Escepticismo: el terremoto político deja a los británicos desconcertados con el Brexit
Mientras May lucha por su supervivencia al frente del gobierno, su plan de divorcio duro se desvanece, mientras que la UE busca una nueva dinámica en la negociación
LONDRES.- "¡Mayday! ¡Mayday!", titulan los diarios británicos que, ni aún en plena crisis, pierden el humor. El juego de palabras entre la acorralada primera ministra Theresa May y el incierto rumbo del país expresa lo que muchos sienten: se está poco menos que ante una emergencia. Una situación tan anómala que no son pocos los que consideran que, a esta altura, hablar de cómo encarar el Brexit -la salida del país de la Unión Europea (UE)- es casi una frivolidad.
"No sabemos si tenemos gobierno. Mucho menos podemos saber qué haremos con el Brexit", señaló George Riddon, de la London School of Economics, a LA NACION. "Lo único que está claro es que el Brexit, tal como se lo imaginó hasta ahora, como una ruptura extrema, está muerto", añadió.
La razón es clara. El escenario de fragilidad política que dejaron las elecciones del jueves pasado, con un Parlamento sin mayoría y un gobierno conservador debilitado al extremo, obligan a negociar internamente cada uno de los puntos en los que May pretendía ser dura. Entre ellos, poner límites al movimiento de personas a través de la frontera y rechazar someterse al sistema europeo de justicia. Para su plataforma, poner freno a la inmigración y manejar sus fronteras era vital. Hoy esa pretensión está en el aire.
"May convocó a elecciones convencida que de ellas obtendría un mandato claro para negociar con dureza. Lo cierto es que lo único que consiguió es no tener mandato alguno. ¿Quién negociará con un gobierno del que nadie sabe si se cae pasado mañana", coincidió Joe Twyman, analista político de la encuestadora YouGov.
Gran Bretaña está en un mar de dudas en el que no puede permanecer mucho tiempo. De acuerdo con el calendario fijado entre las partes, las tratativas para el delicado proceso de divorcio deben empezar dentro de una semana, el 19.
"No es algo con lo que se pueda jugar", dijo la canciller alemana, Angela Merkel, desde México. "Nosotros estamos listos. Los 27 miembros de la UE están listos. Esperamos que Gran Bretaña lo esté", desafió.
Aquí, en cambio, nadie está seguro de nada. "No sabemos, siquiera, si el frágil gobierno de May resistirá las próximas 72 horas. Si pasa esa prueba de fuego, puede que empecemos las negociaciones el 19. De lo contrario, habrá que esperar", dijo la analista conservadora Laura Perrins.
En el último año el Partido Conservador metió al país en un berenjenal del que no se sabe cómo saldrá. Algo impensable en esta geografía y difícil de digerir para buena parte de sus ciudadanos, cada vez más conscientes del daño que pueden sufrir por una seguidilla de equivocaciones y errores de cálculo.
El desconcierto es fruto de dos grandes desaciertos políticos. El primero fue el del ex ministro conservador David Cameron, que convocó al referéndum para evaluar la salida del país de la UE convencido de que el resultado sería a favor de permanecer dentro del bloque. Pero el veredicto fue a favor de dejar la alianza. Fue el principio del tembladeral.
El segundo error fue de May, que convocó a elecciones nacionales para obtener legitimidad personal de cara al inminente comienzo de la negociación para acordar el divorcio con Bruselas y perdió.
"Es un pato rengo, sin mandato ni estrategia. ¿Cómo pretender una negociación de tamaña trascendencia en semejantes circunstancias?", dijo a LA NACION un diplomático español familiarizado con el proceso de separación.
Para muchos, el castigo electoral a los conservadores debe leerse en realidad como un repudio al Brexit. "Las elecciones fueron, de algún modo, un segundo referéndum" sobre la salida de Europa, y el resultado podría expresar que no hay satisfacción con eso, expresó Riddon.
Fronteras
El lapidario resultado abre dos abordajes para la inminente cirugía política. La primera es que ya no hay espacio para un divorcio total y absoluto, el "Brexit duro" que pretendía May, es decir una "frontera dura" con los demás países europeos.
Eso trae de la mano la otra gran resistencia de la primera ministra: el acatamiento del Tribunal de Justicia de la UE. Si no hay "frontera dura", es necesario amparar judicialmente los derechos de todos los ciudadanos, nativos o no nativos, y para eso hace falta el sistema europeo de justicia. Se trata de dos temas que May creía vitales y que ya están prácticamente desechados. Además, para aprobar cualquier legislación sobre el Brexit hace falta el apoyo del Parlamento, y hoy eso es un enigma.
"Es imposible que la Cámara de los Comunes que surgió de las elecciones apruebe el llamado «Brexit duro». Eso está muerto", dijo Riddon. "Por mucho que alguien negocie, luego no será votado", sentenció.
May ya no manda. Mucho de lo que pueda conseguir depende de lo que estén dispuestos a votar los diez legisladores del Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte (DUP), con el que selló una frágil alianza para gobernar en minoría.
Sin ellos, May no va a ningún lado y su líder, Arlene Foster, ya anticipó que no votarán un "Brexit duro". Pero la segunda lectura que dejan las elecciones es mucho más desconcertante y refiere a una corriente de rechazo a la idea del divorcio en sí. Como si el año transcurrido desde el plebiscito de junio pasado a las elecciones del jueves hubiese servido para entender realmente qué había en juego.
"Esto es algo que afecta a millones de personas. Ojalá que lo ocurrido en las elecciones sirva para traer un poco de sensatez", dijo George Osborne, ex ministro de Finanzas conservador, enemigo acérrimo de May y uno de los tantos que ahora pisa el freno con la idea de la ruptura.
Muchos, de hecho, empezaban a preguntarse si hay modo de volver marcha atrás con todo. Pocas veces se ha visto tanta torpeza junta.
Cómo el resultado electoral cambiará el diálogo por el Brexit
La pérdida de la mayoría parlamentaria obliga a May a repensar su plan de ruptura dura con la Unión Europea
Mandato
Las conversaciones formales del Brexit deben comenzar el próximo 19, pero Theresa May no tiene mayoría parlamentaria y la política británica ahora está bloqueada, lo que significa que las negociaciones podrían atrasarse. Mientras May sigue como primera ministra hasta que se forme un nuevo gobierno, no hay un mandato claro de su interpretación del Brexit, que incluye límites a la inmigración y abandono del mercado único. El líder laborista, Jeremy Corbyn, dijo, sin embargo, que las conversaciones deben empezar como estaban previstas anteriormente
¿Brexit "duro" o "suave"?
Al tratar de formar un gobierno minoritario con el apoyo del Partido Unionista Democrático (DUP) de Irlanda del Norte, May iniciará las conversaciones del Brexit condicionada. Por un lado, por los planes de su nuevo socio, en contra de una ruptura dura, y por otro, por los del ala euroescéptica de su propio partido. Con menos margen de maniobra, su capacidad para impulsar las reformas del Brexit a través del Parlamento se reduce drásticamente. Otra opción es un Brexit desordenado, que asustaría a los mercados financieros
Retraso
May insistió en que "Brexit significa Brexit", pero no está claro cuánto tiempo permanecerá en el poder o si se llamará a otra elección. Si las conversaciones se retrasan por mucho tiempo -y si continúa la agitación política- el calendario para el Brexit se estirará, mientras que la incertidumbre podría socavar la confianza económica. Antes de su derrota, May dijo que quería negociar el divorcio y la relación comercial futura con la UE antes de que Gran Bretaña se retirara en marzo de 2019, e implementar un proceso gradual
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