En sólo un día, se cerró el caso que sacudió a la política china
La esposa de Bo Xilai fue acusada por el homicidio de un británico; aún espera el veredicto
PEKIN.– Un solo día –exactamente siete horas– duró el juicio más esperado de los últimos años en China. Gu Kailai, esposa del prominente dirigente Bo Xilai, fue acusada de homicidio intencional por la muerte del empresario británico Neil Heywood y espera un veredicto que quedó aplazado de manera indefinida.
Con la apertura y clausura en apenas un día del juicio políticamente más sensible en décadas, Pekín espera poner punto final a un escándalo que socavó su credibilidad en momentos en que el Partido Comunista Chino (PCC) se prepara para una transición en el liderazgo en octubre, que sólo ocurre cada diez años.
La sesión judicial fue a puertas cerradas y con la presencia de dos funcionarios británicos. Según el tribunal, la esposa de Bo "no hizo objeciones" a la acusación de homicidio intencional, que en China es castigable con la pena de muerte.
"El PCC debe lidiar con el caso de Gu antes de enfrentarse al de Bo Xilai, que es políticamente el más apremiante", explicó a LA NACION Joseph Fewsmith, profesor de la Universidad de Boston especializado en política china.
La decisión de celebrar el juicio en Hefei, lejos de las grandes urbes, fue una señal de que Pekín quería mantenerlo con un bajo perfil. Si Gu –que ya confesó su culpabilidad– fuera declarada culpable, como se cree que sucederá, se podría reducir el impacto negativo que el caso tuvo sobre el PCC.
Así, podría servir para aliviar las tensiones entre los bandos más liberales y los más cercanos a Bo, que interpretan su caída como una purga premeditada. Y, también, para no tener que develar detalles sobre la fortuna de los Bo, que generaría interrogantes sobre las redes de negocios que tejen los altos funcionarios en un país donde la política y la economía están estrechamente ligadas.
"En este caso pareciera que utilizan el presunto homicidio de un extranjero para minimizar la necesidad de imponer una pena severa contra Bo", señaló a LA NACION Roderick MacFarquhar, investigador de Harvard especializado en las dinámicas del poder central en China.
La imagen de Gu dio un giro de Jackie Kennedy a Lady Macbeth. Era reconocida como una sobresaliente emprendedora en Dalian, donde edificó millonarios negocios; como una destacada abogada, al ser la primera china en ganar un pleito civil en Estados Unidos, y como la "gran mujer" detrás de Bo.
Sin embargo, hace seis meses su vida dio un giro cuando Wang Lijun, la mano derecha de Bo durante años, se refugió en el consulado de Estados Unidos en Chengdu y entregó información clasificada. Su pedido de asilo fue denegado, pero el ex jefe de policía de Chongqing reveló a diplomáticos estadounidenses detalles sobre la misteriosa muerte de Heywood y la red de negocios de los Bo a cambio de ser entregado al gobierno central, en vez de a los partidarios de su antiguo protector. Gran Bretaña pidió de inmediato una investigación sobre la muerte y el caso estalló.
Las circunstancias de la muerte de Heywood son aún oscuras. El británico mantenía relaciones amistosas y negocios desde hacía una década con los Bo. En noviembre, viajó a Chongqing a pedido de Gu. Luego fue hallado muerto en un hotel. La explicación oficial de su fallecimiento fue "exceso de alcohol". Aunque a su familia le hablaron de un infarto, y se dice que el empresario era abstemio, su cuerpo fue cremado sin una autopsia.
Pronto se supo que Gu y su antiguo socio habían peleado por "diferencias económicas". La hipótesis más aceptada es que Heywood les habría pedido dinero a cambio de asesorarlos sobre cómo transferir su fortuna fuera del país.
Por otra parte, una condena de Gu podría replicar una de las viejas costumbres de las luchas políticas chinas: adjudicar la culpa a la esposa. "La importancia que se le dio a Gu tiene que ver con que anteriormente el PCC utilizó a las mujeres para desviar las críticas hacia sus maridos", dijo MacFarquhar.
Ahora, el gran dilema es el destino de Bo. "Hay un debate sobre si se le debe considerar un asunto interno del PCC o un caso penal –explicó Fewsmith–. Una condena vaga por corrupción no resultará satisfactoria para las voces críticas dentro del partido o para los chinos en general."
Más allá del caso Heywood, que disparó la caída de Bo, es claro que el dirigente resultaba incómodo para varias facciones del PCC. Sus ambiciones desmedidas despertaban recelos dentro del ala más progresista del gobierno. Sin embargo, Bo gozaba de gran prestigio entre el pueblo y el ala más conservadora, que buscaba auparlo a uno de los nueve escaños en la cúpula del gobierno.
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