Estado Islámico, el relevo de Al-Qaeda
La milicia del EI crece a ritmo vertiginoso con el astuto uso de los medios
ERBIL, Irak.- A pesar de los escalofríos que provoca, el espeluznante video de la decapitación del periodista norteamericano James Foley puso de relieve la astucia mediática de los terroristas de Estado Islámico. La milicia avanza en la conquista de territorios en Medio Oriente con la ayuda de las redes sociales, que multiplican la fama de su crueldad entre las poblaciones que se dispone a tomar y que allanan el reclutamiento de nuevos combatientes, incluso en Occidente.
Estado Islámico (EI) es la nueva designación que se ha atribuido desde junio pasado el grupo antes conocido como Estado Islámico en Irak y el Levante (en referencia a Siria), y antes como Estado Islámico en Irak. Aunque éste surgió de la rama iraquí de Al-Qaeda, terminó rompiendo lazos con la organización madre a raíz de su expansión a Siria, en contra de las consignas de sus dirigentes.
A diferencia de Al-Qaeda, EI no ha atacado objetivos occidentales fuera de esta región, pero su brutalidad atrae a fanáticos de todo el mundo.
El nombre elegido hace referencia a un gobierno ideal basado en la ley islámica y que se asocia con los primeros tiempos del islam. Su líder, Abu Bakr al-Baghdadi, ha declarado un "califato" en los territorios que controla tanto en Siria como en Irak, e incluso exige que todos los musulmanes del mundo le juren lealtad.
Cualquiera que sean sus siglas, lo que no ha variado es su ideología basada en una lectura literal e intransigente del islam sunnita, que considera heréticos al resto de los musulmanes (e infieles al resto). Sus raíces en la lucha contra la ocupación norteamericana de Irak a mediados de la pasada década le granjearon apoyos entre la comunidad árabe sunnita de ese país, que se sintió perdedora del cambio político que supuso la desaparición de Saddam Hussein. Sin embargo, con el tiempo su desafío a las estructuras tribales le terminó creando enemigos (algo que aprovechó Estados Unidos para aplacar la insurgencia antes de retirar sus tropas en 2011).
Luego, su intervención en una Siria levantada contra Bashar al-Asad le permitió aumentar sus bases, despertando las simpatías de muchos jóvenes musulmanes en todo el mundo que no entendían la pasividad de Occidente ante la feroz represión del dictador. Su sagaz utilización de las redes sociales (con cuentas oficiales y una red de voluntarios individuales que difunden sus mensajes) le ha servido para ampliar tanto el eco de sus acciones como sus campañas de propaganda.
"El EI está usando las [redes] sociales y otros medios para reclutar seguidores y atemorizar a sus enemigos hasta la rendición", escribe el columnista Ali Hashem en el sitio de noticias Al-Monitor.
La misma brutalidad que aterroriza a yazidis, cristianos y otras minorías, además de la mayoría de los musulmanes, resulta enfermizamente atractiva para algunos jóvenes sauditas, paquistaníes, chechenos o europeos musulmanes. Según Hashem, "las historias más leídas en las webs de noticias en árabe son en la actualidad las relacionadas con las presuntas atrocidades cometidas por el EI".
Ni siquiera hace falta que sean ciertas. La probada crueldad del grupo las hace creíbles, en especial cuando se trata de cualquier tipo de comportamiento medieval como las decapitaciones o los matrimonios forzosos de muchachas.
El grupo, tan ducho en el manejo de YouTube y Twitter, no se molesta en negarlas. Eso le permite vencer a sus enemigos con el mínimo de enfrentamientos, tal como sucedió durante la toma de Mosul y su posterior avance hasta Tikrit. Y eso es lo que ha hecho hasta ahora, concentrarse en la conquista de territorio, con el pretexto de hacer la jihad. Esa política tiene además otro objetivo: alentar el número de reclutas para reforzar las filas de esos fanáticos. No es sólo teoría. De acuerdo con el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, unos 6000 nuevos combatientes se unieron al EI en Siria durante el último mes. Ese alistamiento sin precedentes elevaría sus filas a 21.000 milicianos.
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