En un documental, el príncipe Harry y Meghan Markle intentan controlar el contenido de su historia
“¿No tiene más sentido escuchar la historia contada por nosotros mismos?”, pregunta la duquesa de Sussex en uno de los trailers de la serie que se estrena mañana
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LONDRES.- Los intentos del príncipe Harry y Meghan Markle por tomar el control del relato de su ruptura con la Casa de Windsor -y sacar rédito del mismo- ha desatado una tormenta de emociones en Gran Bretaña, en vísperas de una docuserie de Netflix sobre los bien documentados altibajos de la pareja.
Hacia el final de unos de los trailers difundidos por Netflix, Meghan, duquesa de Sussex, mira a cámara y pregunta: “¿No tiene más sentido escuchar la historia contada por nosotros mismos?”
Algunos espectadores británicos, en realidad, preferirían que no…
Contrariamente a lo que ocurre en Estados Unidos, donde la pareja que renunció a sus deberes reales y se refugió en California despierta simpatía, parte de la opinión pública británica mira a Sussex con más resentimiento y suspicacia.
Algunos reconocen que Harry y Meghan no recibieron suficiente apoyo del Palacio de Buckingham y que los diarios sensacionalistas fueron racistas con la pareja.
Pero en este invierno boreal donde los temas de conversación más recurrentes son el imparable aumento del precio de los alquileres y de la energía, algunos británicos no parecen demasiado dispuestos a empatizar con los rebeldes de la realeza, y rechazan su argumento de la que la Policía Metropolitana debería ser responsable de su seguridad cuando se encuentran de visita en Gran Bretaña.
Eso no significa que los británicos no estén esperando ansiosamente el estreno de la serie, que tal vez con exceso de optimismo la cadena Netflix está promocionando como “un acontecimiento mundial”.
En la serie, Harry y Meghan abren la puerta de su relación, aunque no por primera vez.
La miniserie de seis episodios es parte de su multimillonario acuerdo con Netflix. Los primeros tres episodios estarán disponibles este jueves, y los últimos tres el 15 de diciembre.
Y todo ocurre en vísperas de la publicación de las memorias de Harry, titulada Spare y prevista para el mes de enero, donde el príncipe promete un relato “sin concesiones” sobre la vida de la realeza.
Harry y Meghan aseguran que cedieron parte del control editorial del contenido de la serie. “Le confiamos nuestra historia a otros, y eso implica que pasará por el lente de esas personas”, le dijo Meghan a la revista Variety.
Los trailers de la serie muestran fotos inéditas, incluidas imágenes de la pareja en tiempos felices, saltando y besándose en su boda. Y también hay momento mucho más sombríos, donde a Meghan se la ve visiblemente alterada.
Los trailers también parecen apuntar contra el acoso de los medios de prensa y los prejuicios de la redes sociales.
Discursos de odio y racismo
“Habla del odio y del racismo”, dice Christopher Bouzy, cuya empresa de tecnología desarrolló una herramienta de rastreo de los discursos de odio en Twitter.
Bouzy comenta que en marzo fue entrevistado durante dos horas para este documental.
“Basándome en lo que sé de las campañas de odio dirigidas, es importante que los británicos entiendan lo que tuvo que soportar esta pareja”, dice Bouzy. “Es importante escuchar su lado de la historia.”
Y su lado de la historia también involucra a los miembros de la Casa de Windsor.
“Está la jerarquía familiar, pero también están las filtraciones, y el plantado de historias. Todo es juego sucio”, apunta Bouzy.
Si es un juego sucio, ¿quiénes lo están jugando? ¿Guillermo, hermano de Harry y heredero al trono? ¿O su padre, el nuevo rey?
La supuesta distensión de las relaciones entre Harry y Megan y sus parientes británicos no aparece en la serie, al menos en los trailers.
En el segundo de esos avances, el príncipe Harry dice: “Nadie más sabe toda la verdad. Nosotros sí sabemos toda la verdad.”
“Victimización”
En su conjunto, el material promocional transmite “una fuerte sensación de victimización”, dice Valentine Low, autora de Courtiers: Intrigue, Ambition and the Power Players Behind the House of Windsor (“Cortesanos: Intriga, ambición y juegos de poder detrás de la Casa de Windsor”).
“Es razonable que haya debate” sobre si la institución de la realeza les da suficiente apoyo a quienes ingresan por matrimonio en la familia, señala Low. “Pero Harry pierde mi apoyo cuando dice que nadie sabe la verdad sobre ellos, dando a entender que tienen el monopolio de la verdad. ¿Qué tendrían para decir todas esas mujeres que aseguran que Meghan las hostigó? Ellas también tienen una verdad para contar.”
El año pasado, el Palacio de Buckingham lanzó una investigación por denuncias de “bullying” contra expersonal de palacio.
Las pretensiones de veracidad del documental ya estaban manchadas por cuestionamientos a las fotos que utiliza. Una donde se ve a una horda de fotógrafos parece provenir del estreno de una película de Harry Potter en 2011.
Repercusión mediática
Y la reacción de los periodistas de los tabloides fue defensiva, y durísima.
Piers Morgan, columnista de The Sun e histórico crítico de Meghan, cuya voz puede escucharse en uno de los trailers, escribió este lunes: “Otro nuevo día y otro nuevo trailer nauseabundamente interesado y quejumbroso de los renegados reales Meghan y Harry para su inminente maratón de basura redituable contra su familia por Netflix.”
El martes, el diario londinense The Times puso un titular en tapa que decía: El príncipe Harry y Meghan declaran abiertamente una guerra a gran escala contra la familia real.”
En el semanal conservador The Spectator, el columnista de chimentos anónimo arranca su crítica a los trailers diciendo: “¡Rápido, enfermera! ¡Páseme la bolsita para vómitos! ¡Ha vuelto la pareja más woke de Occidente”, en referencia al movimiento progresista y antirracismo conocido como “woke”.
Y sigue: “En un fragmento glorioso, Harry, encarnación misma de la aristocracia inglesa, se queja de que “hay una jerarquía en la familia”. ¿En la realeza? ¡Quién lo habría dicho!”
Aunque algunos fustigan a Harry y Meghan por intentar meter a presión su propio relato en al ámbito del dominio público, los antecedentes son numerosos.
“Los Windsor han intentado influir de un modo u otro en el modo en que su historia llega al púbico desde 1969″, dice Low.
Ese fue el año en que la BBC transmitió un documental “de puertas adentro” titulado “Royal Family”. La reina Isabel II y el príncipe Felipe habían invitado a las cámaras a registrar el costado privado y humano de la vida de la realeza. Allí hay imágenes de la reina comprando helado y de Carlos batiendo el aderezo para la ensalada, así como a la monarca charlando de bueyes perdidos con el presidente norteamericano Richard Nixon. El documental tuvo un éxito impresionante y masivo: fue visto por más de 350 millones de personas alrededor del mundo. Pero la familia no habría quedado del todo conforme con el resultado final: el documental nunca fue vuelto a pasar desde la década de 1970, al parecer, a pedido de la familia.
Por su parte, cuando su matrimonio se vino abajo, tanto Carlos como Diana intentaron contar su lado de la historia.
El autor Andrew Morton ha reconocido -y difundió las grabaciones que lo demuestran- que la entonces princesa de Gales era la fuente principal de su biografía de 1992, Diana, su verdadera historia, que incluye detalles de cómo el romance de Carlos con Camila fomentó sus trastornos alimenticios y sus intentos de suicidio. Diana también levantó polvareda con su famosa frase durante su entrevista con Martin Bashir para la BBC: “Éramos tres en ese matrimonio”.
Por su lado, Carlos buscó ayuda en el periodista Jonathan Dimbledy, que publicó una versión infinitamente más positiva de los hechos en El príncipe de Gales: una biografía, publicada en 1994 y acompañada de un documental donde Carlos admite haber engañado a su esposa, pero solo después de la desintegración de la pareja.
En ese sentido, sin embargo, nadie ejerció mayor control sobre su imagen que la propia reina Isabel II, que en sus 70 años de reinado jamás se sentó formalmente ante un periodista para ser entrevistada.
Por Karla Adam y William Booth
The Washington Post
(Traducción de Jaime Arrambide)
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