En las ciudades israelíes, pánico, carrera hacia los refugios y rezos en los estacionamientos: “Nunca había vivido algo así”
Habitantes de Tel Aviv, Jerusalén y otras localidades contaron cómo vivieron el ataque aéreo iraní
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TEL AVIV.- En vísperas de Rosh Hashanah, el año nuevo judío, las calles de Tel Aviv se sumieron por un momento en un silencio inquietante. Los ciudadanos israelíes aguardaban un ataque con misiles por parte de Irán, el segundo en aproximadamente seis meses. Recientemente, el Ejército israelí recomendó a los residentes del área metropolitana de Tel Aviv mantenerse cerca de refugios seguros y evitar desplazamientos o actividades al aire libre que no sean esenciales.
Cuando las sirenas empezaron a sonar, en Jerusalén cientos de personas que se encontraban en la estación central de ómnibus, en la parte occidental de la ciudad, se refugiaron en el estacionamiento subterráneo, obedeciendo las instrucciones del ejército. Algunos empezaron a leer los salmos. Otros consultaban sus celulares, mientras afuera retumbaban las explosiones provocadas por la intercepción de los proyectiles por parte de la defensa antiaérea israelí.
En la superficie, la oscuridad del cielo quedaba iluminada por las estelas luminosas que avanzaban de este a oeste, puntuadas por unos estallidos que resonaban en toda la Ciudad Santa.
“Se escuchan explosiones distantes en los cielos de Jerusalén. No está claro de dónde provienen los estallidos”, anunciaba alrededor de las 19.30 (hora local) Aaron Boxerman, corresponsal de The New York Times en Jerusalén. “Aquí en Jerusalén, escuchamos una tercera ronda de sirenas y explosiones aéreas, posiblemente indicando la intercepción de misiles por parte del sistema de defensa aérea de Israel”, agregó el periodista Patrick Kingsley.
En otras zonas de la ciudad, los niños lloraban. “Nosotros podemos relativizar pero los niños no lo entienden bien”, dijo un hombre que prefirió no identificarse.
“Lo que viví hoy nunca lo había experimentado. Durante todo el día el ambiente estuvo cargado de tensión. Se escuchaban rumores de un ataque inminente, pero en el fondo pensé que sería una amenaza más como tantas otras. A las 19.30 estaba en mi casa hablando por teléfono con un conocido de Buenos Aires y de repente sonó la primera sirena y con el corazón en la boca le dije que no podía seguir hablando”, dijo a La NACION Sasha Margot, una influencer argentina que reside en Tel Aviv hace dos años.
“El sonido de las alarmas no implica solo correr al búnker, sino que es prepararse mentalmente para una angustia incontrolable. No pude contener el llanto, tirada en el piso abajo del escritorio mientras escuchaba las explosiones”, relató Margot. “Luego las fuerzas nos permitieron salir, pero nos recomendaron no alejarnos de casa, en caso de cualquier otro ataque. Estamos viviendo con constante temor. Nuestra tranquilidad está muy frágil”, afirmó.
“Es impresionante porque nunca lanzan ataques a todo el país. Usualmente cuando suenan las sirenas, sabemos que debemos ir al refugio, tenemos determinada cantidad de tiempo según cuán lejos estamos de la frontera, y después de mantenernos 15 minutos aproximadamente en el refugio, podemos salir”, dijo a LA NACION Martina, una joven argentina de 25 años que reside en Tel Aviv. “Pero esta vez fue diferente, porque anunciaron que deberíamos quedarnos dentro de los refugios hasta el próximo anuncio, que tardó casi una hora en llegar”, agregó.
“Sentí una serie de grandes explosiones cerca de mi casa en el norte de Tel Aviv, no muy lejos de la sede del Mossad, la agencia de inteligencia exterior, y de la Unidad 8200, la agencia de inteligencia de señales y cibernética. Toda la casa temblaba”, reportó Ronen Bergman a The New York Times.
Luego de varios minutos, la situación comenzó a normalizarse, frente a una sociedad que se encuentra habituada a naturalizar ciertas costumbres (como acudir a un refugio) debido a la coyuntura de guerra constante en la que viven.
Padres con sus hijos pequeños en cochecitos, paseadores de perros y pasajeros que esperaban el colectivo empezaron a salir poco a poco el martes por la noche después de que cesaron las sirenas.
Esta parte del oeste de Jerusalén rara vez escucha sirenas repetidas, pero Rivka Hovav, de 29 años, dijo a The Washington Post que no se había alarmado demasiado. “Somos israelíes y por ahora, estamos bien”, dijo Hovav mientras esperaba el colectivo. “Estamos acostumbrados. Esperamos ganar en esta guerra”. Comentó que probablemente llamen a su hermano, quien está en las Fuerzas de Defensa de Israel, para ir al norte. “Esperamos que esté bien”, dijo Hovav.
A las 23, los deliverys y supermercados que suelen tener jornada de 24 horas permanecían cerrados en Tel Aviv; quizás también producto de la hora, prácticamente no había gente circulando.
“Pero esta vez la sensación fue distinta, no queríamos salir del búnker. Ahora salimos para cocinar algo y estamos analizando la posibilidad de dormir ahí adentro. Esperemos que no sea necesario”, dijo a LA NACION Axel, un argentino que vive en Tel Aviv.
Todos los civiles israelíes están en refugios antiaéreos mientras se lanzan cohetes desde Irán hacia Israel. pic.twitter.com/D6x9nbl0CJ
— FDI (@FDIonline) October 1, 2024
A partir de mañana probablemente se empiecen a visibilizar los destrozos causados en múltiples edificios e instalaciones en Israel, debido fundamentalmente a la caída de los restos de los misiles. Un video verificado por The New York Times muestra un cráter dentro de los terrenos de la escuela primaria Shalhavot Chabad en Gedera. Las ventanas y la fachada del edificio escolar junto al sitio de impacto fueron destruidas.
LA NACION y agencia AFP
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