En otra protesta, los "chalecos amarillos" perdieron poder de movilización
PARÍS.- El quinto sábado de movilización de los "chalecos amarillos" en Francia estuvo marcado por una fuerte desmovilización, que reunió ayer en París a unos escasos 2200 manifestantes y 66.000 en el resto del país.
" La manifestación fue mucho más débil y sensiblemente menos agresiva que la semana pasada", reconoció un vocero de la prefectura de policía de la capital francesa.
Esa notable desmovilización fue el resultado de la tensión terrorista que vivió el país en los últimos días, las divisiones que estallaron en el movimiento, la proximidad de las fiestas de fin de año y -en parte- las concesiones que anunció el presidente Emmanuel Macron el lunes pasado. A todo ello se sumaron una ola de frío polar y una lluvia intermitente. Todos esos fenómenos hicieron disminuir en forma sensible la "fiebre amarilla" que desde hace un mes mantenía a Francia en estado de extrema tensión.
Hace ocho días, los "chalecos amarillos" habían reunido 10.000 personas en la capital y otras 125.000 en el resto del país.
Por lo menos 168 personas fueron detenidas ayer en París, mientras que en el resto hubo algunos disturbios de magnitud, principalmente en Burdeos.
El enorme dispositivo policial desplegado en la capital -que superó en proporción de tres a uno a los manifestantes- permitió obtener el efecto disuasivo buscado por las autoridades, que habían movilizado 8000 efectivos antimotines, vehículos blindados, cañones de agua, policías a caballo y un escuadrón de motos.
Los "chalecos amarillos" que se reunieron en París, principalmente en los Campos Elíseos y en la Plaza de la Ópera, se manifestaron sin crear incidentes en medio de comercios abiertos y turistas que observaban el inusual espectáculo. La tensión, sin embargo, aumentó por la tarde con la llegada de militantes extremistas de izquierda y de derecha, así como vándalos y jóvenes de los suburbios que parecían exclusivamente interesados en causar desórdenes y pillajes.
Como en las últimas semanas, las zonas comerciales fueron protegidas por un amplio dispositivo de seguridad que incluía puntos de control para registrar a quienes pretendían acceder a esas áreas.
Por primera vez en un mes, a pesar de la tensión que persistió durante toda la jornada, los grandes almacenes cercanos a la Plaza de la Ópera y los comercios de los Campos Elíseos pudieron funcionar normalmente.
En cambio, por razones de seguridad estuvieron cerrados numerosos monumentos y museos, como el Arco del Triunfo, el Panteón, la Santa Capilla, el Petit Palais y el Museo de Arte Moderno, pero permanecieron abiertos la Torre Eiffel, el Museo del Louvre, la Ópera y el Museo del Hombre.
En otras ciudades del país -como Burdeos, Toulouse, Nantes, Saint-Etienne y Périgueux-, grupos de vándalos intentaron repetir la violencia de la semana pasada, pero fueron vigorosamente dispersados por la policía con cañones de agua y gases lacrimógenos.
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