Un consejo: compre un pueblo abandonado en España y apúrese porque sube el precio
Los núcleos rurales en ruinas dispersos por el país despiertan el interés de empresas y particulares
MADRID.- La actriz Gwyneth Paltrow, a través de su portal de estilo de vida Goop, recomendó comprar hace un mes una aldea gallega para regalar para Navidad.
El mensaje llegó bien lejos. Ya está reservada por una pareja de holandeses y en la agencia Aldeas Abandonadas se está confeccionando el contrato de compraventa por algo menos de 150.000 euros. La aldea, en Lugo, está formada por una casa de 360 metros, dos pajares, un granero y otros inmuebles emplazados en el Valle del Eo.
Lejos del asfalto, de los tubos de escape y de los rascacielos hay otra vida que evidencian los más de 3000 pueblos y aldeas abandonadas que existen en España, sobre todo en Galicia, Castilla y León, Aragón y Asturias. Muchos no se pueden vender porque carecen de la documentación básica, pero centenares de ellos buscan una segunda oportunidad, un nuevo propietario que encienda, una vez más, las chimeneas y patee por sus calles.
Y lo encuentran, porque la demanda no ha perdido interés. Es más, aunque el 70% de los compradores son extranjeros, especialmente ingleses, belgas y franceses, los españoles cada vez compran más. "Si hace unos años los españoles no eran ni el 1%, ahora ya son el 30%", dice Elvira Fafian, fundadora de la empresa Aldeas Abandonadas.
Milagros Ruiz compró una aldea en Lugo a través de esta compañía. Pena Vella es el nombre del enclave que esta malagueña de 45 años que trabaja en banca y su marido, de 51 años, vieron en un programa de televisión. Habían ido antes a Galicia de vacaciones y su idea era comprar una segunda residencia en la zona. Pero poco después se hicieron una pregunta: ¿y por qué no comprar aquel pueblo de la tele?
Eran 15.000 metros cuadrados y seis casitas. El conjunto se vendía por 60.000 euros.
Cuando todas las viviendas estén rehabilitadas -ya hay una- se transformarán en alojamientos de turismo rural, y Milagros, su marido y sus hijos dejarán el clima malagueño para empezar una nueva vida en Galicia.
Gracias a las ayudas de la Xunta y a subvenciones europeas han conseguido 200.000 euros para la rehabilitación de las casas. Hay que tener en cuenta que la mayoría de estos pueblos están en ruinas y, de media, es necesaria una inversión adicional de entre 500.000 y 600.000 euros.
Además de particulares (el 70% de los demandantes), que quieren emprender en hotelería, agricultura, ganadería, albergues de peregrinos, ecoaldeas o simplemente teletrabajar, también hay empresas y grandes inversores. Especial interés están mostrando árabes y rusos.
Pero muchos más son los particulares extranjeros que buscan un lugar para su jubilación. Hace poco Rosi Costoya, fundadora junto con su marido de Galician Rustic, recibió una llamada desde Canadá. Era de un grupo de amigos de la infancia que buscaban una aldea en la que jubilarse, pero que no querían retirarse en las típicas urbanizaciones del levante español. "Son abogados, médicos... Buscan un pueblo y quieren montar una huerta y una taberna y estar cerca de un servicio médico", dice Costoya.
Su agencia gallega tiene localizadas más de 400 aldeas.
"Seis son vendibles, y entre enero y febrero vamos a vender ya dos de ellas, la más barata por 130.000 euros", añade.
La compra de un pueblo abandonado ha demostrado ser algo más que una moda pasajera. Y, por eso, cada vez más propietarios se animan a organizar la documentación para poder vender el núcleo heredado. "Nos entran unos 20 al mes. Hay muchos clientes que quieren vender, generaciones de 35 a 45 años que ya no tienen apego al pueblo de su familia", dice Fafian.
Además, aprovechan que el mercado se ha encarecido. Los precios suben entre un 5% y un 10% anual, sobre todo los más económicos. "Hace unos años, la aldea más barata era de 12.000 euros, pero ahora la más asequible cuesta 52.000", recuerda la emprendedora.
El precio medio se mueve en la banda de los 200.000 a 450.000 euros, aunque los hay más caros: entre 2,5 y siete millones de euros como el caso de un pueblo de Huelva a reformar.