En plena campaña, el Partido Popular acapara poder local con el apoyo clave de Vox
El partido liderado por Alberto Núñez Feijóo se hizo con 32 de las 52 capitales de provincia; advertencia de Sánchez
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BARCELONA.– El Partido Popular (PP) convirtió su victoria en las elecciones municipales y autonómicas de hace tres semanas en un auténtico imperio político de carácter local. El sábado, se constituyeron todos los consistorios municipales y, en decenas de ellos, los candidatos populares ascendieron al poder gracias a los pactos con la ultraderecha de Vox, un asunto que el presidente Pedro Sánchez puso en el centro de su campaña de cara a las elecciones generales del 23 de julio.
En total, el partido liderado por Alberto Núñez Feijóo se hizo con 32 de las 52 capitales de provincia distribuidas por toda la geografía del país, con un par de excepciones: el País Vasco y Cataluña. Precisamente, de Barcelona llegó la única buena noticia del día para el Partido Socialista, pues su candidato, Jaume Collboni, se convirtió en el alcalde de la ciudad condal tras un alambicado pacto con el PP y la marca de Unidas Podemos, arrebatándole la victoria a la lista más votada, de tendencia independentista.
En cambio, en otros antiguos feudos socialistas, como Andalucía, el PP acapara la mayoría de ciudades, incluida su capital, Sevilla. Así pues, el PSOE solo controlará una decena de capitales de provincia.
Tres semanas después de las elecciones, no emerge un patrón claro en la relación entre el PP y Vox. Mientras en algunos casos, los candidatos populares han optado por gobernar en minoría, como es el caso de la ciudad de Valencia, en otros lugares, como Ciudad Real, Elche o Valladolid, sí que hubo un pacto entre las formaciones de derecha.
De la cincuentena de urbes de más de 30.000 habitantes donde era necesaria la suma de los concejales de PP y Vox para alcanzar la mayoría absoluta, sellaron pactos de gobierno en 25. En 14 de ellas, el PSOE había sido la lista más votada. La estrategia de Feijóo parece haber sido dar libertad a sus candidatos locales para que escogieran pareja de baile.
Sin duda, el pacto más trascendental de la derecha no ha sido de ámbito municipal, sino autonómico. En la Comunidad Valenciana, ambos partidos acordaron la semana pasada formar un gobierno de coalición a partir de un acuerdo programático de 50 puntos. En uno de ellos, se habla de prevenir “la violencia intrafamiliar”, lo que se interpretó como una aceptación por parte del PP de los postulados de Vox, que niega la existencia de la violencia machista.
De hecho, el que fue su candidato a presidir la Generalitat Valenciana, Carlos Flores, fue condenado por maltratar a su exesposa hace dos décadas. El PP vetó su entrada en el gabinete autonómico, y Vox optó por presentarlo como cabeza de lista en Valencia en las elecciones del 23 de julio. En otras autonomías en las que el PP necesita de Vox, como en las Islas Baleares y Extremadura, se está produciendo un tira y afloje entre ambas formaciones. Por ejemplo, en Extremadura, el partido liderado por Santiago Abascal exige entrar en el Ejecutivo, pero el PP se niega y solo está dispuesto a ofrecerle presidir el Parlamento.
“Pactos de la vergüenza”
Desde el PSOE se han calificado los acuerdos del PP con “la extrema derecha” de “pactos de la vergüenza”, y las críticas se han centrado sobre todo en el peligro que representan para los derechos de la mujer. “Negar la violencia de género no puede ser más que retroceder”, cargó el presidente Sánchez en una entrevista con la cadena de radio SER.
El líder socialista también censuró el hecho de que el pacto en Valencia no recogiera medidas contra el cambio climático, lo que atribuye al “negacionismo” de Vox. “Hay algo más peligroso que Vox, y es que el PP asuma sus postulados y políticas”, sentenció el presidente.
La cuestión de cómo abordar el ascenso de la ultraderecha se convirtió en uno de los grandes debates en Europa, que ve cómo aumentan los países en los que se rompe el “cordón sanitario” promocionado por los conservadores alemanes de la CDU. El último país donde cayó el tabú es Finlandia, donde la semana pasada se selló un nuevo Ejecutivo que incluye a partidos de derecha con uno de extrema derecha.
Tras la tormenta mediática que desató el pacto de Valencia, Feijóo intentó calmar los ánimos a través de un mensaje en Twitter. “La violencia de género existe y cada asesinato de una mujer nos conmociona como sociedad”, dijo el líder popular, que afirmó que su partido no dará “ni un paso atrás”, y que “no van a renunciar a sus principios”. Este lunes, el candidato del PP volvió a insistir en la misma idea al presentar un decálogo de medidas para sus primeros días de gobierno, entre las que figura “la lucha por la igualdad y contra la violencia de género”.
Mientras el PSOE azuza el miedo a un gobierno con Vox, el PP mantiene la estrategia que tan bien le funcionó en las municipales de criticar a Sánchez sus pactos con EH Bildu, la izquierda nacionalista vasca que nunca condenó los atentados de ETA. Por eso, en un lugar central del decálogo de medidas de Feijóo figura revisar “una por una” las leyes y medidas en las que el voto de Bildu fue decisivo. Asimismo, Feijóo se compromete a bajar los impuestos sobre la renta.
Durante los últimos días se publicaron diversas encuestas, y la mayoría muestran que Sánchez no está consiguiendo su propósito de movilizar a los votantes de izquierda. Según un sondeo para el diario El País, el PP sería el partido más votado con una holgada diferencia respecto del PSOE, y la suma de sus diputados a los de Vox lo situaría al borde de la mayoría absoluta.
El único sondeo que apuesta por una victoria del PSOE es el del CIS, el instituto público de opinión, muy criticado durante los últimos años por ofrecer pronósticos sesgados.
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