comenzó sus estudios y observa con detenimiento lo que sucede desde su casa. Donde él vive se registraron 24 personas contagiadas, de las cuales cuatro trabajan en servicios ferroviarios.
"Veo en tiempo real el número de infectados, muertos y curados. Tuvimos la desgracia de que haya sido en el Año Nuevo chino, pero uno tiene dos opciones: o ponerse paranoico y no salir, que en cierto punto también sirve, o intentar ser más optimista. Tengo esperanza porque sé que están los recursos, pero me tira para atrás saber si la gente está preparada para esta situación", manifiesta.
Sin embargo, la emergencia sanitaria causa serios problemas para los turistas argentinos. Nicolás Bonder es chaqueño, tiene 35 años y está recorriendo el continente asiático junto a su novia, pero la irrupción del coronavirus cambió repentinamente sus planes. "Teníamos el vuelo reservado para el 26 de enero. Casi cancelamos cuando empezamos a escuchar lo del brote, pero al final decidimos venir", cuenta.
Los problemas para la pareja empezaron ni bien llegaron al Aeropuerto de Shanghai y se conectaron a internet. El hotel que habían reservado en Pekín les envió un email con el que les notificaron que solo iban a poder alojarlos una noche porque después cerraría sus puertas. "Pedimos un techo a otros argentinos a través de Facebook, pero al final conseguimos otro hotel. Nos tuvimos que mudar rápido, de un lado a otro. Terminamos agotados", relata.
Bonder y su novia tenían pasaje de salida para el 20 de febrero, pero lo cambiaron por un vuelo directo que parte mañana hacia Filipinas. "Por suerte lo hicimos. Recién escuchamos en la tele que China cerrará la frontera con Hong Kong. Las cosas acá van empeorando todos los días", reconoce.
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