Enigma en Rusia: ¿por qué tanto secretismo alrededor de la vacunación de Vladimir Putin?
En el anuncio de que el presidente recibió la primera dosis de la vacuna contra el coronavirus el Kremlin evitó revelar cuál de las tres dosis fabricadas localmente recibió y no difundió fotos
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MOSCÚ.- Vladimir Putin no tiene precisamente miedo a las cámaras: ha sido fotografiado montando a caballo, a torso desnudo y pescando con el agua hasta las rodillas. También ha sabido despuntar públicamente su perfil de deportista, desde la práctica del hockey hasta el yudo. Y además está el Putin amante de los animales, que posa junto a tigres, pichichos y hasta un koala.
Pero parece haber una foto que Putin no se quiso sacar: la del momento de ser vacunado. El Kremlin anunció que Putin, de 68 años, recibió el martes la primera dosis de una de las tres vacunas fabricadas localmente en Rusia. Era una oportunidad perfecta para darle un empujón a la escasa confianza de los rusos en la vacunación.
Una encuesta del mes pasado del Centro Levada reveló que el 62% de los rusos encuestados no querían recibir la vacuna Sputnik V, la primera de fabricación rusa que se ofreció a la población. Pero el secretismo que rodeó la vacunación de Putin —como no revelar cuál de las tres vacunas recibió, ni difundir fotos o videos del momento de la inoculación— puede debilitar aún más la rezagada campaña de vacunación masiva del pueblo ruso.
Ante la pregunta de por qué Putin no se había vacunado ante las cámaras, el vocero del Kremlin, Dimitri Peskov, respondió de manera críptica: “Esas cosas no le gustan”, y eso fue todo. Más tarde, Peskov emitió un comunicado señalando que Putin se sentía perfectamente bien y que este miércoles tendría “un día de trabajo a pleno”.
El periodista Andrei Zakharov ironizó en Twitter que Putin en realidad no se había vacunado. “En la jeringa había azúcar”, tuiteó. El político opositor Dimitri Gudkov escribió en Facebook, “Dicen que en el búnker hoy alguien se vacunó”, haciéndose eco de la chicana del opositor actualmente encarcelado Alexei Navalny, quien había asegurado que Putin se pasó la pandemia “escondido en un búnker como un abuelito”. “Todas sus promesas parecen un chiste: se hizo en total secreto, lejos de las cámaras, y no dicen con qué vacuna”, añadió Gudkov.
Otros líderes mundiales se vacunaron antes y mucho más públicamente, arremangándose la camisa y poniendo el brazo en vivo por televisión, como un testimonio ante la población de su confianza en la seguridad de las vacunas. El presidente ucraniano Volodymyr Zelensky tuiteó una foto con el torso desnudo mientras le aplicaban la primera dosis de la vacuna de AstraZeneca. El expresidente Donald Trump recibió una vacuna en enero, antes de cesar en su cargo, sin hacerlo público en ese momento, según reveló uno de sus asesores a principios de este mes.
Desconcierto
La vacunación tras bambalinas de Putin tiene desconcertados a los rusos. A principios de este año, los medios de prensa estatales difundieron un video de Putin en traje de baño azul, sumergiéndose en agua gélida, para cumplir con la tradición cristiana ortodoxa de la fiesta de epifanía. De hecho, hasta las excursiones de Putin están cuidadosamente montadas para el consumo de la opinión pública.
Durante el fin de semana, en las redes sociales circularon fotos y videos de Putin al volante de un vehículo todoterreno, con uniforme camuflado de piel de oveja color caramelo, atravesando el bosque siberiano.
Las fotos de un Putin amante de la naturaleza alimentan esa imagen de macho que viene consolidando como su marca personal desde hace dos décadas. En cuanto a la pandemia, Putin les ha pedido a los rusos que respeten las medidas preventivas y que se vacunen. Pero no ha respaldado sus dichos con demostraciones públicas.
Para empezar, Putin nunca se ha mostrado usando barbijo. Una vez visitó un hospital contra el coronavirus de Moscú vistiendo un completo traje NBQ contra materiales peligrosos, para deleite de los cibernautas rusos amante de los memes. Al Kremlin no le gustan nada los informes de que Putin se mantiene aislado “en un búnker” para evitar cualquier posibilidad de contagio.
Según el sondeo de febrero del Centro Levada, el 56% de los rusos encuestados no tiene miedo de contraer el coronavirus. Y salvo las restricciones a los viajes internacionales, son muy pocas las medidas de precaución que se mantienen, y la obligatoriedad del barbijo es muy laxa en todo el país. Lev Gudkov, director del Centro Levada, dice que la disposición de la gente a vacunarse cayó ocho puntos en los últimos tres meses.
“Dentro de esa creciente reticencia a vacunarse, se filtra la desconfianza generalizada hacia el gobierno, que se intensifica todavía más cuando hay campañas de propaganda como esta”, dijo Gudkov, y agrega que la larga espera de Putin para vacunarse, así como la escasez de detalles sobre su inoculación, no ayudan para nada.
Y no es la primera vez que los intentos del gobierno ruso por promover la vacunación terminan saliendo mal. En agosto, Putin declaró el triunfo de Rusia en la carrera mundial para desarrollar una vacuna, anunciando que la Sputnik V sería la primera fórmula registrada del mundo, a pesar de que los datos de los ensayos todavía no estaban completos.
El precipitado lanzamiento fue ampliamente cuestionado a nivel internacional y generó escepticismo a nivel doméstico. Las dudas persistieron incluso después de que la revista médica The Lancet, en su edición de febrero, publicara un estudio con más datos de ensayos clínicos que demostraban que la Sputnik V tiene una eficacia del 91,6%. Este lunes Putin dijo que 6,3 millones de rusos ya han recibido al menos la primera dosis de una de las vacunas que produce el país.
Además de la Sputnik V, Rusia ha registrado otras dos vacunas, una del laboratorio Vector, en Siberia, y otro del Centro Chumakov de Moscú, aunque todavía hay pocos datos publicados sobre su eficacia.
En cuanto a los motivos del Kremlin para no revelar cuál de las tres vacunas eligió Putin, el vocero Peskov dijo que fue una decisión deliberada porque “las tres vacunas rusas son absolutamente confiables”. Al parecer, ni siquiera Peskov sabe la vacuna que le inocularon a Putin. “Lo saben solo él y el médico que se la administró”, señaló.
The Washington Post
Traducción de Jaime Arrambide
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