Coronavirus. Experimento en pandemia: Alemania prueba un ingreso básico universal de 1200 euros por mes
PARÍS.- Alemania comenzará a experimentar el ingreso básico universal con un grupo de 120 personas, que recibirán 1200 euros mensuales durante tres años sin ninguna condición previa. La idea, que data del siglo XVI, cada vez se abre más camino en nuestras sociedades en crisis.
La noción de dar a los ciudadanos ingresos regulares independientemente de que estén o no empleados, con el objetivo de equilibrar las enormes disparidades económicas agravadas por la crisis del coronavirus, ganó adeptos en todo el espectro político alemán en los últimos meses. Sus defensores argumentan que es la mejor forma de proveer una red de seguridad universal que permitirá a la gente beneficiarse con una vida más independiente y enriquecedora. Sus detractores lo rechazan por su aparente costo y como un modo de desmotivar a la gente en la búsqueda de trabajo.
Los mismos argumentos fueron esgrimidos en experiencias anteriores, tanto en Holandacomo en Finlandia. Y los resultados de las mismas -hasta el momento- no parecen ser concluyentes, excepto en el terreno del bienestar humano.
Durante dos años, desde enero de 2017 a diciembre de 2018, el gobierno de Finlandia otorgó 560 euros por mes a 2000 desempleados, sin ninguna condición previa, y lo comparó con otro grupo de control de 173.000 personas que solo cobraban el seguro de desempleo. Según los responsables del estudio, hubo escasa diferencia estadística entre los integrantes de ambos grupos en cuanto a la búsqueda y obtención de un trabajo.
No obstante, la diferencia fue significativa en la sensación de bienestar personal en cada grupo. Aquellos que recibieron el ingreso básico declararon niveles mucho menos importantes de estrés e inseguridad.
"El bienestar fue sensiblemente superior en ese grupo que en el de control. Notamos un aumento significativo en ese sentido", declaró el responsable del estudio Minne Ylikanno, investigador en el Finland’s Social Insurance Institution (KELA).
El esquema de la experiencia alemana, financiada por 140.000 donantes privados en una operación de "crowdfunding" organizada por un instituto económico, es un intento de dar una base todavía más científica a la cuestión.
"Hasta el momento, el debate en Alemania se ha mantenido entre un nivel de filosofía de salón y una guerra de religión", analiza Jürgen Schupp, responsable del estudio para el German Institute for Economic Research (DIW).
El proyecto incluirá un total de 1500 personas seleccionadas por sorteo en toda Alemania, 120 de las cuales recibirán 1200 euros por mes. Esa suma se sitúa justo por encima de la línea de pobreza y un poco por debajo del 50% del salario mediano neto (diferente del salario promedio). Cada uno de los participantes deberá dar cuenta de su vida, sus eventuales trabajos, lo que hace con su tiempo libre y cuáles fueron los cambios psicológicos que experimentó.
El resto del grupo no recibirá dinero, pero responderá a los mismos cuestionarios. El colectivo encargado de financiar el proyecto, llamado Mein Grundeinkommen (mi ingreso básico), que cuenta con cerca de 200.000 miembros, ya subvenciona desde 2014 otro programa para 668 personas, que reciben 1000 euros por mes. Según sus responsables, las encuestas realizadas demuestran que 90% de los alemanes seguirían trabajando aun con un ingreso universal.
No hay dudas, en todo caso, de que la idea de un ingreso básico universal cuenta cada vez con más adeptos. Para los gobiernos y los responsables políticos, sin embargo, el elemento central del debate es su costo.
Subrayando esa línea divisoria entre ciudadanos e instituciones, Bernhard Neumärker, director del departamento de Políticas Económicas de la universidad de Friburgo, afirma que "cuando se trata del ingreso básico universal, las élites políticas están muy atrasadas con respecto a la población".
"Como se sienten inseguros, los políticos echan mano de argumentos simples, como asegurar que la gente se volverá perezosa o que no hay forma de financiarlo. Y se terminó. Caso cerrado, pasemos a otra cosa", agrega. "Alemania y otros países de la Unión Europea pensaron hasta ahora que todo iba bien sin un ingreso universal. Entonces, ¿por qué cambiar?", señala.
A su juicio, sin embargo, la presión pública -sobre todo en situaciones de crisis como la actual- podría llevar a los gobiernos a cambiar de opinión.
Gran defensor del ingreso básico universal, Bernhard Neumärker cree que, ahora que la crisis demostró que todo será más difícil y que el Estado bienestar tendrá serias dificultades en seguir funcionando como antes, "instaurar un ingreso básico universal bien organizado, será uno de los pocos modelos sostenibles para una economía de mercado moderna".
En todo caso, la idea de un ingreso universal no es nueva. Desde hace siglos cuenta con la adhesión de socialistas, libertarios e incluso militantes de extrema derecha. El primero en imaginarla fue el escritor inglés Thomas More. En su libro "Utopía", publicado en 1516, habla de una isla donde los habitantes tendrían sus necesidades aseguradas, sin depender del trabajo.
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