En un documento revolucionario, el Papa le abre las puertas a la bendición de parejas del mismo sexo
La declaración “Fiducia supplicans”, elaborada por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe y aprobada por Francisco, dejó sin embargo en claro que no altera la doctrina tradicional del matrimonio
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ROMA.- En un nuevo y revolucionario documento elaborado por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, desde septiembre a cargo del cardenal cordobés Víctor Manuel “Tucho” Fernández, teólogo y prelado más que cercano al papa Francisco, el Vaticano le dio luz verde a la bendición de parejas en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo, un tema controvertido, en debate desde hace años y que algunos sacerdotes en verdad ya practicaban.
El documento, sin embargo, deja en claro que “se mantiene firme la doctrina tradicional de la Iglesia sobre el matrimonio, no permitiendo ningún tipo de rito litúrgico que pueda causar confusión”.
La declaración “Fiducia supplicans” (pidiendo confianza), aprobada por el Papa y difundida este lunes, por primera vez asegura, negro sobre blanco, que ante la petición de dos personas de ser bendecidas, aunque su condición de pareja sea “irregular”, será posible que el ministro ordenado dé su consentimiento. Pero sin que este gesto de proximidad pastoral contenga elementos ni remotamente parecidos a un rito matrimonial.
“El valor de este documento es ofrecer una contribución específica e innovadora al significado pastoral de las bendiciones, que permite ampliar y enriquecer la comprensión clásica de las bendiciones estrechamente vinculada a una perspectiva litúrgica”, explicó el cardenal Fernández al principio de la declaración “sobre el sentido pastoral de las bendiciones”.
“Tal reflexión teológica, basada en la visión pastoral del papa Francisco, implica un verdadero desarrollo de lo que se ha dicho sobre las bendiciones en el magisterio y en los textos oficiales de la Iglesia”, agregó Fernández, que precisó que por este motivo el texto adoptó la forma de una “declaración”, que tomó en consideración varias cuestiones y preguntas que llegaron a su dicasterio en años pasados y recientemente.
Electo sorpresivamente en julio pasado al frente de uno de los dicasterios más importante de la curia romana, el ex Santo Oficio, que custodia la ortodoxia de la doctrina de Iglesia católica y el primer hombre de confianza que Francisco trajo desde la Argentina al Vaticano después de diez años en el trono de Pedro, el cardenal Fernández explicó que esta novedad tiene que ver con el desarrollo de la reflexión teológica sobre las bendiciones.
“Es precisamente en este contexto en el que se puede entender la posibilidad de bendecir a las parejas en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo, sin convalidar oficialmente su status ni alterar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el matrimonio”, aclaró.
“La presente declaración quiere ser también un homenaje al pueblo fiel de Dios, que adora al Señor con tantos gestos de profunda confianza en su misericordia y que, con esta actitud, viene constantemente a pedir a la madre Iglesia una bendición”, aseguró.
El documento
En la introducción, que consta de 45 artículos divididos en cuatro partes, el nuevo documento recuerda el Responsum que la entonces llamada Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) publicó en marzo de 2021, que sentenciaba taxativamente que no eran lícitas las bendiciones a las parejas gay. Ese documento había caído muy mal en las comunidades homosexuales porque contradecía la pastoral abierta hacia ellos puesta en marcha por el papa Francisco que, de hecho, se distanció de ese texto en varias oportunidades.
En la primera parte, sobre la bendición del sacramento del matrimonio, el artículo 4 deja en claro que hay que evitar que se reconozca como matrimonio algo que no lo es.
“Por lo tanto son inadmisibles ritos y oraciones que puedan crear confusión entre lo que es constitutivo del matrimonio, como ‘unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijos’, y lo que lo contradice”, indica.
“Esta convicción está fundada sobre la perenne doctrina católica del matrimonio. Solo en este contexto las relaciones sexuales encuentran su sentido natural, adecuado y plenamente humano. La doctrina de la Iglesia sobre este punto se mantiene firme”, sentencia.
En este marco, la declaración dice que “hay que subrayar que, precisamente en el caso del rito del sacramento del matrimonio, no se trata de una bendición cualquiera, sino del gesto reservado al ministro ordenado. En este caso, la bendición del ministro ordenado está directamente conectada a la unión específica de un hombre y de una mujer que, con su consentimiento establecen una alianza exclusiva e indisoluble. Esto nos permite evidenciar mejor el riesgo de confundir una bendición, dada a cualquier otra unión, con el rito propio del sacramento del matrimonio”.
Bendiciones
En la segunda parte el documento analiza el significado de las diversas bendiciones, que tienen como destino personas, objetos de devoción, lugares de la vida, como resumió Vatican News. Recuerda que “desde un punto de vista estrictamente litúrgico”, la bendición requiere que lo que se bendice “sea conforme a la voluntad de Dios expresada en las enseñanzas de la Iglesia”. Cuando con un rito litúrgico específico “se invoca una bendición sobre determinadas relaciones humanas”, es necesario que “lo que se bendice pueda corresponder a los designios de Dios inscritos en la Creación”. Por tanto, la Iglesia no tiene potestad para conferir una bendición litúrgica a parejas irregulares o del mismo sexo. Pero hay que evitar el riesgo de reducir el sentido de las bendiciones sólo a este punto, exigiendo para una simple bendición “las mismas condiciones morales que se exigen para la recepción de los sacramentos”.
Tras hacer un repaso de las bendiciones en las Sagradas Escrituras y recordar que “la última imagen de Jesús en la Tierra son sus manos alzadas, en el acto de bendecir”, el documento subraya la necesidad de una comprensión teológico-pastoral de las bendiciones.
“Para ayudarnos a comprender el valor de un enfoque mayormente pastoral de las bendiciones, el Papa Francisco nos instó a contemplar, con actitud de fe y paternal misericordia, el hecho que ‘cuando se pide una bendición se está expresando un pedido de auxilio a Dios, un ruego para poder vivir mejor, una confianza en un Padre que puede ayudarnos a vivir mejor’”, recuerda. “Esta petición debe ser, en todos los sentidos, valorada, acompañada y recibida con gratitud”, afirma.
Por otro lado indica que “la Iglesia, también, debe evitar el apoyar su praxis pastoral en la rigidez de algunos esquemas doctrinales o disciplinares, sobre todo cuando dan ‘lugar a un elitismo narcisista y autoritario, donde en lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y clasificar a los demás, y en lugar de facilitar el acceso a la gracia se gastan las energías en controlar’. Por lo tanto, cuando las personas invocan una bendición no se debería someter a un análisis moral exhaustivo como condición previa para poderla conferir. No se les debe pedir una perfección moral previa”.
En la tercera parte, el documento recalca que “en el horizonte aquí delineado se coloca la posibilidad de bendiciones de parejas en situaciones irregulares y de parejas del mismo sexo, cuya forma no debe encontrar ninguna fijación ritual por parte de las autoridades eclesiásticas, para no producir confusión con la bendición propia del sacramento del matrimonio”.
“En estos casos, se imparte una bendición que no sólo tiene un valor ascendente, sino que es también la invocación de una bendición descendente del mismo Dios sobre aquellos que, reconociéndose desamparados y necesitados de su ayuda, no pretenden la legitimidad de su propio status, sino que ruegan que todo lo que hay de verdadero, bueno y humanamente válido en sus vidas y relaciones, sea investido, santificado y elevado por la presencia del Espíritu Santo”, explica.
El documento, que reitera una y otra vez que se trata de bendiciones pastorales que no deben confundirse con actos litúrgicos o sacramentales, deja en claro que “no se debe ni promover ni prever un ritual para las bendiciones de parejas en una situación irregular, pero no se debe tampoco impedir o prohibir la cercanía de la Iglesia a cada situación en la que se pida la ayuda de Dios a través de una simple bendición”.
“En la oración breve que puede preceder esta bendición espontanea, el ministro ordenado podría pedir para ellos la paz, la salud, un espíritu de paciencia, diálogo y ayuda mutuos, pero también la luz y la fuerza de Dios para poder cumplir plenamente su voluntad”, recomienda.
“De todos modos, precisamente para evitar cualquier forma de confusión o de escándalo, cuando la oración de bendición la solicite una pareja en situación irregular, aunque se confiera al margen de los ritos previstos por los libros litúrgicos, esta bendición nunca se realizará al mismo tiempo que los ritos civiles de unión, ni tampoco en conexión con ellos. Ni siquiera con las vestimentas, gestos o palabras propias de un matrimonio. Esto mismo se aplica cuando la bendición es solicitada por una pareja del mismo sexo”, aclara.
Críticas conservadoras
En la cuarta y última parte del documento –que fue enseguida criticado ferozmente por blogs ultraconservadores-, el cardenal Fernández recuerda que la Iglesia es el sacramento del amor infinito de Dios.
“Por eso, cuando la relación con Dios está enturbiada por el pecado, siempre se puede pedir una bendición, acudiendo a Él, como hizo Pedro en la tormenta cuando clamó a Jesús. En algunas situaciones, desear y recibir una bendición puede ser el bien posible. El Papa Francisco nos recuerda que «un pequeño paso, en medio de grandes límites humanos, puede ser más agradable a Dios que la vida exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin enfrentar importantes dificultades», evoca, citando catequesis pronunciadas por el Santo Padre.
“Este mundo necesita bendición y nosotros podemos dar la bendición y recibir la bendición. El Padre nos ama. Y a nosotros nos queda tan solo la alegría de bendecirlo y la alegría de darle gracias, y de aprender de Él a no maldecir, sino bendecir. De este modo, cada hermano y hermana podrán sentirse en la Iglesia siempre peregrinos, siempre suplicantes, siempre amados y, a pesar de todo, siempre bendecidos”, concluye.
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