En su polémico libro, Ganswein reveló la reacción de Benedicto XVI cuando Francisco dijo que era como un “abuelo sabio en casa”
El secretario privado del expapa emérito intentó frenar la publicación de su texto tras las filtraciones, pero finalmente salió a la venta hoy
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ROMA.- Después de haber levantado gran polvareda al salir anticipos explosivos justo el día del funeral del papa emérito, el jueves pasado, finalmente salió hoy a la venta en Italia Nada más que la verdad, mi vida al lado de Benedicto XVI, el libro que escribió su secretario privado, el arzobispo alemán Georg Ganswein.
El texto es considerado por la mayoría de los medios italianos un “ataque” a Francisco, una “vendetta” (venganza) de su secretario privado, que no ocultó haber quedado “shockeado” y golpeado cuando Jorge Bergoglio le pidió que se tomara una licencia de su cargo de prefecto de la Casa Pontificia para cuidar del papa emérito, después de un cortocircuito, en enero de 2020.
Ganswein, de 66 años, el lunes pasado pidió una audiencia con el papa Francisco en la que se cree que se excusó por la tormenta que generaron los fragmentos que se filtraron de este libro autobiográfico, que revela diferencias entre el Pontífice y su antecesor. Un libro que fue considerado poco oportuno por cardenales y miembros de la curia de todo color y que, más que vendetta, terminó siendo un verdadero bumeran para Ganswein, que en los últimos días de fuego se llamó a silencio.
Según KNA, la agencia católica alemana, Ganswein intentó, en vano, detener la publicación del libro –editado por el coloso Mondadori-, cuyo PDF comenzó circular pocos días después de la muerte de Benedicto, el 31 de diciembre, a los 95 años, entre periodistas y miembros de la curia romana.
El libro
En la obra, de 336 páginas, ayudado por el periodista italiano Saverio Gaeta, Ganswein describe tres períodos de la vida de Joseph Ratiznger (1927-2022): el de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (1982-2005); el de su pontificado (2005-2013) y sus casi diez años como papa emérito, después de su clamorosa abdicación anunciada al mundo el 11 de febrero de 2013. Ganswein cuenta haber sido informado de esta dramática decisión muchos meses antes y haber intentado, en vano, convencerlo de no dar ese paso, al igual que su secretario de Estado, el cardenal italiano Tarcisio Bertone, alto prelado de lo más criticado en el libro.
Aunque es la parte en la que describe los últimos años de inédita convivencia entre dos papas, uno en funciones y el otro retirado, la que hizo más ruido. Como se informó, Ganswein asegura que el problema no fue “tanto la coexistencia de dos papas, uno reinante y otro emérito, sino el nacimiento y el desarrollo de dos bandos opuestos”, con “dos visiones de Iglesia”. El libro deja en claro, de todos modos, que Ganswein nunca logró llevarse bien con Francisco, con quien jamás logró sintonía.
Aunque el secretario privado destaca que la convivencia entre Ratzinger y Bergoglio siempre fue buena y marcada por respeto y afecto mutuos, en el libro saca a la luz detalles que, muchos creen, aportan poco. Y que Benedicto probablemente hubiera querido que quedaran en ese mismo silencio que se impuso al renunciar al trono de Pedro.
Por ejemplo, al contar que Francisco siempre le enviaba a su antecesor sus encíclicas y demás documentos pontificios acompañados por una carta, revela que “a la sensibilidad teológica de Benedicto, algunas afirmaciones de Francisco en la Evangelii Gaudium le sonaron extrañas”. En particular, menciona y cita el punto 27 de ese documento: “Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación”.
En otra parte relata que cuando el papa Francisco saludó públicamente a Benedicto en septiembre de 2014 durante la celebración de la Jornada para la Tercera Edad en la Plaza de San Pedro, ocasión en la que reiteró que para él tenerlo viviendo en el Vaticano era como tener al “abuelo sabio en casa”, Benedicto comentó “simpáticamente”: “Bueno, en el fondo tenemos sólo nueve años de diferencia. Quizás era más correcto definirme ‘el hermano mayor’”.
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