Venezuela: una familia necesita 10 años de salarios mínimos para comprar la cena de Navidad
CARACAS.- Nicolás Maduro lo volvió a hacer. El "peor imposible" que acompañó la Navidad bolivariana desde su llegada al poder en 2013 se superó con creces otro año más, esta vez empujado además por la pandemia. El país se enfrenta a la "Chavidad" (como la bautizó Hugo Chávez) más triste que recuerda en una Venezuela de dos dimensiones que no se parecen absolutamente en nada: la oficialista con sus "burbujas" artificiales, que ya cuenta con un mensaje presidencial en video digno de Alicia en el País de la Suprema Felicidad, y la real, que echa mano de dólares, limosnas, solidaridad y envíos de los familiares emigrantes para rellenar una cena de Nochebuena que cuesta casi 10 años de salarios mínimos.
"Este pueblo convierte la dificultad en canto", pontificó el "hijo de Chávez" en el video creado por el aparato de propaganda del régimen bolivariano, con músicos, bailarines y hasta mimos. Una vez presentado al país con bombos y platillos bolivarianos, llegó otro baño de muy dura realidad, en boca del jefe revolucionario, por si alguien se había creído el anuncio: "Falta mucho camino para decir victoria definitiva, victoria total. No sé si lo lograremos este siglo XXI".
De momento, Venezuela suma siete años de recesión y 37 meses de hiperinflación. El derrumbe revolucionario provocó que más de nueve millones de personas estén subalimentadas. Según Cáritas, la desnutrición aguda de los niños aumentó 73%.
"¿Qué vamos a cenar en Nochebuena? ¡Nada! Ni siquiera he preguntado lo que cuesta una hallaca [tamal] ¿para qué? Me acabo de gastar 10$ para comprar el gas que no encontramos y eso que hemos estado cocinando con leña dentro de la casa. Dos bolsas de leña cuestan un dólar. Todo está demasiado caro, inalcanzable, ni para comprarle un regalo a mi bebé, ni zapatos ni ropa. Los juguetes valen más de 20$ y estoy buscando que me presten dinero para emigrar a Perú con ella, que ya tiene un año. Nos iremos por carretera", confiesa Kellinda Robles, de 22 años y que vive en el estado de Aragua, a dos horas de Caracas.
"¿Navidad? ¿Cuál Navidad? Nos han robado nuestros sueños. La ciudad está vacía, da mucha tristeza ver cómo hay personas que desayunan una arepa sola con un café clarito sin azúcar porque hasta el azúcar se ha convertido en un lujo. Te puedo asegurar que la tristeza está matando más gente que el Covid", dispara el mecánico caraqueño Óscar Miquilarena, de 35 años.
Nada queda de la Venezuela que se vestía de luces y colores para celebrar por todo lo alto la Navidad. Reina el silencio imposible antes por el ruido de los petardos. Eran otros tiempos, con las arterias principales llenas de puestos donde se vendían manjares, fuegos pirotécnicos, juguetes y hasta la ropa de los estrenos, otra tradición que consiste en ampliar 24 y 31 el armario con nuevos pantalones, camisas y zapatos.
Una docente, con 15 años de profesión a sus espaldas, viralizó un video en el que demuestra qué se puede comprar con el penúltimo bono de dinero entregado por el gobierno y con el llamado "bono hallaquero" para los profesores, valorado en 300.000 bolívares (0,25 euros) cuando una hallaca navideña cuesta en torno a los 3 dólares. "Es inconcebible que nosotros estemos viviendo ante un gobierno que esté tan desconectado de la realidad económica de los venezolanos. ¿Cómo hago yo para sostenerme en esta situación?", clamó la mujer llena de indignación y dirigiéndose tanto a Maduro como a su ministro de Educación, Aristóbulo Istúriz, al que le muestra una lechuga raquítica como evidencia de lo adquirido con el bono.
La maestra cobra dos millones de bolívares (menos de 2¢) y el último bono, cuya entrega inició la revolución, equivale a menos de 5$. Se trata del Bono Felicidades Venezuela, que llega a los celulares con un aviso de la pareja presidencial, cogida de la mano en un marco de una Navidad magnífica. Basta con pulsar la leyenda "aceptar" para que se active la tecnología china del carnet de la patria, el mayor sistema de control social puesto en marcha por el chavismo.
El gobierno prefiere mantener un salario mínimo insignificante (0,8$ mensuales) para así disponer de capital y enviar los bonos directamente a su base de seguidores y a quienes poseen el carnet de la patria, aunque tampoco está asegurado que todos lo vayan a cobrar. Como si de una dádiva presidencial de los tiempos del César se tratase. "Llegando mi bono, ¡gracias mi presidente! Como luz de esperanza que nos llena de energía", festejó una seguidora revolucionaria a través de las redes sociales pese a lo escaso del envío, que da para una hallaca y media de otra, el manjar más tradicional de la Navidad criolla, un pastel de harina de maíz elaborado con varias carnes, caldo, aceitunas y envuelto en hoja de plátano.
Y eso que la hallaca es lo más barato, porque el pan de jamón cuesta entre 10 y 15$ y el pernil se vende a 6$ el kilo. La compra de esta pierna de cerdo provocó en años anteriores una crisis diplomática entre los gobiernos de Caracas y Lisboa, tras las acusaciones de Maduro contra el gabinete portugués para justificar la falta de tan tradicional carne navideña, que el gobierno entrega a precios baratos, menos de un dólar.
El pedazo de pernil que dio el CLAP (bolsa de comida subvencionada que supone la actualización revolucionaria de la libreta cubana de racionamiento) no llega a los dos kilos y además menudean las denuncias porque a las afueras de Caracas ha llegado en malas condiciones.
El cálculo definitivo, casi una sentencia, lo ha realizado el Centro de Documentación y Análisis de los Trabajadores (Cendas): la cena de Navidad cuesta entre 112 y 118 salarios mínimos para una familia de cinco personas. Casi diez años de sueldo.
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