Escándalo en EE.UU. por el maltrato a haitianos en la frontera por parte de guardias fronterizos a caballo
El Departamento de Seguridad Interior anunció que abrirá una investigación sobre lo sucedido en Texas
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WASHINGTON.- Una imagen vale más que mil palabras. Y, a veces, desata un escándalo. Una fotografía de Paul Ratje, de la agencia de noticias AFP, capturó el momento: un agente fronterizo de Estados Unidos, montado a caballo, tironea de la remera a un migrante haitiano que lleva bolsas con comida en la mano, y que intenta escapar del manotazo cerca del Río Grande, en la frontera entre Estados Unidos y México.
Otra fotografía mostró a otro agente blandiendo sus riendas como si fueran un látigo ante otro grupo de migrantes. “¡Vámonos! ¡Váyanse ahora! ¡Regresen a México!”, gritó uno de los agentes, según recopiló El Paso Times. Otra imagen mostró a dos agentes cargando con sus caballos contra haitianos para forzarlos a volver a México, a través del río.
El órdago que viven miles de haitianos que llegaron a la frontera sur de Estados Unidos en busca de una mejor vida dejó escenas violentas cerca de Del Rio, en Texas, donde un grupo de agentes fronterizos montados a caballo buscó impedir su ingreso al país, y expulsarlos de regreso a México. Los haitianos, que se instalaron debajo de un puente, formaron la última ola de migrantes que llegan a la frontera de Estados Unidos huyendo de la pobreza y la violencia.
Varios funcionarios del gobierno de Joe Biden, desde la vicepresidenta, Kamala Harris, hasta miembros del gabinete, se mostraron horrorizados por las imágenes. Pero, sin ofrecer una solución, la Casa Blanca apenas anunció una investigación, recordó sus problemas para reformar el sistema migratorio y modificar reglas draconianas implementadas por Donald Trump, e insistió en un mensaje que ha brindado a los migrantes desde el primer día de la presidencia de Biden: ahora no es el momento de venir a Estados Unidos.
Harris dijo que las imágenes eran “horribles”, y que estaba “profundamente preocupada”.
“Los seres humanos nunca deben ser tratados de esa manera”, dijo la vicepresidenta, quien tiene bajo su tutela la política migratoria y la relación con los países de Centroamérica. “Realmente tenemos que hacer mucho más para reconocer que, como miembros del Hemisferio Occidental, tenemos que apoyar algunas necesidades muy básicas que la gente de Haití tiene que recuperar y hacer lo que naturalmente quieren hacer, ya sean de Haití o países de Centroamérica, la gente quiere quedarse en su casa, no quiere salir de casa. Se van cuando no pueden satisfacer sus necesidades básicas”, definió.
El secretario de Seguridad Interior, Alejandro Mayorkas, anunció la investigación, y dijo en una entrevista con CNN que estaba “horrorizado” por lo sucedido en Texas. “Voy a dejar que la investigación siga su curso. Pero las imágenes que observé me preocuparon profundamente. Eso desafía todos los valores que buscamos inculcar en nuestra gente”, afirmó.
La organización de derechos humanos Human Rights Watch dijo en un duro comunicado que la violencia contra los migrantes haitianos se debe a “políticas migratorias abusivas y racialmente discriminatorias” del gobierno de Biden, y un “desprecio” por el derecho a solicitar asilo.
Las escenas cerca de Del Río dejaron a la vista uno de los fracasos del gobierno de Biden: ocho meses después de haber llegado a la Casa Blanca, Biden ha mantenido largamente las reglas y la política migratoria de Donald Trump, sin poder implementar el sistema “más humano” que prometió en campaña.
Biden prometió implementar una reforma migratoria que abriera las puertas del país a los extranjeros y honrara el principio de que Estados Unidos es “una nación de inmigrantes”. Pero las demoras de su administración y un puñado de fallos judiciales desfavorables han estirado el andamiaje que montó el gobierno de Trump para deportar y frenar la llegada de migrantes. Los pilares de ese esquema están largamente intactos.
La Justicia sostuvo una regla implementada por Trump que ordena la expulsión directa de extranjeros, sin posibilidad de permitirles pedir asilo, debido a la pandemia del coronavirus. Y, tal como ocurría con Trump, México sigue haciendo el trabajo sucio reteniendo a miles de migrantes dentro de sus fronteras, generando un problema humanitario para el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Biden tampoco ha podido cambiar esa política, que también fue ratificada en los tribunales.
Ante esa realidad, el gobierno de Biden solo ha atinado a enviarle un mensaje a los extranjeros que quieren pedir asilo huyendo de la violencia, la pobreza, la corrupción, la pandemia y los desastres naturales en Centroamérica: no vengan.
“Ahora no es el momento de venir, por una variedad de razones, que incluyen que no tenemos el sistema de inmigración en funcionamiento de la manera que queremos”, reiteró, ayer, la vocera presidencial, Jen Psaki.
Biden sí cumplió esta semana con una de sus promesas de campaña: elevó el cupo de refugiados que Estados Unidos puede aceptar anualmente a 125.000, el doble del vigente. En mayo, Biden elevó el límite de admisión de refugiados para el año fiscal en curso de 15.000, un nivel históricamente bajo establecido por el Trump, a 62.500. En ese momento, Biden también prometió cumplir su promesa de aumentar el límite a 125.000 para el primer año fiscal completo de su presidencia.
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