En medio de sus propias flaquezas, EE.UU. busca dar lecciones de democracia
La reunión global convocada por Biden se realiza en momentos en que el sistema norteamericano muestra profundas debilidades
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WASHINGTON.- Un par de días antes de la Cumbre para la Democracia convocada por el presidente Joe Biden, el ministro de Relaciones Exteriores chino difundió un punzante informe sobre el sistema democrático en Estados Unidos.
“Los disparos y la farsa en el Capitolio han dejado totalmente al descubierto lo que hay en verdad debajo de la glamorosa apariencia de la democracia al estilo norteamericano”, decía el informe chino, citando los disturbios del 6 de enero pasado.
En un país donde “todo se decide por dinero”, el informe criticó “la enconada parálisis política” que hace imposible la gobernabilidad.
Una vocera de la cancillería de Rusia había usado un tono despectivo similar a fines de noviembre pasado.
“Estados Unidos se adjudica el derecho de decidir qué país es merecedor de ser llamado una democracia y cuál no”, dijo la vocera María Zakharova, según la agencia estatal de noticias Tass.
“¡Cuánto cinismo! Debo decir que es patético, dado el estado de la democracia y los derechos humanos en Estados Unidos y en Occidente en general”, añadió la funcionaria del Kremlin,
Durante la campaña presidencial de 2020, Biden prometió un reacercamiento con los aliados de Estados Unidos, muy vapuleados durante la era de Donald Trump, y unir a las democracias contra el autoritarismo de las potencias en ascenso, incluidas Rusia y China. Así que la reacción adversa de los gobiernos autoritarios que no fueron invitados a participar de una cumbre destinada a apoyar los valores democráticos no sorprende a nadie.
Pero hasta los funcionarios de Estados Unidos admiten que la democracia norteamericana está tensionada por la polarización política, la injusticia racial y la discordia, las restricciones al derecho al voto y el extremismo doméstico, entre otros problemas.
De hecho, algunos militantes presionan a Biden para que dedique más atención a resolver los problemas internos de su país antes de hacer foco en lo que pasa en el extranjero.
Bombero global
“Es imposible exportar o defender la democracia en todo el mundo cuando ni siquiera podés protegerla en tu propio país”, dice Cliff Albright, cofundador y director ejecutivo de Black Voters Matter Fund, una ONG progresista de Atlanta. “No podés ser el bombero global cuando tu casa está en llamas”.
Esas tensiones comenzaron a sobrevolar la cumbre virtual de dos días de los líderes de democracias modelo, como Alemania, Japón y Suecia, y de países con un historial con luces y sombras, como Georgia, Nigeria y Pakistán.
La cumbre, de la que también participan periodistas, activistas de la sociedad civil y empresarios, se propone ser un foro donde las democracias intercambien ideas y críticas, según señaló un funcionario de la Casa Blanca.
Los participantes también asumirán compromisos en materia de reforma política, combate de la corrupción, derechos humanos y otros temas.
“Estados Unidos está pasando una mala racha, de eso no hay duda”, dice Michael J. Abramowitz, presidente de Freedom House, un grupo no partidario dedicado a la promoción de los derechos humanos y la democracia.
Estados Unidos ocupó el puesto 50 en el ranking global de libertad de este año que realiza Freedom House, señala Abramowitz. El mes pasado, el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, con sede en Estocolmo, degradó a Estados Unidos a la lista de “democracias en retroceso”.
Pero las falencias internas no deberían disuadir a Estados Unidos de fomentar sus valores centrales allí donde el autoritarismo y el populismo han cobrado impulso en los últimos años, sostiene Abramowitz, “siempre y cuando lo haga con humildad”.
“Sin el compromiso de Estados Unidos y sus líderes, la causa de la democracia no avanzará”, advierte el especialista. “¿Quién otro podría hacerlo en su lugar?”.
Punto de inflexión
En su discurso de apertura, el presidente Biden reconoció los desafíos que enfrenta Estados Unidos, pero dijo que el mundo se encuentra “en un punto de inflexión” de la puja entre democracia y autocracia, y agregó que su administración trabajaría con el Congreso para invertir esfuerzos en la promoción de la resiliencia democrática en el resto del mundo.
“En mi opinión, las decisiones que tomemos determinarán la dirección de nuestro mundo en la próxima década”, dijo Biden.
La nueva iniciativa del mandatario prevé la inversión de unos 424 millones de dólares para apoyar a los medios de comunicación independientes en el extranjero, combatir la corrupción, ayudar a los activistas civiles, promover la tecnología y defender elecciones justas, según informó la Casa Blanca.
Biden también se comprometió a demostrar que el sistema estadounidense es superior a los modelos más centralizados, como el de China, que toleran poca disidencia.
Los funcionarios de la administración norteamericana dicen que enfrentan ese desafío, pero no se hacen ilusiones sobre sus problemas domésticos.
“Llegamos al encuentro de esta semana con humildad y confianza”, declaró el martes la subsecretaria de Seguridad Civil, Democracia y Derechos Humanos, Uzra Zeya.
Y agregó: “Humildad en el sentido de que queremos escuchar y aprender, y no mirar para otro lado ante nuestras deficiencias; confianza en nuestra lucha constante por una unión más perfecta, y nuestra certeza de que, trabajando juntas, nuestras democracias pueden cumplir y resolver los problemas de los ciudadanos del mundo sin importar la versión de mano dura que los autócratas y los autoritarios traten de vender”.
Por su parte, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo esta semana que la invitación a la cumbre virtual “no debe ser interpretada como un sello de aprobación a la democracia de ningún país”.
“Esta es una nueva oportunidad, no para celebrar lo que hemos logrado con la democracia, ya sea en Estados Unidos o en otras partes, y darnos por satisfechos, sino una oportunidad para seguir esforzándonos y hacerlo cada vez mejor”, dijo la vocera presidencial.
Por M. Crowley y Z. Kanno-Youngs
The New York Times
(Traducción de Jaime Arrambide)
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