En un momento crucial de la guerra, empieza a regir en Ucrania una controvertida ley para hacer frente a la escasez de tropas
La nueva norma para aumentar la movilización militar genera dudas y preocupación entre los potenciales reclutas; el Ejército necesita hasta medio millón de nuevos soldados para esta etapa del conflicto
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VARSOVIA.- Para millones de ucranianos empezó una etapa crucial de la guerra: a partir de este sábado, es obligatorio ponerse a disposición del Ejército para un potencial reclutamiento, y si no lo hacen, pueden enfrentar graves consecuencias. “Yo completé el registro, que fue un proceso engorroso. Pero haré todo lo que esté a mi alcance para evitar que me sumen a la infantería. Haría lo que fuera necesario”, le cuenta a LA NACION Eugene, de 37 años, que vive en Kiev junto a su esposa y su hijo de un año y medio, y prefiere mantener en reserva su apellido. “El miedo es un mal amigo en este megaproceso de movilización militar”, añade.
Más de dos años después de la invasión rusa, las Fuerzas Armadas de Ucrania están escasas de soldados, atrincheradas y superadas en armamento, y el gobierno de Volodimir Zelensky enfrenta un desafío tan gigantesco como urgente. La entrada en vigor este sábado de una controvertida ley que busca sumar hasta 500.000 hombres al Ejército y refuerza las sanciones a quienes no cumplan con la norma genera angustia en gran parte de la población, en momentos en que Occidente teme que el renovado impulso bélico ruso en Kharkiv -la segunda ciudad más grande del país, en el nordeste- pueda torcer el rumbo de una guerra sin final a la vista.
La ley de movilización -que fue suavizada con respecto a su proyecto original- facilitará la identificación de todos los hombres que reúnan los requisitos para el servicio militar obligatorio en el país, donde muchos eludieron el reclutamiento al evitar el contacto con las autoridades. Los legisladores demoraron la aprobación del texto durante meses, hasta abril, una semana después de la reducción de la edad de reclutamiento de 27 a 25 años.
Según la norma, los hombres elegibles de hasta 60 años deberán llevar consigo documentos que demuestren que se han inscripto en el Ejército –en las oficinas regionales o a través de una app- y presentarlos cuando se les solicite. Además, todo aquel que solicite un servicio estatal en un consulado en el extranjero será anotado en el servicio militar. La ley también ofrece incentivos a los soldados, como bonos en dinero para comprar una casa o un auto.
Zelensky firmó otras dos leyes para permitir que los reclusos se sumen al Ejército y elevar las sanciones las multas a quienes evadan el servicio militar obligatorio: pueden perder el permiso de conducir e incluso ver congeladas sus cuentas bancarias y embargados sus bienes. También se apretará el torniquete en las fronteras para los hombres que por alguna excepción están habilitados a salir del país. En total, cerca de un millón de ucranianos están en las distintas fuerzas, de los cuales unos 300.000 están sirviendo en el frente, en muchos casos agotados tras más de dos años de combates.
“La movilización es un reto enorme para el gobierno. De alguna forma se hará, pero es difícil saber cuál será el resultado final. Primero hay que movilizar a la gente, luego formarla y armarla antes de desplegarla en el frente. También hay que pagarles. Se trata de un monumental desafío múltiple”, señala a LA NACION Volodimir Dubovyk, politólogo ucraniano y director del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad Nacional de Odessa.
Antes de la invasión a gran escala que ordenó el presidente ruso, Vladimir Putin, el 24 de febrero de 2022, había 8,7 millones de hombres en edad de reclutamiento en Ucrania; dos años después, esa cifra cayó a unos 5 millones. El Ejército necesita hasta medio millón de soldados más para luchar contra los rusos, que tienen una capacidad de movilización al menos cuatro veces mayor dada la diferencia en el tamaño de la población, apuntan expertos militares.
“Esta disparidad de población entre Rusia y Ucrania siempre estuvo destinada a ser un problema con el tiempo. Por eso Putin apuesta ahora por una guerra más larga, al parecer, ya que espera que se agoten los recursos humanos de Ucrania. Teniendo en cuenta que las sanciones no están funcionando como se esperaba, y que Rusia tiene el dinero y los medios que necesita para producir más armas, la situación se está volviendo difícil”, indica Dubovyk. “Pero con la estrategia, tácticas, armas y financiación adecuadas, Ucrania aún podría resistir”, agrega.
El desafío del entrenamiento
¿Es un plan realista que el Ejército ucraniano sume esa cantidad de soldados con esta nueva ley en poco tiempo? “No, no lo es. No es solo reclutamiento, siendo que ahora es un registro de elegibilidad que dura 60 días, sino que luego las personas tienen que ser adecuadamente entrenadas. Uno de los temores de los potenciales voluntarios es que el entrenamiento militar pueda ser insuficiente antes de ser desplegados. Eso puede tomar mucho tiempo”, advierte Frank Ledwidge, analista militar de la Universidad de Portsmouth, Inglaterra. “Medio millón de nuevas tropas es un objetivo que creo el Ejército no puede cumplir, es un problema en su mensaje”, agrega.
Eugene, que aún mantiene su trabajo en efectos especiales para comerciales y películas, sostiene que la razón por las que muchos ucranianos se negaron a alistarse y tratan de evitar a las patrullas de reclutamiento es la “muy baja calidad del entrenamiento militar” que recibirían antes de ir a pelear. “En infantería es básico, muy flojo, me contaron amigos. Y hay que tener en cuenta que la guerra que se desarrolló al comienzo, en 2022, es distinta de la del año pasado, y de lo que pasa en 2024. Ahora es más mortífero, porque hay mucha artillería, drones, bombas guiadas, todo muy peligroso para los miembros de infantería”, explica, y enumera casos de amigos civiles que murieron o resultaron heridos en el frente de batalla.
Los mandos ucranianos reconocen que Moscú tiene más tropas, pero afirman que otro factor decisivo es su superior artillería, así como los aviones de guerra, utilizados para bombardear las defensas. Por eso buscan acelerar el envío de ayuda de Occidente.
“Muchos piensan que son otros los que deben pelear por ellos. Se había cargado toda la responsabilidad de repeler a los rusos al Ejército. Ahora todos deben cumplir con su deber: todos quieren derechos, pero no responsabilidades”, señala a LA NACION un voluntario que se sumó al Ejército en 2022, retirado de la línea del frente tras perder una pierna en combate en la región de Donetsk.
En Kiev, son usuales los relatos de hombres que evitan lugares donde suelen desplegarse las patrullas de reclutamiento, y son varios los canales de Telegram que dan aviso en tiempo real de su despliegue en distintos puntos de la capital. También hay abogados que reciben mensajes diarios de personas que buscan formas legales para evitar un potencial enrolamiento en el Ejército, según medios locales.
“Si tengo que ir al frente lo haré. Pero miren los problemas que hay para el registro: estoy tratando de hacerlo y es complejo. Si no hay orden en esto, imagínese lo que será en el Ejército”, explica Vitalii, de 34 años, desde un centro de reclutamiento en las afueras de Kiev. Como muchos de los hombres en su situación, prefiere mantener en reserva su apellido.
Según un estudio de la empresa ucraniana InfoSapiens, entre los principales temores que disuaden a los hombres a alistarse figuran la escasez de material y equipamiento (66%), la falta de formación adecuada (64%), el riesgo de muerte o lesiones (64%) y la incertidumbre sobre las condiciones de la desmovilización (64%).
“Otro impacto de la ley de movilización es social: la gente está cansada tras más de dos años de guerra, existe la sensación de que la carga está desigualmente repartida y de que el gobierno no lo está haciendo lo mejor posible. No creo que la ley provoque ahora fracturas abiertas en la sociedad, pero a largo plazo puede convertirse en un grave problema político”, advierte a LA NACION Eugene Finkel, politólogo e historiador ucraniano de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore.
“La situación del presidente no es sencilla: su popularidad está bajando, lo cual es comprensible, todo el mundo está agotado y no hay éxitos en el campo de batalla. Al mismo tiempo, los ucranianos no luchan por Zelensky, luchan por Ucrania, y porque creen que la alternativa es peor”, añade el experto, cuyo último libro es Intención de destruir: la búsqueda de 200 años de Rusia para dominar Ucrania.
Para sembrar optimismo y volver a presionar a Occidente para el envío de ayuda militar, el jefe de la oficina presidencial ucraniana y mano derecha de Zelensky, Andriy Yermak, prometió que el Ejército no tendrá carencias de tropas en el frente si recibe el armamento que necesita para resistir la ofensiva rusa. “Si contamos con las armas suficientes tendremos gente suficiente”, dijo en la Cumbre de la Democracia que se celebró en Copenhague esta semana.
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