En un México violento, los zapatistas también renuncian a las armas
El grupo suspende la lucha revolucionaria por ahora y apoyará a un candidato a la presidencia
CIUDAD DE MÉXICO.- Los zapatistas, los rebeldes políticos más poderosos en México en casi 100 años, han renunciado a la revolución armada tras décadas de oposición y la razón es simple: el país está tan sumido en la violencia, dicen los propios zapatistas, que ya no puede tolerar ni una gota más de sangre.
Según los analistas, la decisión del grupo es al mismo tiempo un lapidario comentario sobre el actual estado del país. No es que los rebeldes hayan alcanzado un acuerdo de paz con el gobierno o que hayan conquistado los derechos aborígenes que demandan. Lo que ocurre es que la cantidad de asesinatos está creciendo a tal velocidad en México que hasta un movimiento de raíz armada se siente obligado a alejarse de la violencia.
"Es una muestra de lo cansados que están los mexicanos de la violencia -dice Jesús Silva-Herzog, profesor de ciencias políticas de la Escuela de Gobierno de la Universidad de Monterrey-. El radicalismo político hoy tiene que ser pacifista, porque la vida pública, social y económica de México está teñida de sangre desde hace demasiado tiempo."
El subcomandante Marcos, líder rebelde que se convirtió en un fenómeno global en 1994, cuando los zapatistas tomaron poblaciones en Chiapas, se mostró brevemente sobre el escenario hace un par de meses, oculto detrás de una multitud de combatientes, jóvenes con piercings y seguidores indígenas. Tras una breve ronda de aplausos, fotos y cánticos revolucionarios, Marcos se bajó en silencio del escenario, una diferencia notoria con sus incendiarios discursos de otro tiempo.
Pero ahora los zapatistas dicen que lo último que necesita México, sin importar cuál sea la causa, es más violencia. Han decidido en cambio trabajar dentro del sistema contra el que una vez se rebelaron y apoyar a un candidato presidencial en las elecciones del año próximo. "Llegamos a un momento bisagra", dice Carlos González, vocero del Congreso Nacional Indígena, organización que representa a los grupos indígenas de México, quien también habló en nombre de los zapatistas. "Tomar las armas está fuera de cuestión, porque era una opción demasiado sangrienta", dice González, que de todos modos no descartó que vuelvan a tomar las armas en el futuro.
Hace mucho que la violencia está instalada en México, donde más de 100.000 personas fueron asesinadas y más de 30.000 resultaron desaparecidas durante la década que ya lleva la lucha contra la droga. Pero este año el número de muertos se disparó.
Tras dejar atrás la identidad revolucionaria que antes los definía, los zapatistas ahora pondrán pie en la política electoral. Acaban de apoyar la candidatura de María de Jesús Patricio Martínez, una sanadora del pueblo indígena nahua, para las elecciones presidenciales del año entrante. "En México, ser indígena implica que te traten como a la mitad de una persona, y si sos mujer, menos que eso todavía", dijo la flamante candidata, que tiene 57 años y no es zapatista.
Los zapatistas dicen que no esperan ganar, sino más bien usar las elecciones de 2018 como plataforma para hacer oír los reclamos más urgentes de las comunidades indígenas. "Nada nos importa menos que la presidencia. Lo que queremos es colarnos en la fiesta electoral y arruinárselas", dice González.
El gobierno mexicano ha dicho que les da la bienvenida "a todas las expresiones políticas y sociales", incluida la candidata apoyada por el zapatismo, y señala que ayuda a fortalecer la democracia.
Pero no todos compran el nuevo relato de los zapatistas. Algunos de sus detractores los consideran un grupo guerrillero oportunista que podría dividir aún más el voto de la izquierda. Uno de sus mayores críticos es el principal candidato populista de izquierda, Andrés Manuel López Obrador, que lleva la delantera en todas las encuestas y que ha calificado de "doble de cuerpo política" a la candidata apoyada por los zapatistas.
Traducción de Jaime Arrambide
Paulina Villegas
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