Escarnio público, viajeros varados y redadas a gran escala: la dura respuesta de China a solo un puñado de casos de coronavirus
Las autoridades estrecharon las restricciones de movimientos con fuertes cuarentenas y severas penas a los infractores
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PEKÍN.- Con turistas varados en lugares de vacaciones, las principales ciudades en cuarentena y los pasajeros de trenes enteros colocados en aislamiento, China ha comprometido a vastos sectores de la población con la tarea de rastrear y contener el tercer brote de la variante delta que ha sufrido el país durante este año.
Este viernes, la Comisión Nacional de Salud informó de 48 nuevos casos sintomáticos de contagio local, que sumados a los de las últimas semanas llevan a 300 el número de casos del actual brote en 14 provincias de China.
En cualquier país del mundo, esas serían cifras tranquilizadoras, o incluso para celebrar. Pero no en China, que sigue aferrada a la idea de erradicar el virus, mientras que la mayoría de los países han virado hacia una estrategia de contención.
La llegada a China de la supercontagiosa variante delta, a principios de este año, solo sirvió para reconfirmar la confianza del Partido Comunista en su estrategia de “Covid cero” y su orgullo por su capacidad de movilizar a las masas para sofocar los brotes de la enfermedad.
Ahora, las autoridades han vuelto a desatar una especie de cacería humana a nivel nacional para frenar el virus con un rastreo exhaustivo de la cadena de contagios, poniendo en cuarentena a cualquier persona que haya estado expuesta al patógeno, sin importar si estaba vacunada o cuán fugaz haya sido ese contacto.
El jueves, las autoridades detuvieron dos trenes de alta velocidad que viajaban a Pekín debido a que había un solo pasajero en cada uno que se consideró un contacto cercano de un caso confirmado. Los casi 350 pasajeros fueron puestos en cuarentena centralizada.
Los medios de prensa estatales chinos han publicado mapas con puntos rojos brillantes que muestran cada ciudad o pueblo donde hay casos confirmados, y complejos diagramas de flechas para explicar como funciona la cadena de contagios y transmisión de la enfermedad.
En el centro de un mapa, adentro de un cuadrado rojo brillante, se encuentra Ejin Banner, un condado de 36.000 habitantes de la región de Mongolia Interior, en el nordeste de China, donde comenzó una de las cadenas de contagios más largas. Desde que se confirmaron los primeros casos, hay más de 10.000 turistas varados en Ejin, un destino popular del desierto de Gobi, famoso por sus álamos dorados en otoño.
El jueves, las autoridades de Mongolia Interior aseguraron que harán todo lo posible para que las personas no infectadas puedan volver a sus casas en un plazo de tres a cinco días, con un sistema de control “de extremo a extremo” para garantizar que permanezcan bajo observación a su llegada.
Cuarentenas
Aunque en gran medida las autoridades chinas han logrado el apoyo de la opinión pública para su enfoque de erradicación del virus, la estrategia es impopular en lugares donde las sucesivas cuarentenas interrumpieron la vida cotidiana, como Ruili, una ciudad fronteriza en el suroeste de Yunnan que tan solo este año tuvo que soportar cinco confinamientos.
Además de Ejin Banner, también se impusieron cierres en Lanzhou, una ciudad de cuatro millones de habitantes y capital de la provincia de Gansu, y en Heihe, una ciudad fronteriza del noreste, contigua a Siberia, donde las asambleas vecinales se ocupan de impedir el ingreso de forasteros a los complejos residenciales.
En la práctica, las medidas de contención varían mucho según la región, y algunas autoridades locales se enfocan en medidas dramáticas pero ineficaces, como el uso de drones para rociar desinfectante, para luego publicar videos promocionando esas iniciativas.
Algunas de las medidas más estrictas se implementaron en Pekín, que se prepara para albergar la cumbre de los principales líderes del Partido Comunista, y para ser sede de los Juegos Olímpicos de Invierno, en febrero próximo. En zonas de la capital consideradas de riesgo, se ha reducido la circulación de transporte público y se han cerrado las atracciones turísticas.
Las autoridades locales también imponen severos castigos a quienes no cumplan con las medidas de contención, y el miércoles pasado la policía de Pekín informó que hay en marcha 19 investigaciones penales de personas sospechosas de haber violado las leyes relacionadas con la epidemia.
Uno de los casos fue difundido por los medios estatales. Se trata de un camionero que intentó ingresar a Pekín con un testeo negativo falsificado desde la vecina provincia de Hebei, con un cargamento de productos congelados. Tanto el camionero como el gerente de su compañía fueron detenidos.
“Teníamos tanto apuro por entregar la mercadería que no nos dimos cuenta de que era un asunto tan serio”, dijo el jefe del camionero durante una entrevista con un canal de televisión local. “Le terminamos generando un problema a todos. Ojalá que nadie haga lo mismo y que todos respeten las medidas de control pandémico”.
Y por si el mensaje no había quedado lo suficientemente claro, la emisora estatal china CCTV emitió el miércoles una entrevista a un abogado de Pekín que explicó que no cumplir con los protocolos del coronavirus puede encuadrarse en el delito de “poner en grave riesgo la seguridad pública”, que según agregó en China está penado con la muerte.
The Washington Post
Traducción de Jaime Arrambide
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