Hoy, ballottage en Turquía: Recep Erdogan elevó el tono nacionalista para quedar más cerca de la reelección
El presidente busca imponerse en la segunda vuelta luego de tejer alianzas y consolidar un discurso patriótico para confirmar su favoritismo frente al opositor Kemal Kiliçdaroglu
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ESTAMBUL.– Los dos candidatos en la segunda vuelta del ballottage de hoy en Turquía, el presidente Recep Tayyip Erdogan y el líder opositor Kemal Kiliçdaroglu, elevaron el tono nacionalista de sus discursos y promesas para atraer al 5% de electores que se decantó por el ultranacionalista Sinan Ogan en primera vuelta.
Erdogan es el claro favorito, ya que hace dos semanas quedó al borde de la victoria con 49,5% de los sufragios, contra 45% de su rival.
La semana previa a los comicios, tras una especie de subasta nacionalista, ambos candidatos lograron sumar el apoyo de algunos políticos “ultras”. Mientras Erdogan reclutó para su coalición al propio Ogan, Kiliçdaroglu hizo lo propio con dos de los partidos de la coalición que patrocinó la candidatura de Ogan. Así, lo más probable es que este grupo de votantes se divida en la segunda vuelta entre los dos aspirantes o simplemente se quede en casa.
Las encuestas publicadas auguran una victoria de Erdogan con márgenes que van de uno a cinco puntos. Ahora bien, después del fiasco de la primera vuelta, en la que los sondeos pronosticaban una victoria opositora, pocos les hacen caso. Un aspecto clave puede ser la participación ciudadana, que en primera vuelta alcanzó un nivel récord al acercarse al 90%.
Para tener alguna opción de triunfo, Kiliçdaroglu debe conseguir reducir la abstención en los feudos opositores donde ésta fue algo más alta de la media. Pero no le será nada fácil. “Los votantes opositores están desmoralizados porque Erdogan ganó la primera vuelta a pesar de la crisis y el terremoto, y puede que algunos no vayan ahora a votar”, sostiene el politólogo Berk Esen.
El otro problema para el aspirante opositor es que, después de haber hecho una campaña en positivo durante la primera vuelta, en los últimos días su mensaje se volvió muy agrio.
Este giro de 180 grados puede alienar a algunos de sus votantes. Por ejemplo, atizando el resentimiento popular hacia los más de tres millones de refugiados sirios, llenó las ciudades con carteles que rezan: “Los sirios se irán”. Erdogan, por su parte, después de haber acogido con los brazos abiertos a los exiliados sirios, también endureció su tono, al asegurar que facilitará el retorno de un millón de ciudadanos de ese país. El rechazo a refugiados y migrantes es uno de los caballos de batalla de los partidos ultranacionalistas.
Este ambiente hostil se refleja ya en los sondeos. El último indica que un 71% de los turcos está de acuerdo en devolver a su tierra a todos los refugiados sirios en un plazo de un año.
“Los sirios están incluso siguiendo más la campaña que los turcos, existe preocupación”, confiesa Obada Shehadeh, un joven estudiante universitario sirio. “Es posible que después de las elecciones nos hagan la vida más difícil, pero no creo que nos expulsen. Si lo intentan, la gente no volverá a Siria, antes se irá en barco a Europa”, comenta.
Nacionalismo kurdo
La otra obsesión de los “ultras” turcos es la cuestión nacional kurda. En este asunto, en cambio, es Erdogan quien supera a su rival en ser más radical. Y no solo porque se haya pasado semanas acusando a Kiliçdaroglu de gozar del apoyo de los “terroristas”, en referencia a la guerrilla kurda del PKK, algo que los analistas señalan que no es cierto. De hecho, el propio mandatario reconoció esta semana que un video emitido en sus actos de campaña en el que líderes del PKK respaldaban a Kiliçdaroglu estuvo manipulado.
Ahora bien, lo que sí es cierto es que Kiliçdaroglu había llegado a un pacto tácito con el principal partido kurdo, el HDP, y entre sus votantes podría padecer alguna fuga. En su acuerdo con el político “ultra” Ümit Ozdag, el candidato opositor se comprometió a “no negociar con terroristas”, una posición en contradicción de la que presentó antes de la primera vuelta, cuando apostó por el diálogo para resolver el problema kurdo. Si bien el HDP expresó su desagrado por este giro de Kiliçdaroglu, le mantuvo su respaldo. Está por verse si también lo hacen sus votantes.
Para el nacionalismo kurdo, Erdogan es ahora el principal enemigo. Aunque el presidente ascendió al poder esgrimiendo un programa islamista, y así es percibido sobre todo fuera del país, su ideología actual es más bien una síntesis entre el islamismo y el nacionalismo.
“Tras el fracaso de las negociaciones de paz con los kurdos en 2015, Erdogan mutó ideológicamente para adoptar unas posiciones nacionalistas robustas”, sostiene Omer Taspinar, profesor de la Universidad Johns Hopkins.
Mientras hace dos décadas Erdogan combatía las élites nacionalistas laicas, herederas ideológicas de Mustafa Ataturk, ahora sus mítines están presididos por pósteres en los que aparece al lado del general considerado “el padre de la patria”.
Así pues, Erdogan lo tiene todo a favor para imponerse en las urnas y conseguir su sueño de presidir la celebración del centenario de la fundación del Estado turco, que tendrá lugar en octubre próximo. Kiliçdaroglu anhela ser presidente; Erdogan, entrar en los libros de historia al lado de los próceres de la patria.
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