España asume la presidencia de la UE en plena campaña electoral
Sánchez apostaba a que el liderazgo europeo durante seis meses le sirviera de vidriera para lograr la reelección, pero la derrota socialista en mayo cambió los planes
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VIGO.– Cuando faltan unas tres semanas para la celebración de las elecciones generales, España asume hoy la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europa durante seis meses. La principal responsabilidad del cargo es la organización de las cumbres de los gobiernos de la UE, lo que permite ejercer una mayor influencia en el establecimiento de la agenda legislativa de la Unión, así como liderar las negociaciones para llegar a acuerdos. Y es que el proceso legislativo en la UE suele ser largo y tortuoso por la necesidad de lograr amplios consensos entre los 27 países miembros.
La prioridad del gobierno liderado por el socialista Pedro Sánchez es llegar a acuerdos en el ámbito energético para estimular la implantación de las energías renovables en la UE, así como para modificar cómo se calcula el precio de la electricidad. Aunque su costo se ha reducido recientemente, en los meses posteriores a la invasión de Ucrania las facturas de la electricidad se dispararon en la UE desencadenando un proceso inflacionario que dañó a las economías. Por ejemplo, a ello se atribuye la caída en recesión técnica de Alemania, la locomotora industrial de la UE. El sistema actual de fijación de precios es muy favorable a los intereses de las grandes compañías eléctricas.
La gestión de la presidencia en plena campaña no será fácil. Para empezar, se distinguirán tres fases. En la primera, y más breve, el presidente Sánchez liderará la posición española. En la segunda, tras el 23 de julio, lo hará también Sánchez pero como presidente en funciones. Y en la tercera, el nuevo presidente, que podría ser el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, favorito en las encuestas, será quien tome las riendas. Ahora bien, la fecha del inicio de esta tercera fase es incierto, pues todo apunta a que serán necesarios acuerdos para investir al nuevo presidente. Las negociaciones se podrían dilatar durante varios meses, e incluso desembocar en una repetición electoral.
El contexto en el que España asumirá la presidencia europea es muy diferente del esperado por los asesores de Sánchez. Con las elecciones previstas inicialmente para el mes de diciembre, la presidencia debía servir de vidriera para el líder socialista, que quería presumir de sus conexiones internacionales, y de la buena reputación de la que goza en el extranjero. Uno de los momentos estelares será este mes de julio con la celebración de la Celac, la cumbre entre los líderes europeos y los de América Latina.
Sin embargo, la estrepitosa derrota socialista en las elecciones municipales y legislativas del pasado mes de mayo forzó a Sánchez a convocar elecciones anticipadas y tiró a la basura los planes de sus asesores. En los mentideros de Madrid, e incluso entre las propias filas socialistas, se asume la dificultad de una reelección de Sánchez. Según los sondeos, el PP aventaja en unos cuatro o cinco puntos al Partido Socialista y, como mucho, la presidencia europea podría servir para apuntalar una remontada que se tiene que gestar sobre todo en casa.
Ahora bien, dada la condición de Sánchez de auténtico superviviente de la política, capaz de superar las peores adversidades políticas con habilidad y suerte, nadie se atreve a darlo por muerto. De hecho, entre los medios progresistas se empieza ya a hablar de “remontada” después de un repunte socialista en algún sondeo coincidiendo con la buena actuación de Sánchez en su nutrida ronda de entrevistas con los medios. Por ejemplo, el presidente dejó esta semana en evidencia a uno de sus detractores mediáticos, el presentador de televisión Pablo Motos, al defender con una renovada energía y elocuencia sus políticas.
Los debates electorales ofrecerán una oportunidad de oro a Sánchez para recuperar el terreno perdido. El presidente está considerado un buen orador bregado en el combate dialéctico. De hecho, poco después de que Feijóo ascendiera al liderazgo del PP, ambos protagonizaron varios debates en el Senado que el presidente dominó con soltura. Quizás por ello, y porque lidera las encuestas y prefiere una campaña lo más plana posible, Feijóo solo ha accedido a un cara a cara con su adversario, que se celebrará el 10 de julio. Además, ha rechazado cualquier debate a cuatro con la participación también de la plataforma izquierdista Sumar, heredera de Podemos, y de la ultraderecha de Vox. La razón es que estos debates a cuatro visibilizarían los pactos del PP con Vox en los gobiernos regionales, el último de ellos, alcanzado anteayer en Extremadura.
No obstante, la decisión podría no ser firme. Los otros tres partidos sí quieren debatir, y ya han puesto dos fechas: el 14 y el 19 de julio. De momento, Feijóo parece optar por la política de “silla vacía” para sabotear la iniciativa, pero si no lo consigue, quizás se verá obligado a cambiar de opinión, ya que si no, cedería a Vox el privilegio de ser el único portavoz de la derecha. Feijóo se comporta como aquellos equipos de fútbol que, con el marcador a favor, se dedican a especular con el balón y esperar que llegue el minuto 90. La estrategia a veces funciona, pero en otras, permiten al adversario rehacerse y los últimos minutos se hacen muy largos. Habrá que ver cómo influye el “factor Europa” en esta dinámica.
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