Un experto en la lucha contra abusos sexuales de niños se refirió al caso Grassi
"Ni Bergoglio ni la Iglesia argentina han hecho presión sobre la Justicia. Han sido bastante explícitos en la importancia de que la justicia pueda investigar en libertad", dijo un experto
ROMA.- “En el caso del padre Grassi , ni Bergoglio ni la Iglesia argentina han hecho presión sobre la Justicia, para nada. Más bien, han sido bastante explícitos en la importancia de que la justicia pueda actuar e investigar en libertad. Creo que ha sido una investigación muy mediática, muy polémica, pero, a la vez, muy libre”. Son palabras de Juan Ignacio Fuentes, miembro del Consejo Superior de Educación Católica Argentina (Consudec), experto en la lucha contra los abusos sexuales de niños, que fue uno de los oradores de un un seminario sobre este flagelo organizado por la Pontificia Comisión para la Tutela de Menores (PCTM) del Vaticano hoy en la Pontificia Universidad Gregoriana.
En un alto de dicho encuentro, consultado por LA NACION y Télam sobre el caso del sacerdote Julio César Grassi, cuya condena a 15 años de prisión por abusos agravados fue ratificada el martes pasado por la Corte Suprema, Fuentes no tuvo dudas en despegar al actual Papa de cualquier acusación de haber tenido un comportamiento equívoco. En el período en que estalló el caso, Jorge Bergoglio era arzobispo de Buenos Aires -no de Morón, la diócesis de Grassi- y presidente del episcopado nacional.
“La actuación de Bergoglio fue totalmente neutral: la Iglesia jerárquica argentina dejó actuar a la Justicia en este tema. Los movimientos de defensa del padre Grassi fueron más bien movimientos o de grupos aislados de sacerdotes o fieles, o gente de una línea muy específica de la Iglesia que se sentía atacada”, aseguró.
“Bergoglio actuó bien, con total transparencia y también los obispos de la región de Buenos Aires, que en ningún momento se pronunciaron, ni en ningún momento ejercieron presión”, agregó.
“Yo viví muy cerca de ese lugar, yo trabajaba en la diócesis vecina de la Fundación Felices los Niños, por lo que conozco bastante el tema y me consta, porque conozco mucha gente de los tribunales, que los tribunales no recibieron ninguna presión de parte de la Iglesia en favor de una supuesta defensa”, puntualizó.
Fuentes, oriundo de La Matanza, sí fustigó a ese grupo de sacerdotes que, cuando surgió el caso Grassi, intentó “victimizar a un posible culpable, culpabilizando a las posibles víctimas”. “Yo soy adulto educador y si yo recibo una denuncia, por más que tenga la conciencia tranquila, yo tengo que entregarme absolutamente a la investigación y que nadie me defienda más allá de lo legal, porque cualquier defensa de mi persona va a ser una nueva victimización de la posible víctima”, dijo.
En su presentación en el seminario, inaugurado por el cardenal estadounidense Sean O’Malley, presidente de la PCTM y al que asistieron varios otros pupurados –el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano; Marc Ouellet, de la Congregación para los obispos; Kevin Farrell, titular del nuevo Dicasterio para Laicos, Familia y Vida; Joao Braz de Aviz; Peter Turkson-, Fuentes mostró la experiencia de la Argentina en cuanto a la lucha contra los abusos sexuales de menores. Ayudándose con videos y fichas, destacó que en nuestro país se ha logrado una importante sensibilización y visibilización del problema. Tanto es así que en los últimos cincos años se duplicaron las denuncias de estos crímenes. “En los últimos diez años hubo un crecimiento notable de la promoción y visibilización de esta problemática”, dijo, al detallar que en 2010 hubo 6896 casos de abuso sexual denunciados, mientras que en 2015 hubo 11.273, el doble.
Según las estadísticas que mostró, en la Argentina 1 de cada 5 niñas sufre algún tipo de abuso y 1 de cada 13 niños; el 81% de los abusos se da en los hogares y en el 89% de los casos los agresores son varones. Destacó, por otro lado, la Ley de Protección Integral y de los Derechos de los Niños promulgada en 2005, que fue “un gran avance” porque apunta a que haya una acción coordinada entre el Estado, las ONG y asociaciones civiles para atender el problema. Reconoció, al mismo tiempo, la existencia de “grandes vacíos”, como por ejemplo la falta de un “defensor de los derechos de los niños”, una figura implícita en dicha ley, que aún no se ha nombrado.
También reconoció faltas graves en la atención y seguimiento de los casos de abusos, la escasez de recursos, así como graves falencias de la Justicia: “Muchas veces el agresor vuelve a su casa a convivir con los niños”, lamentó.
Hablando, finalmente, de la Iglesia católica, aseguró que pese a los casos de abusos salidos a flote y el “desprestigio indudable” que esto creó en la institución, todavía sus organizaciones sociales y solidarias, como por ejemplo, Cáritas, “gozan de un capital importante de confianza social por sobre la política y otras instituciones”.
No obstante, la Iglesia católica sigue teniendo serios desafíos por delante, resaltó. “Al comienzo de este seminario se dijo que la Iglesia está abordando este tema porque le surgió un problema y, de hecho, el papa Francisco ha hablado de transparencia, verdad, humildad y pedir perdón”, recordó Fuentes, que fue más allá. “La Iglesia católica tiene que situarse a hablar con la sociedad de esta problemática, no dando cátedra, sino desde una postura de humildad y de diálogo. Tenemos cosas que ofrecer y también errores que reconocer. Y situarnos socialmente desde ese lugar puede ser muy beneficioso para la Iglesia y para la sociedad”, concluyó.