En unas elecciones clave, Polonia da un giro y le da un respiro a la Unión Europea
Según los sondeos de boca de urna, el partido ultaconservador gobernante obtuvo mayor cantidad de votos pero no le alcanzaría para una mayoría; queda mejor posicionada la oposición liderada por Donald Tusk
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VARSOVIA.- La oposición polaca se encaminaba este domingo a poner fin a ocho años de gobierno del partido euroescéptico y ultraconservador Ley y Justicia (PiS), según apuntaban los sondeos a pie de urna. Aunque el PiS habría sido el partido más votado, la suma de los escaños de la alianza tripartita opositora superaría los 230 diputados, el umbral de la mayoría absoluta. A causa de la elevada participación y de la celebración de un referéndum en paralelo a la votación, el recuento avanzaba con lentitud y está previsto que durante las próximas horas se hagan públicos los resultados oficiales.
En todo caso, el líder opositor, Donald Tusk, no quiso esperar y ya compareció ante los medios para proclamar su victoria. “Nunca he estado tan feliz con un segundo puesto. Polonia ha ganado, la democracia ha ganado”, dijo eufórico a los centenares de seguidores que se congregaron en la sede del partido en Varsovia. Tusk, que ya fue primer ministro entre 2007 y 2014, había advertido que una victoria del PiS implicaría una profundización de la deriva autoritaria. Por su parte, el primer ministro, Tadeusz Morawiecki, se felicitó por haber ganado las terceras elecciones consecutivas, y en la sede del partido se pedía cautela frente a los sondeos.
Si se confirman los pronósticos, los comicios representarán una bocanada de oxígeno para una atribulada Unión Europea, que había mantenido una relación conflictiva con Varsovia por sus posiciones euroescépticas y por sus reformas contra la independencia judicial. “Un gobierno de Tusk es un alivio para Bruselas que encara unos meses en los que hay que tomar unas decisiones muy importantes antes de las elecciones al Parlamento Europeo del año que viene”, comenta Camino Mortera-Martínez, del Center for European Reform. Además de europeísta, Tusk es un buen conocedor de las dinámicas de poder en Bruselas, pues fue presidente del Consejo entre 2014 y 2019.
De acuerdo con la encuesta de boca de urna hecha por la compañía Ipsos con una muestra de 90.000 personas, mucho mayor de lo habitual, el PiS habría obtenido el 36% de los sufragios, y unos 200 diputados, 35 menos que en 2019. La Coalición Cívica (CC) de Tusk, de centro-derecha liberal, se habría alzado con un 31% de los votos y unos 163 diputados. Tercera Vía (centro) y Lewica (izquierda), coaligados con CC en el Senado pero no en la Cámara Baja, lograrían 55 y 30 escaños, respectivamente. Es decir, entre los tres acumulan 248 de los 460 diputados.
Una de las sorpresas de la noche sería el mal resultado de Konderacja, un partido de antisistema y de extrema derecha. Hace solo un par de meses, los sondeos le otorgaban un 15%, pero se quedó finalmente solo con el 6% y 12 diputados. Probablemente, en un ambiente de gran polarización, a este partido xenófobo y hostil a Ucrania le pasó factura no haberse decantado por ninguno de los dos aspirantes a gobernar: Tusk o Morawiecki. Muchos de sus simpatizantes se habrían decantado por el centrista Tercera Vía temerosos de una coalición postelectoral con el PiS.
Detrás del voto
Entre los factores clave en estas elecciones, la elevada inflación, los escándalos de corrupción del Gobierno y el hartazgo de algunas políticas del PiS. “En los últimos años, la Iglesia se ha involucrado en política para apoyar al Gobierno, y eso no es bueno”, decía Tomasz, un empleado del sector turístico. Por eso, Polonia cuenta ahora con una ley del aborto mucho más restrictiva, lo que ha soliviantado a muchas polacas. “Un voto clave puede haber sido el de las mujeres”, apunta Marta Prochwicz-Jazowska.
La estimación de participación fue del 72%, todo un récord en Polonia desde que el país recuperó la democracia después de la caída del muro de Berlín en 1989. En algunos colegios incluso se terminaron las papeletas y tuvieron que solicitar nuevas remesas. Los días anteriores ya había señales que apuntaban que el interés de la ciudadanía por estos comicios era inaudito. Más de 600.000 polacos residentes se inscribieron para votar, el doble que en 2015.
En las zonas donde más subió la participación fue en los feudos de la oposición, como Varsovia. En la capital, la mayoría de votantes expresaba opiniones contrarias al PiS. “Su estrategia se basa en la división, en acusar a quienes no piensan como ellos de ser traidores o malos polacos. En los últimos años, la política ha dividido a las familias, algo que nunca antes había pasado”, lamentaba Agnieszka, una maestra que se decantó por Coalición Cívica. De hecho, uno de los ejes de la campaña del PiS fue acusar a Tusk de “traidor” y de ser un agente de Alemania.
Al Ejecutivo no le habría quedado ni el consuelo de lograr que el referéndum que organizaba fuera válido, pues necesitaba superar el umbral del 50% de participación y se habría quedado en el 40%. La consulta constaba de cuatro preguntas, dos de ellas sobre la migración. La voluntad del Ejecutivo era situar este asunto en el centro de la agenda, y desafiar así una vez más a la UE, ya que la consulta preguntaba a la población si está de acuerdo con el pacto migratorio europeo que prevé una distribución forzosa y equitativa de los migrantes que llegan a la Unión, y que Varsovia ha vetado. Al menos, hasta ahora.
Una vez se hayan confirmado los resultados electorales, el presidente del país, Andrzej Duda deberá convocar la sesión de investidura del Parlamento en un plazo de un mes y designar al próximo primer ministro. En caso de confirmarse las estimaciones, no está claro si Duda, afín al PiS, se decantará por el candidato más votado, Morawiecki, o el que tiene los apoyos necesarios para formar Gobierno, Tusk. En todo caso, como primera o segunda opción, lo más probable es que Tusk sea elegido “premier”.
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