Estados Unidos todavía no está listo para una era de conflictos entre superpotencias
A partir de 2018, las fuerzas norteamericanas se enfocaron en China y Rusia, tras décadas de lucha contra movimientos de insurgencia, pero tienen problemas para producir armas y encontrar nuevas formas de librar una guerra
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NUEVA YORK.- El oficial de la Fuerza Aérea norteamericana Clint Hinote regresó de prestar servicio en Bagdad en la primavera de 2018, y se encontró con una nueva misión y una impactante revelación. Un juego de guerra clasificado del Pentágono había simulado una operación militar de China para tomar control del Mar de la China Meridional.
El oficial Hinote, encargado de delinear el futuro del servicio, se enteró de que China había descargado un diluvio de misiles en las bases y puertos con los que contaba Estados Unidos en la región, convirtiendo los aviones de guerra y las municiones norteamericanas en un montón de chatarra humeante en cuestión de días. “Mi respuesta fue: ‘¡Por Dios! Si combatimos así, vamos a perder’,” recuerda Hinote.
El oficial, que ahora tiene rango de teniente general, pegó en las paredes de su diminuta oficina del Pentágono una lista de los problemas a resolver si las Fuerzas Armadas norteamericanas querían tener alguna esperanza de frustrar un eventual ataque chino. “No tenía idea de cómo resolverlos”, admite el oficial. “Me impactó la velocidad del avance chino, y hasta qué punto nuestras históricas doctrinas bélicas estaban quedando obsoletas”.
Hace cinco años, después de décadas de luchar contra movimientos insurgentes en Medio Oriente y Asia Central, Estados Unidos comenzó a enfocarse en una nueva era de competencia de superpotencias con China y Rusia. Pero el cambio todavía no se ha completado y sigue habiendo serios obstáculos en el camino.
A pesar de un contar con un presupuesto anual de defensa que ha aumentado a más de 800.000 millones de dólares, el cambio se ha retrasado por los problemas de las guerras en Irak y Afganistán, la compra de armas costosas que no dieron resultado, los debates internos del gobierno de Estados Unidos sobre el presupuesto, y los desacuerdos sobre la verdadera urgencia que representa la amenaza de Pekín, según oficiales y exoficiales y comandantes de defensa norteamericanos. La constante preocupación por Medio Oriente, especialmente Irán, y la invasión rusa de Ucrania siguen absorbiendo la mayor parte de la atención y los recursos.
Menos fabricantes
Además, como toda la industria armamentística de Estados Unidos se ha consolidado en forma de corporaciones, el Pentágono cuenta con menos fabricantes de armas. Los astilleros luchan por producir los submarinos que la Marina dice que necesita para contrarrestar la flota naval china, que es más grande que la norteamericana, y los diseñadores de armas trabajan contrarreloj para ponerse al día con China y Rusia en el desarrollo de misiles hipersónicos ultrarrápidos.
El año pasado, el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales realizó una simulación de guerra de un ataque anfibio chino sobre Taiwán, y el bando estadounidense se quedó sin misiles de crucero antibuques de largo alcance en menos de una semana.
Al Pentágono también le está costando cumplir con las metas de reclutamiento, por el desánimo de los norteamericanos por los largos conflictos en Irak y Afganistán, dejando sin efectivos a unas fuerzas armadas enteramente compuesta por soldados voluntarios. Los planes para posicionar más fuerzas dentro del rango de ataque de China todavía están en etapa de elaboración. Y después de dos décadas de realizar operaciones paramilitares contra insurgentes y terroristas alrededor del mundo, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) está dejando de lado esas tareas para concentrarse más en su misión principal, el espionaje.
El éxito de las fuerzas armadas norteamericanas en Medio Oriente y Afganistán fue resultado, en parte, de su superioridad aérea, de un enemigo peor equipado, y de la capacidad de controlar el inicio de la guerra. Pero un conflicto con China sería algo muy diferente, porque Estados Unidos tendría que luchar con sus bases y puertos asiáticos bajo ataque, y brindar apoyo a sus fuerzas para proteger vías de suministros muy largas y potencialmente vulnerables.
Si un conflicto con China le diera a Rusia la confianza para avanzar sobre Europa del Este, Estados Unidos y sus aliados tendrían que librar una guerra en dos frentes. Tanto China como Rusia son superpotencias nucleares. La acción podría extenderse al Ártico, donde Estados Unidos va a la zaga de Rusia en cuanto a rompehielos y puertos, y donde Moscú parece estar dispuesto a recibir la ayuda de Pekín.
Grandes distancias
El Ejército de Estados Unidos sigue teniendo más capacidad que sus principales adversarios. Los chinos tienen sus propios problemas para desarrollar una capacidad de asalto anfibio a gran escala, mientras que las debilidades del Ejército ruso han quedado más que expuestas en Ucrania. Pero para defender Taiwán, las fuerzas estadounidenses, que también tienen la tarea de disuadir los conflictos en Europa y Medio Oriente, tendrían que operar a distancias enormes y dentro del alcance de la potencia de fuego de China.
La amenaza va en aumento. En los últimos años Pekín ha logrado volcar a su favor la seguridad en las áreas que rodean a China. En el Mar de la China Meridional ha construido islas artificiales y las ha fortificado con instalaciones militares para afirmar el control sobre esa vía fluvial estratégica y obstaculizar la libertad de movimiento de la Marina de Estados Unidos en el lugar.
Tras décadas de un sostenido aumento de su presupuesto militar, incluido el incremento del 7% de este año, China ha mejorado la letalidad de su fuerza aérea, sus misiles y submarinos, y con un mejor entrenamiento de sus tropas ha creado una fuerza moderna, alejada de lo que alguna vez fue un ejército de reclutas rurales. Según el Pentágono, China también está desarrollando armas y otras capacidades bélicas para destruir los satélites de sus adversarios, y su piratería cibernética representa una amenaza para la infraestructura.
La CIA dice que el presidente Xi Jinping ha puesto el 2027 como fecha límite para que el Ejército chino esté listo para invadir Taiwán, aunque no hay certezas de que vaya a hacerlo.
Una China con control del Mar de la China Meridional y Taiwán dominaría las aguas por las cuales circulan billones de dólares anuales en comercio internacional. También controlaría el suministro de semiconductores avanzados, amenazaría la seguridad de los aliados de Estados Unidos, como Japón, y desafiaría presencia norteamericana en una parte del mundo que Estados Unidos ha dominado desde la Segunda Guerra Mundial.
En sus esfuerzos por afrontar este nuevo desafío, el Pentágono ha ampliado el acceso a sus bases en Japón y las Filipinas, al tiempo que ha reducido su presencia militar en Medio Oriente. También han ideado nuevas tácticas de despliegue de las fuerzas estadounidenses para que no sean blanco fácil de los misiles cada vez más potentes de China.
Coordinación
El presupuesto anual de investigación y desarrollo del Pentágono ya alcanza los 140.000 millones de dólares, un máximo histórico. El ejército está buscando desarrollar tecnología de punta que permita que los servicios militares compartan datos de objetivos de forma instantánea, para que las fuerzas aéreas, terrestres, marítimas y espaciales de Estados Unidos, que operan a lo largo de miles de millas, puedan actuar al unísono, algo que actualmente representa un problema.
Pero muchos de los sistemas de armas de vanguardia que el Pentágono cree que inclinarán el campo de batalla a su favor no estarán listos hasta la década de 2030, lo que aumenta el riesgo de que China se vea tentada a tomar la iniciativa y actuar antes de que el esfuerzo de Estados Unidos haya dado frutos.
Un conflicto en el Pacífico occidental también sería un envión para al Ejército de Rusia, muy vapuleado en Ucrania, envalentonándola para intentar cumplir los objetivos del presidente Vladimir Putin de resucitar el poderío ruso en la que, según él, fue su esfera de influencia tradicional en Europa Central y Oriental.
“Es un problema enorme del que hay que salir”, dice Eric Wesley, teniente general retirado norteamericano que se desempeñó como subcomandante general del Comando de Futuros del Ejército, encargado de supervisar la transformación de ese servicio. “Estamos en un período de vulnerabilidad en el que seguimos desarrollando capacidad de disuasión, pero el tiempo se está acabando”.
Chris Meagher, un alto vocero del Pentágono, dice que la implementación de la estrategia de defensa de Estados Unidos para contrarrestar a China está siendo supervisada personalmente por el secretario de Defensa, Lloyd Austin, y que la próxima solicitud de gastos del departamento reflejará esos esfuerzos.
“El desafío que plantea la República Popular China es real, pero el actual abordaje del Departamento de Defensa es histórico, por su carácter urgente y por la determinación con que se está encarando”, dice el vocero castrense. “La solicitud de presupuesto del año pasado se hizo en base a esa estrategia, al igual que el presupuesto que presentaremos en breve, que irá aún más lejos, al igualar los recursos con nuestra estrategia”, agregó Meagher. “Y seguiremos trabajando para desarrollar nuevos conceptos operativos, implementando capacidades bélicas de vanguardia y realizando inversiones inmediatas y de largo plazo para enfrentar los desafíos que se vienen”.
Michael R. Gordon
(Traducción de Jaime Arrambide)
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