Es un término legal técnico dentro de la ley islámica que tiene varias traducciones y es invocado ahora para condenar a las personas que participan de las protestas contra el régimen
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La justicia en Irán contempla un delito de suma gravedad, ya que por su definición dentro del contexto de la ley islámica, es prácticamente una sentencia de muerte: el delito de “odio contra Dios” o “moharebeh”.
Hasta la fecha, la República Islámica de Irán ha ejecutado cientos de personas bajo este delito.
Esta semana, ahorcó a dos manifestantes vinculados a las protestas que se han registrado en todo el país desde septiembre a raíz de la muerte en custodia de una joven que fue arrestada por la policía de la moral por llevar mal puesto el hijab o velo islámico.
Mohsen Shekari y Majidreza Rahnavard, ambos de 23 años, fueron ejecutados en el lapso de pocos días, tras ser condenados por el delito de moharebeh por un tribunal revolucionario.
Shekari fue encontrado culpable de haber atacado a un integrante de la paramilitar Fuerza de Resistencia Basij con un machete en Teherán, mientras que a Rahnavard se le sentenció por supuestamente haber matado a dos miembros del mismo grupo.
Organizaciones de Derechos Humanos denunciaron que los manifestantes fueron sentenciados a muerte en tribunales ilegítimos sin debido proceso y advierten del “riesgo serio de ejecuciones en masa de manifestantes”.
Señalan que los individuos acusados de moharebeh no tienen derecho a contratar un abogado independiente y que muchos de los casos se basan en confesiones forzadas.
Lo más desconcertante, desde un punto de vista del derecho tradicional, es que el delito está abierto a interpretación. “La acusación depende de que un juez crea que se está haciendo una guerra contra Dios”, explica Amir Azimi, editor en jefe del Servicio Persa de la BBC.
“Enemigos de Dios”
Después de la Revolución Iraní de 1979 la ley iraní empezó a cambiar de su base laica a la sharia (la ley islámica).
“La emergente República Islámica de Irán empezó a aplicar globalmente esta ley, pues es un código de conducta para los musulmanes”, señala Amir Azimi
Dentro de la sharia, el moharebeh es un término legal técnico que tiene varias traducciones que incluyen “hacerle la guerra a Dios”, “guerra contra el Estado y Dios” u “odio contra Dios”, de manera que los culpables son “enemigos de Dios”.
De acuerdo con el artículo 279 del Código Penal Islámico, moharebeh puede significar desenvainar un arma con la intención de atentar contra la vida, la propiedad o el honor de las personas o para intimidarlas, de manera que provoque inseguridad en el entorno.
Esa es una de las acusaciones básicas, señala el editor en jefe del Servicio Persa. “Textualmente, si un individuo toma armas (pueden ser de fuego o blancas) y las usa para ‘aterrorizar’ a alguien, se considera que comete moharebeh. No es necesario causar la muerte de alguien. Con sólo amenazar a la víctima es suficiente”.
Según esa interpretación, el primer ejecutado de estas recientes protestas, Mohsen Shekari, tenía que ser condenado por herir a uno de los miembros de la paramilitar Bajib.
Aún si el acusado tuviese un argumento que lo exculpara, había otra acusación básica por la que lo condenaron: el bloqueo de vías.
“El bloqueo de vías también es considerado parte del delito, porque históricamente se remite a los asaltantes antiguos que bloqueaban las rutas para robar a los transeúntes”, dice Azimi.
Entonces, aquí hay una interpretación literal de los hechos, pues el bloqueo de vías siempre sucede cuando hay manifestaciones, aún sean pacíficas, como la mayoría de las protestas actuales.
Acción personal
Parte crucial de la interpretación del delito también tiene que ver con si el ataque es personal o no.
Por ejemplo, alguien que mata a otra persona por motivos personales no necesariamente es clasificado como culpable de moharebeh. “El asesino, si paga por su delito o la familia de la víctima lo perdona, no correría la suerte de ser ejecutado”, indica Azimi.
Pero en una protesta, los manifestantes no están dirigiendo su furia contra alguien en particular, así que sus acciones no son personales. En ese caso, sí están sujetos a ser acusados de moharebeh.
Eso permite que la ley se utilice políticamente cada vez más. Se equipara con “aterrorizar”, que es en sí un término muy vago.
“Desde el punto de vista del régimen de la República Islámica de Irán, que se considera la representación de Dios sobre la Tierra, si hay un movimiento, un grupo o un individuo que quiera cambiar ese régimen, de por sí están haciéndole la guerra a Dios y por ende son automáticamente acusados de mohabereh”, explica el editor en jefe del Servicio Persa de la BBC.
Casi sin discusión alguna terminan ejecutados por este crimen capital. Muchos activistas políticos han sido acusados, detenidos, juzgados y condenados por lo mismo.
Arma política
Por su naturaleza política, el régimen lo utiliza contra las personas o agrupaciones opositoras o disidentes, cuyas luchas de reivindicación política podrían considerarse legítimas en otros contextos. Pero en Irán los colocan dentro de esta categoría contra la cual tienen muy poca defensa.
“Eso ha sucedido anteriormente contra los kurdos y otras comunidades minoritarias”, indica Amir Azimi.
La organización humanitaria Human Rights Iran, con sede en Noruega, denunció la ejecución de los prisioneros políticos kurdos Loghman Moradi y Zanyar Moradi en septiembre de 2018, alegando que sus confesiones fueron forzadas y que no tuvieron representación legal adecuada.
Esas son algunas de las críticas más firmes contra la aplicación de este delito, pues los acusados no tienen acceso a una defensa independiente. El tribunal les asigna un abogado que básicamente repite el fallo del juez.
Si la persona acusada puede contratar un abogado privado, este no tiene permiso de entrar en contacto con él ni manera de presentar evidencia que lo exculpe. Tampoco puede apelar la sentencia.
Por su parte, el juez del tribunal revolucionario tiene entonces mucho margen para interpretar el delito y emitir su fallo.
Los líderes de Irán han tildado las protestas de “motines” instigados por enemigos extranjeros del país.
“Desde el punto de vista del gobierno, estas personas han sido engañadas por agentes extranjeros enemigos del régimen que las han hecho a actuar de esta forma”, comenta Azimi, “así que si dices que fuiste engañado o que no estabas en tus cabales, es posible que seas perdonado”.
Los activistas señalan que los medios estatales transmiten rutinariamente las confesiones falsas de detenidos.
En un video trasmitido por la televisión estatal después del arresto de Rahnavard, el acusado no niega haber atacado a los miembros de Basij, pero dice que no recordaba los detalles, porque no se encontraba en un estado mental adecuado. Aun así, fue ejecutado.
En las últimas cuatro décadas Irán ha ejecutado a miles de personas. Después de China, es el país que más ejecuciones lleva a cabo anualmente.
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