En las primeras semanas de Elon Musk al frente de Twitter, los republicanos de alto perfil multiplicaron sus seguidores
Los cambios en el número de seguidores de políticos como Elizabeth Warren y Ted Cruz muestran que bajo el mando de Musk, la red social del pajarito empezó a transformarse
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WASHINGTON.- Los republicanos de alto perfil que integran el Congreso norteamericano sumaron decenas de miles de seguidores en Twitter durante las primeras semanas del reinado de Elon Musk en la red social del pajarito, mientras que las cuentas de sus colegas demócratas experimentaron una sangría muy pronunciada, según el relevamiento de datos realizado por el diario The Washington Post.
La senadora demócrata Elizabeth Warren, el representante demócrata Adam B. Schiff y el senador independiente Bernie Sanders perdieron unos 100.000 seguidores en las primeras tres semanas de Musk como propietario de Twitter, mientras que los representantes republicanos Marjorie Taylor Greene y Jim Jordan sumaron más de 300.000 seguidores cada uno.
Las razones exactas de las variaciones del número de seguidores son difíciles de determinar, y las cuentas suelen verse afectadas por el cierre masivo de cuentas robot que hace regularmente Twitter. Además, no todos los que siguen a un político en particular son sus partidarios.
De todos modos, el patrón de las últimas semanas sugiere que decenas de miles de progresistas habrían abandonado Twitter, mientras que los conservadores se van sumando o se han vuelto más activos, modificando la composición demográfica de la red social desde que Musk está al mando. Esos cambios están en línea con una tendencia que arrancó ya en Abril, cuando Musk anunció su intención de comprar la compañía.
En promedio, los republicanos sumaron 8000 seguidores y los demócratas perdieron 4000. Las cifras surgen del análisis de los datos relevados por la herramienta ProPublica’s Represent, que lleva registro de la actividad de los congresistas en Twitter.
Ni Musk ni la empresa Twitter respondieron a la solicitud de comentarios.
Elon Musk compró Twitter el mes pasado por la friolera de 44.000 millones de dólares, prometiendo imbuir la red social con su visión absolutista de la libertad de expresión. El mismo día que asumió al frente de la empresa, Musk dijo que Twitter no se convertiría “en un infierno donde todo está permitido y cualquiera puede decir cualquier cosa sin consecuencias”. Pero los usuarios inmediatamente empezaron a poner a prueba los límites del sitio bajo el nuevo dueño, desatando un breve furor de discursos de odio en la red social.
Desde entonces, Musk lanzó y después canceló la membresía Twitter Blue Verfied, que por 8 dólares mensuales coloca una marca de “chequeada” junto a cada cuenta de cada subscripto. La medida desató una explosión de cuentas falsas. Musk también despidió a la mitad del plantel de la empresa, y les dijo al resto de los empleados que se comprometieran a trabajar muchas horas o abandonaran la compañía. Esos recortes redujeron significativamente la dotación de personal que se ocupa de patrullar el sitio.
En base a una encuesta poco representativa y sin fundamento estadístico realizada entre los usuarios de Twitter, Musk también les devolvió sus cuentas a varios grandes infractores de las reglas de la red social, incluido el expresidente Donald Trump. El jueves, después de una encuesta similar, Musk dijo que quería conceder una “amnistía general” a todas las cuentas cerradas que no habían enviado spam o infringido la ley.
Y los anunciantes también escapan en desbandada, poniendo en duda la capacidad de Twitter para generar dinero. En las últimas dos semanas, más del 30% de los principales 100 anunciantes de Twitter no publicitaron sus bienes y servicios en la red social, según se desprende del análisis de The Washington Post.
Musk dice ser políticamente moderado, pero se ha manifestado de acuerdo con las figuras de la derecha que acusan a la gestión anterior de Twitter de estar sesgada en contra de los conservadores. Un día antes de las elecciones legislativas de principios de noviembre, Musk llamó a sus seguidores a votar por los republicanos, rompiendo con la tradición de las redes sociales, cuyos CEOs nunca dan su apoyo explícito a ningún partido.
Hace años que los conservadores y derechistas acusan a Twitter de censura, sin nunca presentar pruebas, y muchos de ellos celebraron la llegada de Musk, que consideran una buena razón para retornar a la red social.
El día que se concretó la compra de la empresa, los miembros republicanos del Congreso vieron de inmediato que su número de seguidores se disparaba astronómicamente. Greene sumó unos 37.000 seguidores, al igual que Jordan, que entonces presidía el sub-bloque parlamentario ultraderechista Freedom Caucus. Y ese mismo día se desplomó el número de seguidores de los legisladores demócratas: Warren perdió casi 19.000, y Schiff unos 13.000.
Esa tendencia siguió durante días: los máximos dirigentes republicanos sumaban miles de seguidores, mientras los demócratas perdían otros tantos.
Y lo mismo ocurrió el 19 de noviembre, cuando Musk anunció que reactivaría la cuenta de Trump, tras haber convocado a una encuesta en Twitter donde cualquier seguidor podía votar a favor o en contra. Solo ese día, Greene cosechó 45.000 seguidores adicionales, mientras que Warren y Bernie Sanders perdieron más de 22.000 cada uno. En los últimos 30 días, Greene sumó 330.000 seguidores nuevos, un incremento del 28%, mientras que Jordan sumó 290.000, un aumento de casi el 10% respecto de su número de seguidores previo.
Por Gerrit De Vynck, Jeremy B. Merrill y Luis Melgar
Traducción de Jaime Arrambide
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