“Estamos aquí para morir”: la historia de la cruenta toma de rehenes que mantuvo a París en vilo durante la Navidad
El vuelo 8969, que había cubierto la ruta desde París hasta la capital de Argelia, fue tomado en su llegada por el Grupo Islámico Armado en 1994; las horas de tensión que marcaron a dos países
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Sabían que seguir volando a Argelia era un riesgo. En 1994, el país africano estaba en plena guerra civil y para Air France, la aerolínea de bandera francesa, aterrizar en territorio argelino era lanzarse a una aventura que podía terminar en un drama, como el sucedido en la Nochebuena de ese año. Si bien la compañía le había consultado al gobierno galo si era necesario continuar cubriendo esa ruta, en esa ocasión no obtuvo respuesta, por lo que la decisión fue dar inicio al vuelo 8969.
Como se trataba de un peligro inminente, dado que alguno de los grupos argelinos en guerra podía lanzarle misiles al avión, quienes integraron la tripulación en aquel viaje fueron todos miembros voluntarios. Así, el Airbus 300 estaba cargado y listo el 24 de diciembre en Argel y, antes de despegar hacia París, cuatro terroristas locales secuestraron la aeronave y empezaron entonces las horas más tensas en el Aeropuerto Internacional Houari Boumediene, con una serie de hechos que tuvieron al mundo en vilo.
Quienes tomaron control del avión y comenzaron a plantear diferentes demandas con terribles amenazas de por medio fueron integrantes del Grupo Islámico Armado (GIA), uno de los frentes de guerra que el país africano tenía desde el inicio del conflicto interno, en 1991, y que arremetió desde un primer momento contra el gobierno.
Según se supo después de las 54 horas de secuestro, los terroristas habían tomado tales acciones con el avión proveniente de París por la “ayuda política, militar y económica incondicional de Francia” al poder en Argelia.
En el vuelo 8969 viajaban 220 pasajeros y 12 tripulantes, que respondían a diferentes nacionalidades: argelina, francesa, alemana, estadounidense, irlandesa, noruega, británica, neerlandesa y vietnamita. ¿Pero cómo hicieron los terroristas para ingresar en el avión? Los miembros del grupo fundamentalista se disfrazaron de agentes de pista locales, por lo que entraron al Airbus sin generar demasiada alarma hasta que, mientras revisaban la documentación de los viajeros, un miembro de la tripulación se dio cuenta de que no solo estaban armados sino que uno de ellos llevaba explosivos.
Más específicamente, éstos contaban con rifles Kalashnikov, metralletas Uzi, pistolas, granadas caseras y hasta dos paquetes de dinamita con 10 cartuchos.
Las horas más tensas
Entonces, empezaron a pronunciar oraciones del Islam, al tiempo que a las mujeres les pidieron que se cubran la cabeza, incluso con las propias mantas del avión. Asimismo, repetían la frase “estamos aquí para morir”. Ya no quedaban dudas de que no eran oficiales de la policía.
En un primer momento, los terroristas liberaron a 63 rehenes del avión, en su mayoría mujeres y niños. Pero las buenas intenciones culminaron con esa acción, dado que en el transcurso de las largas horas de secuestro, los hombres terminaron matando a tres personas: un policía argelino, un funcionario vietnamita y un cocinero francés.
Mientras tanto, el gobierno local empezaba las negociaciones con los terroristas, que lo único que querían era volar a París para anunciar allí el establecimiento del Estado Islámico en Argelia. Con ese fin habían tomado control del avión, un símbolo extranjero perfecto para imponer su ideología.
Los primeros dos asesinatos se dieron cuando los miembros del GIA le exigieron al capitán del avión que despegara hacia la capital francesa, pero este le dijo que era imposible por diferentes motivos. Uno de ellos era que la aeronave tenía una de las escaleras de embarque pegadas y otro respondía a que estaba rodeada de patrullas que la custodiaban. Ante la negativa, los terroristas ejecutaron primero al policía argelino -habían advertido de su cargo cuando revisaron los pasaportes- a la vista de todos y después lo hicieron con la siguiente víctima.
A pesar de que el gobierno de Argelia no estaba de acuerdo, la administración francesa consideraba que tenía que tomar cartas en el asunto por la simple razón de que se trataba de un avión de la aerolínea de bandera y porque había pasajeros nacionales allí dentro. La gestión del primer ministro Édouard Balladur, quien estaba de vacaciones por Navidad en la comuna de Chamonix, decidió intervenir. Aunque no pudo dirigirse a suelo argelino, Francia tuvo la autorización de España para aterrizar en la isla de Mallorca, relativamente cerca al continente africano, con oficiales del Groupe d’Intervention de la Gendarmerie Nationale (GIGN).
Territorio francés
El 25 de diciembre los secuestradores volvieron a liberar a algunos pasajeros, también mayormente mujeres, niños y enfermos de gravedad, pero todavía quedaban 170 personas a bordo. El gobierno local consiguió vislumbrar con aparatos de visión nocturna quién era el líder de la banda. Se trataba de Abdul Abdullah Yahia, por lo que las autoridades galas decidieron enviar a su propia madre para que lo convenciera de terminar con el operativo.
Todo este movimiento empeoró las cosas, dado que los terroristas se pusieron más agresivos y exigentes. Comunicaron que si para las 21:30 no despegaban a París, matarían a un pasajero cada media hora. Como no se cumplió su deseo, acabaron con la vida del chef francés.
Fue entonces cuando Francia empezó a responsabilizar a Argelia de lo sucedido, por lo que presionó para que pudieran trabajar en conjunto. La llegada a París no iba a ser posible porque el avión no tenía suficiente combustible y, luego de explicarles esto a los secuestradores, el capitán les sugirió aterrizar en Marsella, cargar nafta ahí, y seguir la ruta hacia la capital.
A las 3:30 am del 26 de diciembre, el Airbus 300 ya estaba en suelo francés. Las horas de negociación sin éxito continuaron, aunque no se sumaron más víctimas a bordo del avión. Fue el error de los miembros del GIN de ubicarse en la cabina del piloto el que le facilitó la tarea al Ministerio del Interior de Francia, que por la tarde inició el operativo de liberación de los rehenes con cierto éxito.
Además, la amenaza de asesinar a un cuarto pasajero impulsó aún más la acción del GIGN para acabar con el pánico que se había vivido en las últimas 50 horas. A las 17:20 del día después de Navidad, los oficiales galos hicieron estallar dos bombas cegadoras para colmar de ambulancias y patrulleros la pista e instalar dos rampas en la parte trasera del avión, desde las cuales empezaron a llover los rehenes sedientos de libertad.
Los cuatro secuestradores argelinos fueron abatidos por las fuerzas francesas, mientras que hubo un saldo de 25 heridos entre pasajeros, tripulación y oficiales de policía. De esta forma acabó la pesadilla que tuvo en vilo al mundo y que podría haber culminado con un ataque a la Torre Eiffel, según confirmó después un exlíder del GIN sobre las intenciones finales del atentado terrorista.
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