En las calles de Irán se hace sentir el peso de las sanciones
La economía doméstica sufre la presión de EE.UU.; de todas formas crece el apoyo a Rohani
Desde Occidente es difícil imaginar el estallido de alegría que hubo en las calles de Irán el 2 de abril de 2015 cuando el presidente Hasan Rohani anunció que luego de 12 años de negociaciones había llegado a un acuerdo con las grandes potencias para levantar las sanciones que asfixiaban al país. Hubo bailes espontáneos en las calles, bocinazos, la gente se reunía para cantar la popular canción iraní "El invierno se terminó". En los bares los televisores transmitían el discurso de Barack Obama y muchos agitaban casi con desprecio los billetes de un dólar ante el previsible resurgimiento económico y la revalorización del rial local.
Es todo lo opuesto de las imágenes que se recogen estos días en las calles de Teherán, un año después de la salida norteamericana del Acuerdo Nuclear y la reimposición de sanciones. "Obviamente, con estas medidas Estados Unidos apuntó a la gente común y corriente. Los límites a la importación de medicamentos, por ejemplo, están golpeando muy duro la salud de la población, y hay mucha gente que muere por falta de remedios", explicó vía telefónica el profesor Mohammad Marandi, analista político y académico de la Universidad de Teherán.
El rial iraní cayó en picada. El año pasado para comprar un dólar se necesitaban 40.000 riales y ahora no se consigue por menos de 140.000 riales en el mercado negro. Se estima que el desempleo ronda el 25%. Los precios suben a pasos agigantados. Para este año el FMI pronostica una inflación del 37,6%, pero alimentos, bebidas y tabaco ya aumentaron un 85% respecto del mismo mes del año pasado.
Sin embargo, al mismo tiempo, en las calles de Irán se percibe el cambio de clima que trajo el viraje en las alianzas económicas estratégicas realizado por el presidente Rohani para sobrellevar la crisis.
Con el retorno de las sanciones norteamericanas hace un año, para evitar multas en sus negocios en Estados Unidos, se fueron de Irán muchas empresas europeas que habían empezado a instalarse en 2015. Cerraron sus puertas o redujeron su presencia al mínimo las automotrices francesas Renault y PSA (fabricante de Peugeot, Citroën y DS), la petroquímica francesa Total y la alemana Siemens.
Pero la retirada occidental dio pie para el desembarco paulatino de compañías chinas. En las rutas iraníes ya no se ven tantos Renault ni Peugeot, y crece la cantidad de vehículos de las "Cuatro grandes" compañías chinas (SAIC, Donfeng, FAW y Changan). "China se convirtió en el principal socio comercial de Irán. En la medida en que el gobierno vio que no podía confiar en Europa, puso su mirada en Asia. Incluso hasta hace algunos años muchos jóvenes iraníes soñaban con irse a estudiar a Estados Unidos o Europa. Ahora el sueño es China", explicó el profesor Marandi.
Y si las sanciones norteamericanas y la salida de empresas europeas no tuvieron aún el resultado del torniquete mortal que Donald Trump quería aplicar sobre la economía y el régimen de los ayatollahs, fue también porque el sector privado iraní es muy pequeño. La gran mayoría de la fuerza laboral está absorbida por áreas de gobierno y compañías estatales. Y el 80% de los ingresos por exportaciones proviene del petróleo.
"El gobierno gastó mucho dinero de sus reservas para aliviar el impacto de la crisis sobre la gente", explicó a la nacion el profesor Nicola Pedde, director del Instituto de Estudios Globales, con sede en Roma y especializado en Medio Oriente, quien viaja mensualmente a Teherán.
"Creo que el verdadero impacto del nuevo incremento de las sanciones norteamericanas lo vamos a sentir en algunos meses. Hay mucho temor especialmente en el mercado petrolero. Irán está produciendo hoy 1,7 millones de barriles por día, el nivel más bajo de los últimos cinco años. Y las expectativas son que caerá aún más a unos 600.000 barriles diarios. Si usted considera que unos 200.000 barriles van en compensaciones a China, la cantidad de petróleo que se comercializará en el mercado va a ser mínima", dijo Pedde.
De todas maneras, los analistas coinciden en que el apoyo al presidente Rohani en realidad aumentó entre la población en los últimos días. Miles de personas salieron espontáneamente a las calles la semana pasada al finalizar la oración islámica del viernes, para respaldar a Rohani al grito de "Muerte a Estados Unidos" y "Muerte a Israel".
"Cuando Trump reimpuso las sanciones el año pasado, la oposición le recriminaba a Rohani: 'Te dijimos que iba a pasar esto'. Y recordaba que el propio líder Ali Khamenei advirtió que se iban a arrepentir de firmar el acuerdo. Pero ahora Rohani tomó un discurso más duro, utiliza un lenguaje firme y está recuperando apoyo", explicó el profesor Marandi.
Lo cierto es que en las próximas semanas el presidente transitará la delgada línea que separa la diplomacia del conflicto armado, con un portaaviones norteamericano y un escuadrón de bombarderos B-52 en las aguas del Golfo Pérsico.
"La única carta que puede jugar Rohani es la de la diplomacia, resistiendo hasta el final del mandato de Trump o, al menos, hasta ver qué sucede en las elecciones parlamentarias europeas de este mes y la conformación de la nueva política exterior europea", señaló el profesor Pedde.
"Cualquier intento de Teherán de cumplir su amenaza de bloquear el estratégico Estrecho de Ormuz, la principal arteria petrolera del mundo, va a tener un efecto militar catastrófico. Rohani lo sabe. Así que no debe jugar la carta de la guerra", concluyó el experto italiano.
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