En medio de las protestas, la oposición suma presión a Lasso y pide su destitución
Lo acusan de haber provocado la crisis que sacude al país; el presidente podría activar un mecanismo llamado “muerte cruzada”; nuevas protestas en Quito
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QUITO– El enfrentamiento que se vive en Ecuador entre manifestantes indígenas y el gobierno de Guillermo Lasso, reveló este viernes otro problema para el mandatario conservador, cuando un importante sector de la oposición expresó su intención de promover su salida del poder.
La bancada de Unión por la Esperanza (UNES) formalizó el pedido de destitución del presidente conservador en la Asamblea Legislativa, cuando apenas ha sobrepasado el primer año de presidencia. Los 47 asambleístas del correísmo acusan al gobierno de haber provocado la grave crisis política y social que sacude al país.
Para destituir al presidente se necesitan dos terceras partes del Hemiciclo (91 parlamentarios), cuando los opositores solo sumaban 70 apoyos esta semana, contabilizando a los correístas, los rebeldes del partido indígena Pachakutik, los disidentes de Izquierda Democrática y varios independientes.
“Así que de momento Lasso debería sobrevivir, las Fuerzas Armadas también lo están apoyando”, dijo a LA NACION el politólogo John Polga-Hecimovich. Otra posibilidad es que el propio presidente invoque la “muerte cruzada”, fórmula constitucional que contempla la disolución de la Asamblea Nacional y la convocatoria de elecciones generales meses después.
“De esta forma Lasso se desharía de la Asamblea y tendrá menos frentes abiertos para administrar, gobernando con decretos ley por seis meses y tomando decisiones sin ataduras, como reformas a la ley laboral, seguridad social, incluso tendría vía libre para aprobar acuerdos comerciales. Tal vez no pueda ganar una elección nuevamente, pero el escenario es complejo también para la oposición”, dice el analista Pedro Donoso.
Si hay un país en el que la historia acredite que el sillón presidencial es de alto voltaje, ese es Ecuador, al menos hasta la llegada de Rafael Correa al poder en 2007. Durante años, la fuerza de la sierra tumbó un presidente tras otro y antes de eso, hasta el famoso populista Abdalá Bucaram fue destituido por “loco”.
El poder de las marchas indígenas, capaces de paralizar a todo un país, sigue presente en las protestas de 2022, como ya lo estuvieran en 2019, que dejaron tan debilitado al entonces presidente Lenín Moreno que su último periodo en el gobierno fue una verdadera agonía.
La situación empeora para Lasso con el paso de las horas: la posibilidad de que pierda el poder existe y el fantasma sobrevuela en su propio gobierno.
Todo es posible
“Todo es posible en Ecuador, pero la destitución presidencial no es la mejor salida hoy en día. El gobierno no es bueno, pero fue elegido y debe terminar su mandato”, apuesta Michel Leví, coordinador del Centro Andino de Estudios Internacionales.
La difícil cohabitación política que se avizoraba en la Asamblea Nacional hace un año ha resultado aún peor de lo previsto. Los desencuentros con el aliado electoral de ideología cercana, el Partido Social Cristiano (PSC), y sus coqueteos con el correísmo provocaron que el presidente los acusara incluso de conspirar para apartarlo del poder.
La destitución de quien fuera la primera indígena al frente del Parlamento, Guadalupe Llori, militante de Pachakutik pero aliada del gobierno, debilitó aún más la posición de las filas oficialistas, que ya no saben si guardan lealtades en el hemiciclo a prueba de protestas. Así está Lasso hoy, entre la espada y la pared; entre las protestas en las calles y la embestida parlamentaria.
Pese a que se niega públicamente, Leónidas Iza, líder radical de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), y el expresidente Rafael Correa, prófugo de la Justicia tras ser condenado a ocho años de cárcel por corrupción, suman fuerzas para provocar la destitución de Lasso, quien muestra claros síntomas de debilidad.
Desde las oficinas gubernamentales se teme que líderes indígenas radicales busquen que la violencia aumente entre ambos bandos para resquebrajar las posiciones oficialistas, ya de por sí debilitadas. Los primeros contactos entre ambas partes naufragaron este viernes, tras los intentos de asalto a la Asamblea y la Contraloría, por lo que Lasso dio por acabado el acercamiento a Iza, promovido por la sociedad civil, y adelantó mano dura contra los violentos.
Uno de los principales obstáculos que sufre Lasso es que no le ha ido bien en el primer año de presidencia. Solo la lucha contra la pandemia es considerada un éxito en su gestión, pero las críticas se le acumulan en su despacho del Palacio de Carondelet. El gobierno está compuesto en su mayoría por técnicos empresariales, sin verdaderos operadores políticos tras la muerte por cáncer de César Monge, fundador del gubernamental Movimiento CREO y ministro de Gobierno.
“El país esperaba algo que Lasso no le puede dar: la construcción de un Estado fuerte. El gobierno ha apostado por el viejo estilo de los años 90 como si el Estado se gestionase como un banco, como una empresa privada, sin comprender el entramado complejo del tejido social. En ese sentido, Correa sí visibilizó la importancia de la gestión del Estado, tal vez en exceso, de una forma en la que él mismo llegó a ser el Estado: el Estado soy yo”, dice Leví.
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