En medio de varias crisis en el mundo, Joe Biden contrapone dos alternativas: mi estilo o el de Donald Trump
El presidente estadounidense se plantó en los últimos días como un líder más confiable que su predecesor, menos personalista en la toma de decisiones y más cercano a los líderes democráticos y al multilateralismo
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BALI, Indonesia.- Después de una semana de diplomacia y manejo de crisis en Asia y Medio Oriente, el presidente Joe Biden regresa a Estados Unidos reconfirmado en su convicción de que este período de guerra y turbulencia económica necesita de su marca de gestión, la política de construcción de consensos, reforzando las diferencias de liderazgo que lo separan de Donald Trump, y justo cuando el expresidente acaba de anunciar su nueva apuesta para ocupar la Casa Blanca en 2025.
La gira de Biden por Egipto, Camboya e Indonesia tuvo el impulso de una catarata de noticias mejores que lo esperado para los demócratas en las elecciones legislativas, y tuvo su clímax con su reunión de casi tres horas con el líder máximo de China, el presidente Xi Jinping, que pareció relajar la dura retórica entre las dos economías más grandes del mundo, cada vez más enfrentadas por su competencia internacional.
Cuando se difundieron informes de que cohetes de fabricación rusa habían matado a dos personas en Polonia, Biden convocó a una reunión de emergencia con la OTAN y los líderes del G-7, y se negó a especular sobre el punto de origen de esos misiles hasta obtener más información.
Los colaboradores y aliados de Biden coinciden en que los eventos de esta semana son el mejor ejemplo del modelo de gestión del presidente norteamericano, que pregona atemperar los ánimos y restablecer el tipo de alianzas que su predecesor ignoró o desechó. Durante su viaje por Asia, Biden efectivamente les presentó a los líderes mundiales la misma opción sobre la que basó su campaña para las recientes legislativas en Estados Unidos: ¿Quieren el tipo de liderazgo norteamericano de Donald Trump o el mío?
El estilo de Trump durante su mandato fue diametralmente distinto: alineó a Estados Unidos con autócratas y dictadores en desmedro de sus históricas alianzas con países democráticos. Cuando fue presidente, Trump fue mucho más amigable con el presidente ruso, Vladimir Putin; con el líder norcoreano Kim Jong-un, y con el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed ben Salman. Con Xi, Trump osciló entre la adulación edulcorada y el lenguaje más furibundo, según el tema.
El martes, cuando anunció que volverá a postularse para presidente, Trump volvió a referirse al coronavirus como “el virus chino”, pero también llamó “rey” a Xi, quien el mes pasado logró extender su mandato y consolidar su poder en China.
“Trump se permitía la ‘diplomacia personal’, pensando que podía resolver los problemas lidiando él mismo de manera personal con líderes autoritarios”, dice Richard N. Hass, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores, un centro de expertos con sede en Nueva York. “Biden ve a los autoritarios como lo que son y no espera demasiado de ellos”.
Con el anuncio de Trump sobrevolando la escena global, Biden no pareció interesado en comentar sobre la candidatura del expresidente. Mientras Trump hablaba, Biden estaba desembarcando en los mangales de Bali, Indonesia, para encontrarse con sus contrapartes de Francia, el presidente Emmanuel Macron; el canciller alemán, Olaf Scholz, y el primer ministro de la India, Narendra Modi, para hacer un plantado ceremonial de un árbol, como símbolo de compromiso contra el cambio climático. Allí entre los manglares, cuando le preguntaron si tenía alguna objeción a la candidatura de Trump, Biden intercambió una mirada con Macron y siguió caminando. “No, en realidad no”, dijo al pasar, y fijo su atención en la vegetación que lo rodeaba.
En otros momentos de la semana, los mensajes sobre el presidente sobre Trump fueron implícitos. “El año pasado, en mi primer viaje al extranjero, dije que Estados Unidos había regresado, que estaba de vuelta en casa, de vuelta a la mesa y de vuelta para liderar el mundo”, dijo Biden el lunes, tras reunirse con Xi. “En el año y medio desde entonces, hemos demostrado exactamente lo que eso significa”.
“Estados Unidos ahora mantiene sus compromisos. Estados Unidos está invirtiendo en su potencia interna. Estados Unidos está trabajando junto con nuestros aliados y socios para lograr avances reales y significativos en todo el mundo”, dijo el norteamericano. “Y en este momento crítico, ninguna nación está mejor posicionada que Estados Unidos para ayudar a construir el futuro que queremos”.
Mensaje nacionalista
El mensaje de Trump fue mucho más nacionalista y confrontativo cuando anunció su campaña para 2024 desde su propiedad de Mar-a-Lago, la noche del martes. “Cuando dejé el cargo, Estados Unidos estaba listo para su edad dorada”, dijo Trump. “Nuestra nación estaba en la cúspide de su poder, prosperidad y prestigio, superando a todos sus rivales, venciendo a todos sus enemigos, y avanzaba fuerte y confiada hacia su futuro. Por primera vez desde que se tenga memoria, China se tambaleaba y retrocedía”, agregó.
Bajo su presidencia, Estados Unidos adoptó un enfoque marcadamente más duro con China, en temas como el comercio internacional, Taiwán y la influencia de Pekín en el extranjero. Y en 2020, cuando el coronavirus empezó a propagarse desde China, el antagonismo del gobierno de Trump con Pekín adquirió un matiz ideológico cada vez más marcado, y el entonces secretario de Estado, Mike Pompeo, llegó a declarar que “la misión de nuestros tiempos es blindar nuestras libertades frente al Partido Comunista Chino.”
Biden continuó con muchas de esas políticas, por más que haya suavizado sus ribetes más incisivos, y también estableció nuevas restricciones al acceso de China a la tecnología norteamericana. De hecho, buscó tener un diálogo más abierto con Xi para desactivar las críticas de Pekín hacia las políticas económicas cada vez más conflictivas de Estados Unidos hacia China.
En Asia, el enfoque de Biden se ganó todos los elogios. Thomas Lembong, exministro de Comercio de Indonesia, dijo que la “postura constructiva de Biden es claramente más propicia para la región y el mundo que las acciones hostiles de Trump, sumadas a su retórica de confrontación”.
Pero Robert Ross, profesor de ciencias políticas del Boston College y miembro del Comité Nacional de Relaciones entre Estados Unidos y China, dice que el enfoque amable de Biden también contradice el esfuerzo de su gobierno por impedir el acceso de China a tecnologías que podrían mejorar sus capacidades informáticas o reforzar su militar.
“Esta es una política diseñada para mantener la supremacía estadounidense y eso implica contrarrestar el ascenso de China”, señala Ross. “Queda claro que Biden confía mucho en la capacidad de Estados Unidos para lidiar con el auge chino, pero esa debería ser una política de Estado que se sostenga más allá del recambio presidencial y que exceda a la actual administración”.
Impacto electoral
Biden salió de Washington para su gira de una semana dos días después de las elecciones de mitad de mandato. Y en su primera escala para una cumbre climática en Egipto le apuntó a Trump por su decisión de retirarse del Acuerdo de París 2015 destinado a frenar los niveles catastróficos del calentamiento global.
Pero a medida que su viaje avanzaba, empezó a hablar menos de su predecesor y más de lo que el resultado de las elecciones intermedias implicaba para Trump y los candidatos que afirmaron falsamente que los demócratas se robaron las elecciones de 2020.
Los medios de comunicación informaron que los demócratas habían retenido el control del Senado cuando Biden estaba en su escala en Phnom Penh, Camboya, para una cumbre de líderes del sudeste asiático. Cuando llegó a Bali para la cumbre del G-20, ya era claro que para un oficialismo que enfrenta las elecciones legislativas de su primer mandato, los demócratas habían sufrido pérdidas relativamente pequeñas en la Cámara baja.
Esos resultados parecieron entusiasmar a Biden en la escena global durante el resto de su viaje. “Lo que demostraron estas elecciones es que los norteamericanos tienen un compromiso profundo e inquebrantable con la protección y defensa de la democracia”.
Biden no escribió el guion de ese drama de pantalla dividida que se desarrolló en paralelo la mañana de este miércoles en Bali –martes por la noche en Florida–, pero fue el mejor ejemplo del contraste que los asesores de la Casa Blanca esperaban exhibir cuando Trump lazara su campaña para 2024.
Unos días antes de las elecciones legislativas, un asesor de Biden dijo ante los periodistas que el probable anuncio de Trump le daría a Biden la oportunidad de mostrarse como “el presidente de Estados Unidos que lidera el mundo libre como solo él puede hacerlo”.
Biden había planeado pasar el momento del discurso de Trump dedicándose a la diplomacia fotográfica, plantando árboles con otros líderes y recibiendo una visita guiada por los manglares de parte del presidente de Indonesia, Joko Widodo.
Pero bien temprano por la mañana se despertó con la noticia de que misiles de fabricación rusa habían hecho impacto en Polonia. Retrasó el plantado de los árboles y convocó a una reunión de emergencia de los países aliados. Más tarde se dirigió a los periodistas, comprometió su pleno apoyo a una investigación y condenó la última ronda de ataques con misiles de Moscú contra Ucrania, aunque sugirió que la explosión en Polonia podría no haber sido culpa de Rusia.
Momentos después, desde su casa en Palm Beach, Trump hizo un lanzamiento de campaña de una hora, repitiendo su ya conocido discurso sobre la decadencia actual de Estados Unidos, que solo él podría revertir, todo mechado de afirmaciones provocadoras y a menudo distanciadas de los hechos. Afirmó sin evidencia alguna, por ejemplo, que la invasión de Ucrania “nunca habría ocurrido si yo fuera presidente”, y se burló de Biden por las explosiones en Polonia. “Probablemente Rusia lanzó un misil a Polonia”, dijo Trump. “Y la gente está enfurecida, enloquecida y es muy infeliz. Están muy enojados. Y tenemos un presidente que se queda dormido en las conferencias globales”.
A unos 16.000 kilómetros de distancia, Biden, que ya había realizado las primeras llamadas del día a las 5.30 de la mañana, caminaba entre los manglares con otros líderes mundiales.
Jim Tankersley y Katie Rogers
Traducción de Jaime Arrambide
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