Entrevista con Therese Frare: ¿Puede una foto cambiar la actitud global frente a la pandemia?
En diálogo con LA NACION, la fotógrafa que tomó el más icónico retrato del sida en 1990, reflexionó sobre el impacto de las imágenes y el Covid
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Frente a los miles de activistas, grupos anti vacunas, e incluso líderes que se niegan a usar barbijos y cumplir las restricciones, los epidemiólogos consideran que el desconocimiento y los prejuicios son hoy unos de los enemigos más poderosos en la lucha contra el coronavirus. Pero no es esta la primera vez que eso sucede en una pandemia.
En 1981, cuando se declaró la pandemia de VIH -que hasta hoy mató a 37 millones de personas-, el sida era conocido popularmente como la enfermedad de las 4 H (homosexuales, heroinómanos, hemofílicos y haitianos). Debido a que se creía que el virus golpeaba a grupos considerados marginales, el resto de la población ni siquiera tomaba recaudos para cuidarse.
Pero en noviembre de 1990 hubo una imagen publicada por la revista Life que suele ser incluida entre las fotografías más influyentes del siglo XX. La escena captada por la norteamericana Therese Frare muestra a un agonizante David Kirby, de 32 años, acompañado afectuosamente por su familia en sus momentos finales, en una residencia para enfermos de Ohio. “David era un activista gay, y lo que yo traté de reflejar en la foto era que él también pertenecía a una familia, tenía un padre, una madre y una hermana, como cualquiera de nosotros, y que era digno de ser amado con ternura y de que sufrieran junto a él”, recordó Frare en una entrevista con LA NACION desde Seattle, Washington, donde reside actualmente.
No fue esta la primera vez que la Salud Pública salió beneficiada de fotografías que ayudaron a generar conciencia sobre una enfermedad. Basta recordar cómo se fueron modificando los avisos glamorosos de las tabacaleras de hace algunas décadas hasta las actuales fotografías de los paquetes que incluyen dramáticas imágenes sobre los daños que produce el tabaquismo.
A este respecto, la neurobiología habla del efecto de los qualia, ese fenómeno de procesamiento interno que se produce cuando un estímulo de cualquiera de los sentidos -en este caso una imagen visual-, llega al cerebro y transforma un dato exterior en una sensación o percepción. Así es como algo totalmente abstracto, como una enfermedad desconocida, gracias a una fotografía puede convertirse en una experiencia subjetiva, e incluso despertar compasión.
Respecto del sida en los años 80, Frare recordó que, además de los prejuicios sobre quiénes podían enfermarse, había mucha desinformación. “La gente tenía miedo de contagiarse de sida hasta por el aire o la saliva y por eso no querían ni acercarse a los enfermos”, recordó.
En enero de 1990 Frare era una estudiante de fotoperiodismo de la Universidad de Ohio. Y para un trabajo de la facultad se acercó a Pater Noster House, una residencia para pacientes terminales de sida, con el objetivo de captar una imagen más humana de los enfermos.
Primero se inscribió como voluntaria por algunos meses, pero finalmente trabajó allí un par de años. En su pasantía por Pater Noster, entabló relación con David y su familia, y les preguntó si podía fotografiarlos durante el proceso de la enfermedad. David, como activista gay, aceptó el pedido con la idea de combatir el estigma social que había sobre el sida. Pero la única condición que le puso fue que las imágenes no fuesen utilizadas con fines de lucro, un compromiso que Frare cumple hasta hoy. Jamás cobró un centavo por los derechos de las fotos.
“En realidad en aquel momento me sorprendió ese pedido porque nunca pensé que los retratos de una pasante para un trabajo de la Universidad de Ohio podían generar algún beneficio económico”, recordó.
Pero tras la publicación de la foto en la revista Life seis meses más tarde, y su reproducción en los medios de todo el mundo, ganó el premio World Press Photo y se estima que fue vista por más de mil millones de personas. A eso se sumó que dos años después, la empresa italiana de vestimenta United Colors of Benetton pidió permiso a la familia para colorear el retrato y utilizarlo en su campaña publicitaria que no llevaba ninguna inscripción, más que el nombre de la empresa.
La foto despertó también una dura polémica tanto por la crudeza de la imagen como por su velada similitud con imágenes religiosas, una especie de “Piedad” de Miguel Ángel -”Pietà”, fue de hecho el nombre que Benetton le puso a su foto-, en este caso toda una familia doliente con su hijo moribundo.
“Cuando ese día entré a la habitación, me quedé en silencio en una esquina, casi sin moverme, mirando y fotografiando la escena. Después supe que algo realmente increíble se había desarrollado en ese cuarto, justo frente a mí”, recordó Frare.
Además del concepto de que el sida puede afectar a cualquiera, la fotógrafa reflexionó sobre la estética de su retrato. “Obviamente que no se trata de una escena armada”, señaló. “Tengo decenas de fotos de ese sábado 5 de mayo. Pero la que finalmente se publicó, impacta por una composición estética espontánea, de la que tomé conciencia más tarde. Hay, por ejemplo, dos formas triangulares, una de David y su padre, y otra la de su madre y su hermana. Lo que está casi en primer plano son las manos de todos que se ofrecen consuelo, y también en la pared hay un cuadro de manos de un Cristo. Hay un ‘punctum’, algo que impacta, que es la mirada profunda pero perdida de David que mira fuera de la escena. Además, juega un rol importante la iluminación. Creo que aunque no es una gran toma desde el punto de vista técnico, todo le suma autenticidad al retrato”, afirmó.
La pandemia de Covid
En la entrevista con LA NACION, la fotógrafa hizo luego un salto al presente para hablar de la actual pandemia.
“Yo soy una firme defensora del cuidado de la salud pública, y por eso no puedo comprender que, habiendo todos los recursos para protegerse del Covid de manera sencilla, haya gente que no se cuide y que encima haga campañas”, dijo Frare.
En cuanto a las imágenes que se publicaron hasta ahora del Covid, destacó que en general las fotografías han transmitido que esta pandemia se está atravesando “con muy poca humanidad”. “La mayoría de las tomas son de pacientes rodeados de aparatos, con máscaras de oxígeno, que mueren lejos de sus familias, o fotografías de médicos extenuados. Por eso existe un reclamo generalizado de humanizar el trato con el paciente con Covid, y de cuidar a los profesionales”.
Hace algunos años Barb Cordle, directora de la residencia Pater Noster cuando David Kirby estuvo internado allí, reflexionó frente a la famosa fotografía: “Uno no puede mirar esa foto y odiar a una persona con sida. Simplemente no puede. Por eso creo que este retrato ha hecho más para ablandar los corazones de las personas frente el sida que cualquier otra imagen que haya visto”.
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