Erosión democrática, votantes frustrados y avance de los extremos: lo que dejó hasta ahora el súperaño electoral
En total, cerca de la mitad de la población votará en 2024; el balance de las votaciones del primer semestre deja un saldo provisorio de soluciones de sesgo autoritario o radicalizadas
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Alternancia, resultados inesperados y gran expectativa. La abultada agenda electoral 2024 avanza en gran parte de los más de cien países que convocaron a sus ciudadanos a las urnas, en un año en el que cerca de la mitad de la población mundial -unas 4000 millones de personas- elegirán gobernantes. Ya se votó en seis de los ocho países más poblados del mundo (India, Indonesia, México, Pakistán, Bangladesh y Rusia), mientras todavía restan comicios cruciales con posibles consecuencias en la geopolítica global.
Un balance de la primera mitad de este año de maratón electoral muestra tendencias que generan preocupación por una erosión democrática, la consolidación de gobiernos autocráticos y el avance de fuerzas extremas o radicales. Este último suceso se evidenció en Francia, donde el aplastante triunfo del partido de extrema derecha Reunión Nacional (RN) en los comicios europeos llevó a Emmanuel Macron a la drástica decisión de convocar unas elecciones anticipadas que podrían dejarlo este domingo en una situación de profunda debilidad. Otra convocatoria a las urnas inesperada se sumó al extenso calendario, pero por la muerte del presidente iraní Ebrahim Raisi en un accidente en helicóptero.
En paralelo, buena parte del mundo ya piensa en noviembre, cuando los norteamericanos se dirijan a las urnas para definir quién vivirá en la Casa Blanca a partir del año próximo, una incógnita latente mientras los demócratas se replantean si el presidente Joe Biden es la mejor opción para vencer a Donald Trump tras su desastrosa performance en el primer debate. En América Latina, quedan por definirse las elecciones en Venezuela, cuya transparencia es cuestionada por países y observadores internacionales que dudan de la voluntad de Nicolás Maduro de aceptar un posible triunfo opositor; las municipales en Brasil, donde el bolsonarismo amenaza con ganarle terreno al PT de Lula; y las presidenciales en Uruguay, que en un mundo convulsionado parecen un auténtico remanso de la democracia.
Unión Europea
“Nichts gelernt?” (¿No hemos aprendido nada?). La pregunta sonaba como una bofetada en la tapa del Spiegel. En vísperas de las elecciones europeas, el semanario decidió mostrar una amenazante cruz gamada, emergiendo detrás de la bandera alemana. Alemania, donde todos los manuales escolares recuerdan en forma permanente los 12 años de dictadura del Tercer Reich, ha sido alcanzada nuevamente por la “ola parda”, esta vez denominada Alternativa para Alemania (AdF).
El fenómeno se repite en la casi la totalidad de sus vecinos europeos. En el Consejo Europeo, que reúne los jefes de Estado y gobierno de los 27, seis sillas ya están ocupadas por formaciones de extrema derecha o apoyadas por ella: Italia, Hungría, Suecia, Finlandia, Eslovaquia y desde hace poco Holanda, tras la victoria de Geert Wilders, del Partido por la Libertad (PVV), en las últimas elecciones. Entre los seis países signatarios del Tratado de Roma, que puso las bases de la Unión Europea (UE), solo Luxemburgo escapó hasta ahora a ese avance aunque, por primera vez, el gran ducado enviará un eurodiputado nacionalista a Estrasburgo.
Gran Bretaña
La victoria aplastante del Partido Laborista en las elecciones generales de esta semana permitió a muchos analistas declarar la muerte del “populismo” que llevó a Gran Bretaña a votar en favor del Brexit. Pero, ¿es realmente así? El otro gran ganador de estos comicios fue el líder anti-sistema y anti-inmigración Nigel Farage, principal defensor del Brexit, entonces al frente de su partido, el UKIP. Con la misma técnica populista y radical de antes, Farage consiguió esta vez hacer entrar a la Cámara de los Comunes a su nueva formación, Reform UK. Como sucede en todos los casos, la amplia adhesión que recibió su discurso simplista y divisivo, dice mucho sobre la percepción actual de la política sobre todo por parte de los jóvenes.
Rusia
“¿Por cuánto tiempo más la población, temerosa y desesperada, seguirá dejándose someter?”, se preguntaba a comienzos del régimen de Vladimir Putin la periodista Anna Politkovskaia, asesinada el 7 de octubre de 2006. Su muerte hizo de ella la primera víctima emblemática de una infinita lista de opositores liquidados en 25 años.
Parafraseando a León Tolstoi en Guerra y Paz, su reelección sin oposición para un quinto mandato este año se debió a una serie de “coincidencias con múltiples causas”. A un resultado ridículamente elevado gracias a técnicas de manipulación de las urnas y de la propaganda pero, sobre todo, a un régimen autocrático que se mantiene desde hace cinco lustros ante la indiferencia de la población, que acepta la erosión progresiva de sus libertades, obligada por el miedo que inspira la máquina represiva.
México
La principal pregunta antes de la elección presidencial en México era si la democracia mexicana saldría fortalecida o debilitada de los comicios. La principal pregunta después de la elección y luego del triunfo arrollador de la coalición liderada por el presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), es si México está en los albores de una nueva hegemonía política, y qué instituciones quedarán en pie en los próximos años, si es que alguna sobrevive.
López Obrador y su candidata, Claudia Sheinbaum, arrasaron y retuvieron la presidencia. Pero además obtuvieron una supermayoría en el Congreso que le permitirá a AMLO avanzar con una lista amplia y muy controvertida de reformas estructurales, entre ellas, la reforma de la Justicia, que amenaza con hacer desaparecer la independencia de los tribunales, borrando los límites de la división de poderes.
América Central y el Caribe
La primera definición en la región fue la reelección de Nayib Bukele en El Salvador con un abrumador 84% de los votos, en unos comicios cuestionados porque dos mandatos consecutivos estaban prohibidos por la Constitución. Pero las dudas sobre el estado de la democracia en el país centroamericano son más profundas: se suman las denuncias por la violación de derechos humanos por su estrategia de seguridad -que logró una drástica reducción de la violencia en un país que estuvo durante décadas sometido a las pandillas- y la pérdida de contrapesos al poder de Bukele en la Justicia y el Congreso. Ya se habla de una posible reforma constitucional para una reelección indefinida.
En Panamá, José Raúl Mulino ganó tras una campaña en la que tuvo que reemplazar al exmandatario Ricardo Martinelli -condenado por corrupción- y en República Dominicana, Luis Abinader obtuvo la reelección en primera vuelta. Ambos también promovían un mensaje de mano dura, pero en su caso, para frenar las distintas crisis migratorias que golpean a sus países.
India
A pesar de sus rasgos autoritarios, el primer ministro de la India, Narenda Modi, renovó por tercera vez otros cinco años al frente de la mayor democracia del mundo tras triunfar en las urnas a principios de junio con su política nacionalista hindú.
Pero entre los millones de votantes indios hubo quienes no dejaron pasar las acusaciones en su contra de amordazar a la prensa, castigar a la oposición y erosionar los derechos humanos, algo que se hizo evidente con el aumento en el respaldo al opositor Congreso Nacional Indio, que le quitó al gobernante Bharatiya Janata Party (BJP, Partido Popular Indio) el beneficio de gobernar en solitario. Quedará por verse si el líder nacionalista de 73 años, que ahora necesita a sus socios de coalición para gobernar, refuerza su retórica contra sus disidentes -políticos y religiosos- o si este disminuido margen de acción lo reinserta en una senda más democrática.
Irán
En Irán, las elecciones estaban previstas para el año próximo, pero todo cambió el 19 de mayo pasado, cuando el presidente ultraconservador Ebrahim Raisi murió en un accidente de helicóptero, una tragedia que dio lugar a unas elecciones anticipadas y una campaña exprés que terminó este fin de semana con la victoria del candidato reformista Masud Pezeshkian.
Único moderado entre los cuatro candidatos iniciales, el médico, veterano de guerra y diputado se impuso en un balotaje frente al exnegociador nuclear ultraconservador Saeed Jalili. Pezeshkian prometió una política exterior pragmática, a los fines de conseguir una reducción en las sanciones que asfixia la economía del país, y relajar la aplicación de la ley nacional sobre el velo obligatorio, aunque su poder estará limitado por el guía supremo, Ali Khamenei, máxima autoridad en la teocracia chiita.
Sudáfrica
Las demandas del electorado marcaron un punto de inflexión en los históricos comicios de Sudáfrica. Una nueva era comenzó en la democracia sudafricana con el fin de la hegemonía del Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés), el partido de Nelson Mandela que se instaló en el poder desde 1994 tras la abolición del apartheid. Por primera vez en 30 años, el ANC perdió su mayoría parlamentaria, un claro reflejo de la frustración de los votantes ante su incapacidad para controlar la corrupción y la pobreza.
Aún así, el líder del partido, Cyril Ramaphosa, se aseguró un segundo mandato tras formar un gobierno de coalición sin precedentes con la Alianza Democrática (AD) -que en otro tiempo fue su más acérrimo enemigo político-, en lo que anunciaron será un período de “unidad nacional”.
Por Luisa Corradini, Rafael Mathus Ruiz, Lucía Sol Miguel y Julieta Nassau
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