Escándalos, la sombra de su madre y un país en crisis: Carlos III comienza su reinado con varios frentes abiertos
El flamante monarca es menos popular que Isabel II y enfrenta las internas dentro de su propia familia; asume su nuevo rol en un Reino Unido marcado por las turbulencias y con un nuevo gobierno
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PARIS.– El pasado jueves 8 de septiembre, tras la muerte de la reina Isabel II, su heredero, el príncipe de Gales, se convirtió en el rey Carlos III. Probablemente el soberano mejor preparado de la historia británica para esa función tuvo sin embargo que esperar casi 70 años para subir al trono. Muy diferente de su madre, mucho menos popular, el nuevo monarca tiene ideas precisas sobre numerosas cuestiones que a veces suscitaron la admiración y con frecuencia críticas. Pero, sobre todo, tiene una inmensa tarea por delante para preservar el reino.
A los 73 años, Carlos III entra en la historia como el monarca británico de mayor edad al comienzo de su reino. Está más que listo. Sobre todo porque, durante los últimos años cada vez ocupó más lugar junto a su madre: las inauguraciones, entregas de medallas, comidas de Estado, viajes y garden parties no tienen ningún secreto para él. Antes de acceder al trono visitó cerca de cien países, conoció a todos los grandes de este mundo y estrechó la mano de varios millones de personas.
“Es un buen profesional de la monarquía”, estima Michel Faure, autor de su biografía. “Será un rey más bien bondadoso (…) y muy diferente de su madre”.
Pero quien acaba de acceder al trono es un “hombre viejo”, señala Robert Hazell, profesor de derecho constitucional en el University College de Londres.
“Será muy difícil para él reinar después de su madre. La monarquía probablemente atravesará momentos difíciles”, agrega.
En todo caso, sus nuevos súbditos no dan muestras de extrema algarabía, cantando “¡Viva el rey!” en todos los rincones del reino. Muchos piensan incluso que hasta podría ser aquel que los británicos menos preferían para remplazar a Isabel.
“La opinión pública es indiferente cuando se trata de él. Es como un actor secundario”, indica Diane Pacom, profesora emérita de sociología en la Universidad de Ottawa. “Un personaje sin relieve. La gente retiene de su personalidad sobre todo el naufragio de su matrimonio, los problemas que eso creó y la humillación para la corona”, señala.
Escándalos propios y ajenos
Tal vez no sea tan así. Pero es verdad que, a los 73 años, Carlos III toma las riendas de la monarquía británica con una reputación personal marcada por numerosos escándalos. En el último episodio, su hijo Harry abandonó la familia real, no sin antes reprochar al clan Windsor el racismo de algunos de sus miembros en el trato con su esposa Meghan, estadounidense y mestiza.
Si contar con su hermano Andrés, protagonista de un lamentable escándalo, después de conocerse su amistad con Jeffrey Epstein, condenado por una sórdida historia de pedofilia y crímenes sexuales.
Pero es sobre todo su propio pasado que podría alcanzarlo apenas iniciado su reinado.
“Su vida y sus problemas de los años 1990 volverán”, asegura Joe Little, jede de redacción del Majesty Magazine de Londres.
“Debido a su separación de Lady Di, en 1992, y después la revelación de su relación adúltera con Camilla Shand, en 1996, el nuevo rey despierta poca simpatía en la opinión pública. Veinticinco años después de la muerte de Diana, muchos británicos siguen creyendo que él y Camilla contribuyeron a esa trágica desaparición”, agrega.
El problema es que la monarquía británica no tiene la prestancia de antaño.
“Con los años, se ha convertido en una soap opera (novela). Al comienzo de su reino, Isabel II gozaba de la simpatía del mundo entero. Hoy, Carlos llega al poder con casi 74 años, en momentos en que gran parte del respeto por la monarquía desapareció”, constata Little.
“Con su actitud digna, la reina siempre consiguió superar los escándalos de la familia real. Es muy difícil que su hijo, ahora rey, pueda hacer lo mismo”, analiza Patrick Saul, profesor de Historia en la universidad Paris III.
“Para tener autoridad moral, un monarca debe contar con un cierto grado de afección de su pueblo. En el caso de Carlos, ese afecto no existe. Incluso diría que comienza su reinado con un crédito negativo en ese aspecto”, señala.
Turbulencias en el reino
Para colmo, el nuevo monarca llega a Buckingham en momentos en que su reino atraviesa importantes turbulencias. Inflación galopante, desempleo, y una crisis social que amenaza con estallar en cualquier momento. La lista de problemas es larga, sin olvidar la guerra en Ucrania, que desestabiliza a toda Europa.
Es en ese contexto que el nuevo rey accede a la cabeza del Estado, y que una nueva primera ministra, Liz Truss, toma en sus manos los destinos del Reino Unido. La fortuna de Carlos III dependerá ampliamente de las decisiones tomadas por la nueva dirigente, considerada “demasiado” a la derecha e inspirada por Margareth Thatcher.
“Todo será mucho más difícil para los británicos en estos próximos meses. Porque la nueva jefa de Gobierno no aparece como alguien capaz de conciliar y serenar una sociedad en crisis”, dice Saul.
Para los especialistas, probablemente sin tiempo para jugar rápidamente el rol de pacificador que ejerció su madre durante décadas, es probable que el reino que Carlos III acaba de heredar termine pasablemente disminuido cuando deba ceder la corona a su heredero Guillermo.
“Dentro de cinco o diez años, es posible que países como Australia, Nueva Zelanda, Jamaica e incluso Canadá decidan cambiar la situación institucional actual y alejarse del Reino Unido”, analiza Joe Little. “Si no consigue imponer su autoridad moral rápidamente, esa será sin duda la consecuencia”, agrega.
Igual de lapidaria, Diane Pacom estima que, a pesar de sus intenciones expresas de modernizar la corona, Carlos III estará obligado a imitar a su madre.
“Con la muerte de Isabel II, es una nueva luz que se apaga en el mundo. Su hijo no brillará más que ella”. Y concluye: “¡Es realmente impensable!”
¿Qué rey será el nuevo monarca? Carlos III nunca habló públicamente de ese momento crucial, la muerte de su madre. Es verdad, siempre esbozó su visión de una monarquía más reducida, centrada en algunos miembros activos de la familia real: él y la reina consorte; Guillermo y su mujer, Kate y sus tres hijos, Jorge, Charlotte y Luis. Un día, tal vez, volverán Harry, su hijo menor, y su mujer Meghan, si se reconcilian con el resto de la familia. Se dice que quisiera transformar en museo el castillo de Balmoral, donde falleció su madre, y abrir aun más al público el palacio de Buckingham.
Pero, ¿será capaz de someterse al rígido papel constitucional, esencialmente performativo, simbólico y limitado que le reserva la tradición institucional británica? En un documental de la BBC difundido en 2018 para sus 70 años, el entonces príncipe de Gales aseguró que, una vez en el trono, abandonaría su costumbre de intervenir en forma intempestiva en el debate público: “Tampoco soy un estúpido”, precisó.
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