En Túnez, sus familiares están todavía en fase de negación
Sus conocidos dijeron que había recibido tratamiento por trastornos mentales
MSAKEN, Túnez.- Poco más de una hora después de que el autodenominado Estado Islámico (EI) reivindicara el atentado del pasado jueves en Niza, que dejó más de 80 muertos, los familiares y amigos del asesino, el francés de origen tunecino Mohamed Lahouaiej Bouhlel, negaban que hubiera abogado públicamente por postulados jihadistas.
"¿De EI? ¡Pero si ni rezaba ni ayunaba por Ramadán!", espetó su hermano frente a un grupo de periodistas en el casco antiguo de Msaken, una ciudad de 100.000 habitantes situada unos 150 kilómetros al sur de la capital y a sólo 10 de Susa, centro turístico del país magrebí.
Ante un acto tan inhumano, suele aparecer como hipótesis la existencia de algún trastorno mental. En este caso, esta sospecha parece fundada. "Tenía problemas psicológicos diagnosticados por un médico. Padecía de los nervios", explicó su cuñado Shukri Amimi. "Bebía, fumaba [hachís], se metía de todo", agregó. El padre del atacante, Monzar Lahouaiej, reconoció a Radio Msaken que su hijo recibió tratamiento psicológico en 2004, un año antes de emigrar a Francia. La receta médica que la emisora ha hecho llegar a la nacion incluye varios medicamentos, entre ellos Haldol, utilizado para tratar casos de esquizofrenia. Ahora bien, no hay constancia de que desde entonces hubiera asistido de nuevo a la consulta de ningún especialista.
A partir del testimonio de familiares y amigos es probable reconstruir el carácter del asesino de Niza, que presenta puntos en común con responsables de otros atentados en Occidente. Lahouaiej era también hijo de la emigración -viajó a Francia con 20 años- y sufrió problemas de integración. Aunque nació en el seno de una familia musulmana, no era especialmente piadoso y a menudo exhibía una actitud "agresiva".
Según Amimi, el origen de los trastornos de su cuñado hay que buscarlos en un matrimonio de conveniencia que desembocó en un agrio divorcio y la pérdida de la custodia de sus hijos. "Él se casó con su prima porque vivía en Francia y eso le permitía emigrar", explica Asma Ben Hazem, una periodista de la radio local. Convencido de que ella lo había engañado con otro hombre, el atacante de Niza la agredió y la justicia francesa lo condenó a medio año de prisión, que no llegó a cumplir.
Aunque la relación con sus padres era tirante, con su hermano pequeño sí mantenía un contacto casi diario. La última vez que intercambiaron mensajes por las redes sociales fue el jueves por la mañana, el mismo día de la tragedia. Lahouaiej le envió un selfie sonriente, que él mostró a la nacion pues la usaba como fondo de la pantalla de su teléfono. "Yo no termino de creer que haya sido él. Que hayan encontrado su tarjeta de residencia no es una prueba suficiente ", dijo en un tono desafiante este joven musculoso y engominado, con una cicatriz que le atraviesa la mejilla izquierda. Cuarenta y ocho horas después de la tragedia, la familia se encuentra en una fase de negación, incapaz de comprender y asumir lo que pasó.
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