Estalla la furia por el antisemitismo en los campus norteamericanos y los conservadores aprovechan el momento
Los republicanos vienen atacando a las elites universitarias desde hace años. La semana pasada, tras una tensa audiencia en el Congreso, se les sumaron muchos legisladores de izquierda
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NUEVA YORK.- Los conservadores intentan convencer desde hace años a los votantes norteamericanos de que el sesgo izquierdista de la educación universitaria no solo está mal, sino que es peligroso. Siempre argumentaron que las universidades y sus estudiantes estaban cada vez más atados a ideologías asfixiantes -la corrección política en una década, la jactanciosa “justicia social” en la siguiente, y más recientemente el movimiento “woke”-, que no deberían ser consideradas meras modas o un celo académico inofensivo.
La corroboración que buscaban pareció finalmente haber llegado en estos últimos meses, cuando los campus universitarios se convulsionaron con protestas contra la campaña militar de Israel en Gaza y una retórica hostil, y a veces violenta, contra los judíos. Y la semana pasada el tema llegó a un punto álgido en el Capitolio, cuando los presidentes de tres universidades de elite intentaron responder una pregunta acerca de si “pedir el genocidio de los judíos” representaría una violación al reglamento escolar, y los republicanos aseguraron que los brotes de antisemitismo en los campus son un síntoma de las ideas radicalizadas de las que vienen alertando desde hace mucho tiempo. El sábado, tras las repercusiones de caso, renunció la presidenta de la Universidad de Pensilvania, Elizabeth Magill.
Para los republicanos, el auge del discurso antisemita y las tímidas respuestas de algunos líderes académicos es la oportunidad que esperaban desde hace tiempo para dar vuelta el discurso político y presentar a los progresistas y otras instituciones como intolerantes y propensas a los discursos de odio. “Lo que describo es un peligro grave, inherente al hecho de consentir la ideología racial de la izquierda radical”, dijo durante la audeicnia la representante Virgnia Foxx, republicana de Carolina del Norte, y agregó, apuntando a los académicos, que “el antisemitismo y el odio institucional es uno de los frutos envenenados de la cultura que cunde en sus instituciones”.
La potencia de su crítica quedó demostrada por la cantidad de demócratas que se sumaron al ataque.
Los tres presidentes de las universidades fueron denunciados por un vocero del presidente Biden. En el mismo sentido se expresaron otros funcionarios demócratas, como el gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, que se sumó a los pedidos de renuncia de Magill. De hecho, algunos destacados líderes de negocios de tendencia progresista admitieron que no logran entender realmente lo que está sucediendo en el ámbito de la educación superior norteamericana.
for a long time i said that antisemitism, particularly on the american left, was not as bad as people claimed.
— Sam Altman (@sama) December 8, 2023
i'd like to just state that i was totally wrong.
i still don't understand it, really. or know what to do about it.
but it is so fucked.
“Durante mucho tiempo insistí en que el antisemitismo, en especial de la izquierda norteamericana, no era tan grave como la gente decía”, posteó en la red social X el director de la empresa de inteligencia artificial OpenAI y un importante aportante del Partido Demócrata, Sam Altman. “Solo quiero dejar en claro que estaba totalmente equivocado.”
Así como las muestras de festejo tras el ataque de octubre de Hamas dividió a los progresistas judíos de algunos de sus aliados de larga data, las protestas anti-Israel de las últimas semanas en los campus profundizaron aún más la grieta dentro del Partido Demócrata. Ahora, destacados políticos y ejecutivos se han vuelto en contra de las instituciones a las que suelen enviar a sus hijos o donde incluso pronuncian discursos de apertura del año de clases.
De hecho, el tema hasta fracturó al movimiento #MeToo, cuando influyentes mujeres progresistas, como la exejecutiva de Facebook Sheryl Sandberg, cuestionaron a los grupos de defensa de derechos civiles y a las instituciones dedicadas a los derechos de las mujeres por tardar tanto en pronunciarse, aun cuando había evidencias de que el 7 de octubre, los atacantes de Hamas hicieron uso de la violación como arma de guerra.
En la campaña presidencial, donde en los últimos meses los competidores republicanos moderaron sus críticas al movimiento “woke” luego de comprobar que el tema tenía poca llegada a un público electoral más amplio, con el debate del último miércoles el asunto volvió al primer plano.
“Si pensás que Israel no tiene derecho a existir, eso es antisemita”, dijo Nikki Haley, exgobernadora de Carolina del Sur, y dejó entrever que de ser electa presidenta buscaría imponer nuevas normas federales contra las declaraciones anti-Israel. “Cambiaremos la definición para que el gobierno de cada estado y cada facultad tenga que atenerse a ella.”
El contraataque republicano llega luego de varios años en que destacados conservadores empezaran a adoptar su propia ideología antisemita basada en la raza: la llamada teoría del reemplazo, que sostiene que las elites occidentales, a veces manipuladas por los judíos, quieren reemplazar y quitarles poder a los norteamericanos blancos alentando la inmigración indiscriminada. Esa teoría inspiró varios tiroteos masivos de los últimos años en Estados Unidos, y algunos reflejos de sus pilares centrales han cobrado centralidad en la propuesta política de los republicanos. La semana pasada, mientras Haley atacaba al antisemitismo desde el estrado republicano, otro candidato, Vivek Ramaswamy, declaró que la teoría del reemplazo era “un postulado básico de la plataforma del Partido Demócrata”.
Sin embargo, para muchos de la derecha, las respuestas cuidadosas y evasivas de los presidentes de tres de las universidades más importantes sw Estados Unidos en la audiencia del martes -Magill, Claudine Gay, de Harvard y Sally Kornbluth, del Instituto Tecnológico de Massachusetts/MIT- contrastaron marcadamente con la histórica indulgencia de esas instituciones con la sensibilidad de la izquierda en cuestiones de raza y de género.
En los últimos años, las tres instituciones castigaron o censuraron discursos o conductas que habían molestado a la izquierda.
Las controversias en torno al antisemitismo podrían dar envión a los intentos de los republicanos por desfinanciar y restringir el acceso a las universidades públicas, sobre todo en los estados donde el Partido Republicano controla la legislatura. Uno de los principales precandidatos republicanos a la presidencia para las elecciones 2024, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, sumó seguidores entre los conservadores con sus incesantes ataques contra los programas de diversidad y la enseñanza de teorías izquierdistas sobre el racismo en las universidades públicas de Florida. Según un relevamiento del diario The Chronicle of Higher Education, en total, este año más de 20 estados aprobaron o analizaron proyectos para restringir prácticas de contratación basadas en la identidad o programas de diversidad, igualdad e inclusión.
Ahora, los republicanos de la Cámara Baja iniciaron una investigación que se desarrollará en los próximos meses y que analizará los procedimientos pedagógicos y disciplinarios en las tres altas casas de estudios que el martes tuvieron que rendir cuentas ante el Congreso.
Tanto Claudine Gay, presidenta de la Universidad de Harvard, como Magill, de Pensilvania, se disculparon por sus respuestas durante la audiencia.
“En ese momento, estaba enfocada en las políticas de siempre de nuestra universidad y en línea con la Constitución estadounidense, que dice que la palabra por sí sola no es punible”, dijo Magill en un video, días antes de su renuncia. “No estaba enfocada –pero debería haberlo estado– en el hecho irrefutable de que un llamado al genocidio del pueblo judío es un llamado a una de las violencias más atroces que pueden perpetrar los seres humanos. Lisa y llanamente, eso es el mal.”
“Pido disculpas”, dijo Gay en una entrevista con el diario estudiantil The Harvard Crimson. “Las palabras importan.”
Por Nicholas Confessore
(Traducción de Jaime Arrambide)
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