A Guinea Ecuatorial ese idioma llegó cuando los españoles ocuparon el territorio, pero hubo varios idas y vueltas en el medio; tiene varias particularidades
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Te propongo un juego. Si digo: “Diman, estás pler”, ¿qué crees que te estoy diciendo?
- Le hablo a alguien que se llama Diman y le pregunto si está listo para salir.
- Me estoy dirigiendo a alguien de modo coloquial para decirle que está medio atontado.
- Es una nueva letra de Bad Bunny, no tiene sentido.
- Ninguna de las anteriores.
Si la respuesta fue la segunda opción, estás en lo correcto. Diman es similar a cuate, pana, amigo, tío. Es un modo coloquial de referirse a alguien. Y pler es algo así como “borracho”, “tonto”, “atontado”.
Si no ubicas dónde se habla así, te damos dos pistas: es el único país de África que tiene el español como lengua oficial, y fue uno de los últimos territorios en independizarse de España, concretamente en 1968. Se trata de Guinea Ecuatorial.
Como imaginarás, el español llegó hasta allí cuando los españoles ocuparon el territorio, tal y como ocurrió en América Latina. Solo que la historia de esta colonia, llamada entonces Guinea Española, es algo distinta. Y sus particularidades políticas, geográficas y étnicas le dan al español que allí se habla unas características especiales.
Portugal y el río de la Plata
El territorio de la actual República de Guinea Ecuatorial está compuesto por una parte continental, cuya capital es Bata, y cinco islas: Bioko - que es la sede de Malabo, la capital del país - Annobón, Corisco, Elobey Grande y Elobey Chico. Antes de ser una colonia española, lo fue de Portugal.
En 1471, Fernão do Pó buscaba una ruta hacia India y recaló en el golfo de Guinea. Portugal ocupó las islas de Bioko, Annobón y Corisco y las convirtió en puertos para traficar esclavos. En 1777, tras la firma de varios tratados donde Portugal y España se intercambiaron tierras en América Latina y África, cae en manos de la corona española.
Y, a pesar de estar a miles de kilómetros de distancia, se convierte en parte del Virreinato del Río de la Plata, en el Cono Sur. Desde Montevideo sale entonces un contingente de tropas españolas para tomar posesión de la zona. Una vez allí se encuentran con un panorama nada alentador: los nativos son hostiles, los españoles no aguantan muy bien las enfermedades tropicales típicas de la zona y, para más inri, la metrópoli no les hace mucho caso y no los apoya.
¿Y qué pasa? Lo que debería uno de hacer siempre como máxima en la vida: si no me quieren aquí, me voy. Y con viento fresco los españoles abandonaron las islas. Aunque legalmente seguía perteneciendo a España, los británicos ocuparon la zona en 1827 y la usaron como enclave para el comercio y para controlar el tráfico de esclavos procedente de África.
Así que ya tenemos tres idiomas que entraron en contacto con la región, el portugués, el inglés, y un poquito de español. En 1843 se expulsa a los británicos y los españoles tratan de tomar poco a poco el control. Pero no será hasta 1858, con la reina Isabel II de España, cuando la metrópoli retoma el interés en el Golfo de Guinea y manda al primer gobernador de la zona, Carlos de Chacón y Michelena.
Doce lenguas para millón y medio de habitantes
En 1883, un grupo de misioneros claretianos llega a la isla de Bioko y se instala en Santa Isabel, lo que hoy es Malabo, la capital de Guinea Ecuatorial. “Montan la iglesia y la escuela, juntas, en mitad de los poblados. Tenían clarísimo que la escuela era el medio de hispanizar a los indígenas”, le cuenta a BBC Mundo Susana Castillo, profesora asociada en la Universidad de Nueva York, especialista en lenguas globales, cultura y glotopolítica.
Pero la implantación de la lengua fue lenta y desigual. Por un lado, dice Castillo, los profesores de español o se iban de la zona o morían allí mismo debido a que las condiciones eran muy insalubres. Por otro, si bien en la parte insular los británicos habían hecho el trabajo de desbrozar y urbanizar, la parte continental de la entonces Guinea Española aún era un terreno bastante desconocido para los extranjeros.
Así, no es hasta la década de 1930 cuando se extiende su enseñanza. Y le toca convivir con otras lenguas ya existentes. En 1968 el español fue declarado como idioma oficial de Guinea Ecuatorial. Pero al poco tiempo, cuando llega al poder Francisco Macías Nguema, cierra las iglesias, “y prohíbe su uso y todo lo español, incluido comer pan o sardinas”, le explica a BBC Mundo Epifanio Barril Bestué, profesor de Historia de Guinea Ecuatorial y comunicador. Y no se vuelve a enseñar hasta 1979.
A día de hoy, el español es lengua oficial junto con el francés (decretado en 1989) y el portugués (en 2010), aunque en la realidad estas últimas no le alcanzan ni en expansión ni en influencia. Se mantienen también sus siete lenguas nativas: fang, bubi, benga, ndowe, baseke, balengue y bisio.
Por otro lado, se habla el fa d’ambó o annobonés, que es un criollo portugués. Además, está el pidgin, pichi o pichinglis, otra lengua criolla con base en el inglés. Así, en total, son 12 lenguas las que conviven y se usan en mayor o menor grado para una población de poco más de un millón y medio de habitantes.
Las particularidades
Porque se implantó tarde, por la influencia de las lenguas nativas y por el periodo en el que estuvo prohibido, el español en Guinea Ecuatorial tiene una distribución y pronunciación desigual en el país.
El ecuatoguineano Justo Boleika Boleká, profesor de la Universidad de Salamanca, le indica a BBC Mundo que cuando era pequeño, en las escuelas, principalmente en manos de órdenes religiosas, les prohibían que hablaran sus lenguas vernáculas en clase y los castigaban si lo hacían. La idea era mantener una suerte de pureza en el español. Pero fue inevitable que, a la hora de hablarlo, quedara impregnado con las lenguas vernáculas de cada hablante. Él, junto con Susana Castillo, nos cuentan algunas de las particularidades:
- Influencia en la fonética y el léxico de las lenguas nativas. Se mezclan la palabras de español y pichi en las frases.
- Calcos: buscar una palabra y darle un significado que no tiene que ver con el original.
- Difícil diferencia entre la s y la z. Se tiende más al seseo. Cuando se pronuncian las s y z como en el español de buena parte de la península Ibérica se hace de modo impostado.
- Difícil distinción entre la r simple y la rr o la l y la ll. En ambos casos es por la ausencia de estos fonemas en las lenguas nativas.
- Cambio en los tiempos verbales: había por “hebié”.
Además, hay una brecha entre aquellos que estudiaron español antes de 1968 y después.
Algunas palabras propias del español en Guinea Ecuatorial
El vocabulario de Guinea Ecuatorial es rico. Es una mezcla entre palabras que tienen un significado en el diccionario, pero se cambia por otro, préstamos de otros idiomas, en concreto, anglicismos, galicismos o americanismos y también préstamos de las lenguas autóctonas, así como palabras de uso común en el español.
Te compartimos algunas:
Abacería: colmado, abasto, tiendita. El típico pequeño comercio donde puedes conseguir de todo a la vuelta de la esquina. Lo curioso de esta palabra es que proviene de abacero, que a su vez viene del árabe hispánico ṣaḥb azzád, ‘el de los víveres’.
Aguacate: no solo se refiere a ese delicioso fruto, sino también a las extensiones de pelo postizo de buena calidad. Deriva de cuando las mujeres guineo-ecuatorianas en Madrid iban en busca de un buen postizo y lo compraban en la calle del Aguacate.
Calderilla: en España, son esas monedas que tienes sueltas por la casa, chatarrilla, que no tienen mucho valor, suelto dirían en Colombia y Argentina, sencillo en Chile, menudo en Costa Rica, pisto en Guatemala y morralla en México. En Guinea Ecuatorial es el dinero que te devuelven en la tienda cuando compras, sin importar si es un billete grande o moneditas.
Castizar: cuando vamos al diccionario, vemos que una persona castiza es alguien con casta, de buen origen, pero también castizo es el lenguaje “puro, sin mezcla de voces ni giros extraños”. En Guinea Ecuatorial derivaron el sustantivo y crearon el verbo “castizar” para referirse a “hablar bien el español”.
Chapear: al igual que ocurre en Cuba, República Dominicana y en algunos lugares de América Central, si le dices a alguien en Guinea Ecuatorial que vas a chapear, le estás diciendo que vas a quitar hierbas y malezas con un machete.
Disparar: si dices “las mujeres comió pescado” o “Este niña es una encanto”, estás disparando. Disparar es equivocarse cuando se habla el español. O, tal y como se diría en Guinea Ecuatorial: Si disparas, no castizas bien.
Guachimán: al que le dices que le eche un ojo al carro cuando lo dejas estacionado en la calle, el sereno, vigilante, rondín… Ese es el guachimán. La palabra es un préstamo de la voz inglesa “watchman” y, además de decirse en Guinea Ecuatorial, se extiende América Latina por varios países, desde Costa Rica hasta Perú.
Guagua: en Chile proviene del quechua wawa y significa bebé. Pero en este caso no se saben bien su origen y significa autobús… Efectivamente, igualitico que en la canción del dominicano Juan Luis Guerra: “Tira la palanca y enderezaaaaa… que la guagua va en reveeersaaaa”. También aparece con este significado en Cuba, Guatemala y las islas Canarias.
Grombif: bif proviene de beef, carne en inglés; grom de ground, suelo, tierra. Así que, literalmente, significa carne de suelo, carne que corretea por el suelo. Vamos… es una rata. Y se come.
Mininga: el diccionario está lleno de palabras que tomaron un cariz peyorativo para referirse a la mujer soltera que está en una relación con un hombre casado. Mininga, palabra que proviene del fang, es una más, pero en el caso de Guinea Ecuatorial le añade un componente racial: es la amante negra de un hombre blanco.
Pelucar o peluquear: esta es bien sencilla y también se dice en muchas partes de América Latina. Si yo digo que el sábado que viene me voy a peluquear… Pues eso, me voy a cortar o arreglar el pelo.
Así hablan los guineoecuatorianos
Por Alicia Hernández
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