En Perú, el Papa condenó el "virus" social de la corrupción de América latina
LIMA.- Después de haber estado por la mañana con los pueblos de la Amazonia, periferia del Perú, vuelto a esta capital, desde el centro del poder político del país, el Palacio de Gobierno, Francisco tocó hoy el otro gran tema de su visita: la corrupción. Pero no se limitó a denunciar el proceso de “degradación” moral de Perú -país único, que tiene a todos sus ex presidentes vivos investigados o presos-, sino que extendió los alcances de este “flagelo social” a todo el continente.
“Cuánto mal le hace a nuestros pueblos latinoamericanos y a las democracias de este bendito continente ese «virus» social, un fenómeno que lo infecta todo, siendo los pobres y la madre tierra los más perjudicados”, clamó, en un discurso que pronunció ante el presidente peruano Pedro Pablo Kukzynski, que se salvó antes de la Navidad de un juicio político justamente por algunos negocios turbios conectados con el escánalo Odebrecht, que golpeó a toda la región.
“Lo que se haga para luchar contra este flagelo social merece la mayor de las ponderaciones y ayudas… y esta lucha nos compete a todos”, agregó, insistiendo sobre un tema que desde sus tiempos de arzobispo de Buenos Aires lo preocupa especialmente y que considera uno de los peores pecados.
Aunque no los mencionó, el Papa aludió a las decenas de escándalos de corrupción que han minado la credibilidad de la clase política de esta parte del mundo, incluída la de su madre patria. Entre ellos, el relacionado con el gigante de la construcción Odebrech, que significó una vitual “tangentópolis” brasileña y que salpicó a muchos otros mandatarios latinoamericanos.
Por sus nexos con el escándalo Odebrecht hasta estuvo a punto de caer al presidente Kukzinski, aquí llamado PPK, que se salvó de un proceso de vacancia política, indultando a otro ex presidente cuestionado, entre otros delitos, por casos de corrupción, Alberto Fujimori. Una movida muy criticada, que creó una crisis política e institucional que no se veía aquí desde hace al menos dos décadas, precipitó la popularidad de PPK y dividió como nunca a la opinión pública.
En este marco, el Papa destacó la importancia de una “mayor cultura de la transparencia entre entidades públicas, sector privado y sociedad civil”. “Nadie puede resultar ajeno a este proceso; la corrupción es evitable y exige el compromiso de todos”, aseguró. “A quienes ocupan algún cargo de responsabilidad, sea en el área que sea, los animo y exhorto a empeñarse en este sentido para brindarle, a su pueblo y a su tierra, la seguridad que nace de sentir que Perú es un espacio de esperanza y oportunidad… pero para todos y no para unos pocos; para que todo peruano, toda peruana pueda sentir que este país es suyo, en el que puede establecer relaciones de fraternidad y equidad con su prójimo y ayudar al otro cuando lo necesita; una tierra en la que pueda hacer realidad su propio futuro”, señaló.
Francisco aludió así a las dramáticas diferencias sociales de este país de 31 millones de habitantes donde, en el marco de una economía en acelerado crecimiento pero sin regulación ni control y ante un Estado débil, la corrupción se ha desarrollado de manera sistemática en el ámbito político, económico y social. En el ránking de Transparency International Perú se encuentra en el puesto 101 de 176 países. Perú también es un caso único porque tiene a todos sus ex presidentes vivos investigados por corrupción o encarcelados (Humala, Alan García, Fujimori).
Alfonso Quiroz, historiador peruano ya fallecido, en su Historia de la Corrupción en el Perú, calculó que su país asignó a la corrupción “entre 3 y 4 por ciento del PBI en el largo plazo (1820-2000)… [y de ese modo] el Perú perdió o distribuyó mal el equivalente de aproximadamente el 40 a 50 por ciento de sus posibilidades de desarrollo”.
“La persistencia de la corrupción en la sociedad peruana causa graves daños que afectan el desarrollo humano de millones de peruanos, obstaculizan el crecimiento económico y su competitividad y deterioran la gobernabilidad del país y la confianza ciudadana en sus gobernantes”, explicó a La Nación el padre jesuita Ernesto Cavassa, rector de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. “La corrupción ha paralizado grandes obras públicas dejando sin empleo a miles de trabajadores. Hay 968 obras paralizadas en el país, que afectan servicios básicos como la salud, educación, el transporte, la vivienda y el acceso al agua y saneamiento de millones de peruanos”, agregó.
En su discurso en el Palacio Presidencial, también llamado Casa de Pizarro, sede del ejecutivo y residencia presidencial -que PPK no utiliza, sino que prefiere vivir en un coqueto chalet de San Isidro, uno de los barrios más elegantes de esta capital-, como había hecho por la mañana en Puerto Maldonado, Francisco exaltó inmensos recursos de la tierra peruana y la riquísima pluralidad cultural de su pueblo. Luego de reiterar la necesidad de reconocer y respetar a los pueblos locales, relacionó la preocupante “degradación del medio ambiente”, de la “degradación moral” de nuestras comunidades. “No podemos pensarlas como dos instancias distintas. A modo de ejemplo, la minería informal se ha vuelto un peligro que destruye la vida de personas; los bosques y ríos son devastados con toda la riqueza que ellos poseen. Todo este proceso de degradación conlleva y promueve organizaciones por fuera de las estructuras legales que degradan a tantos hermanos nuestros sometiéndolos a la trata —nueva forma de esclavitud—, al trabajo informal, a la delincuencia… y a otros males que afectan gravemente su dignidad y, a la vez, la de esta nación”, dijo. “Trabajar unidos para defender la esperanza exige estar muy atentos a esa otra forma —muchas veces sutil— de degradación ambiental que contamina progresivamente todo el entramado vital: la corrupción”, agregó. Y lamentó el mal que ese “virus social” le hace a los pueblos y democracias de América latina, afectando sobre todo a los pobres y a la “madre tierra”.
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