España cerró la campaña marcada por el "miedo" y el auge de la ultraderecha
MADRID.- Rojo fuego el cielo madrileño en el cierre de la tensa campaña por las elecciones de mañana en España y más fuego todavía en los discursos, donde el miedo "a la extrema derecha" y la apelación al "voto útil" se cruzaron para llamar a una "masiva y necesaria" movilización a las urnas.
Es en la movilización y en la captura de indecisos donde, una vez más, se dirimirá el resultado de una elección que se presenta ajustada aunque, en las últimas horas, la izquierda que lidera el socialista Pedro Sánchez, y que aspira a ser ratificado en la presidencia, parece haber cobrado más brío.
La apelación al miedo fue su constante. "Miedo a la extrema derecha", dijo el socialista Sánchez.
"Nadie creía que [Donald] Trump iba a ser presidente de Estados Unidos y, sin embargo, ahí está", dijo el líder que pretende ser ratificado en el poder, al enarbolar el "fantasma real" de que la extrema derecha se haga fuerte en España.
"Hay un riesgo real de que eso ocurra", dijo, al pedir un "cordón sanitario" contra las propuestas que "quieren hacernos retroceder". Esa fue su idea central en el virulento cierre de campaña.
Similar temor, pero de sentido inverso, usó la derecha, para sostener que si Sánchez sigue en la Moncloa, "la decadencia, el retroceso" y hasta "la anarquía" reinarán en España.
Más allá de la fuerte retórica, la noticia ayer fue la oferta concreta de "gobiernos de coalición" que se emitió desde los dos bloques.
Así, desde el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Sánchez admitió que, de ser ratificado en la Moncloa, ofrecerá "ministerios" a sus socios de la izquierda radical de Podemos o, incluso, a "figuras independientes" que quieran sumarse.
Desde la derecha, la figura de recambio de Mariano Rajoy en el conservador Partido Popular (PP), Pablo Casado, abrió por primera vez la puerta a la ultraderecha de Vox para que se sume a una potencial coalición de derecha.
"No tenemos que pisarnos la manguera si podemos sumar", dijo Casado, al insistir en la posibilidad de que esas dos fuerzas, sumadas a los liberales de Ciudadanos, alcancen mayoría propia y desplacen a Sánchez.
La sorpresa fue que, por primera vez, abrió formalmente la puerta a que Vox se integre a un potencial gobierno derechista con cargos de responsabilidad.
El ofrecimiento fue un gesto final para defender una difícil armonía en el bloque de derecha, donde las disputas internas con los liberales de Ciudadanos por dirimir cuál de las dos es la fuerza hegemónica generaron un desgaste fratricida.
Una vez más, en la noche de cierre el fenómeno político que es Vox mostró su enorme poder de convocatoria con un masivo acto en la Plaza Colón, en el centro de la ciudad.
Con Santiago Abascal y su prédica de profeta con el "amor a España" por arriba de todo, el acto tuvo una nota satírica cuando tres activistas del feminismo radical quisieron boicotearlo. "No es patriotismo, es fascismo", gritaron las activistas, al llegar al centro de la masiva concentración. Fueron desalojadas por la policía, entre el clamor de la asistencia que, en el fondo, agradecía lo ocurrido.
"Mil votos más... mil votos más", corearon los simpatizantes de Abascal, que suele cargar contra el fanatismo feminista.
El cierre de campaña ofreció una curiosa imagen, con el PP y Vox midiendo fuerzas con actos masivos separados por pocas cuadras en el corazón de la capital. Todo transcurrió en calma y con clima festivo, entre terrazas abiertas a la noche primaveral y mesas abarrotadas de personas que tomaban una copa.
Para Podemos, la recta final fue a orillas del río Manzanares, en la zona sur de la ciudad. Allí, el líder Pablo Iglesias, que viene de recuperar espacio tras el desgaste de los días iniciales, se encargó de subrayar su desconfianza hacia la posibilidad de que, urgido por la matemática política, Sánchez termine por elegir un pacto con los liberales de Ciudadanos.
"Yo tengo mis dudas... el presidente ha sido deliberadamente ambiguo", dijo Iglesias, con su característica cola de caballo en el pelo al viento. "Lo único que garantiza un gobierno de izquierda es Podemos", insistió.
El asunto tiene su miga. Es que con la fragmentación y las encuestas ajustadas, todos terminan por desconfiar de todos y nadie se cree las promesas de alianza.
Así, pese a que declaran ser socios potenciales, Iglesias desconfía de Sánchez. Sánchez dice que aprendió la lección y no se fía de los independentistas catalanes. Y el conservador Casado no se fía del liberal Albert Rivera. Y Rivera, a su vez, eligió cerrar con la convicción de que sacará "un mejor resultado" del tercer puesto que le dejan las encuestas y que incluso puede superar al PP como fuerza hegemónica de la derecha.
Con todo eso en el aire, España calienta motores para votar mañana.
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