En la última despedida de Fidel Castro, Raúl sólo dedicó tres palabras al futuro: “¡Sí se podrá!”
El presidente cubano compareció en el último acto de masas, antes del entierro “sencillo” de los restos de su hermano
Raúl Castro se ha enfrentado a una de sus noches políticas más trascendentales, ya sin la alargada sombra de su hermano pero fortalecido gracias a ella. Y lo hecho para hablar una vez más del pasado y obviar el futuro, al que sólo dedicó tres palabras: “¡Sí se podrá!”.
El presidente cubano compareció en el último acto de masas, antes del entierro “sencillo” de los restos de su hermano mañana domingo, convertido ya en el único jefe de las Fuerzas Armadas y públicamente saludado como General de Ejército, que le otorga la nomenclatura cubana en los medios públicos para distinguirle del Comandante en Jefe Fidel Castro. Cargo oficial principal, por delante de los otros: la secretaría general del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC) y las presidencias del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros.
“Juramos defender la patria y el socialismo”, clamó Raúl en Santiago de Cuba, apoyado por la “convicción patriótica, disciplina y madurez” del pueblo cubano y por el “juramento de fidelidad al concepto de revolución”, expuesto por Fidel el Primero de mayo del año 2000. “Millones de compatriotas estamparon sus firmas en respaldo de la revolución, fieles continuadores de los ideales del líder de la revolución”, añadió Raúl.
El General de Ejército recorrió los “sí se pudo” en la historia de su hermano y de la propia revolución cubana, comenzando por el asalto al cuartel santiaguero de Moncada y el desembarco del Granma para continuar con la victoria sobre Fulgencio Batista, el fracasado desembarco en Playa Girón, la lucha contra el analfabetismo, la proclamación del carácter socialista de la Revolución “a 90 millas del Imperio”, la crisis de los Misiles o la guerra de Angola.
Nicolás Maduro volvió a ocupar el lugar más destacado junto a Raúl, que huyendo de la retórica maratónica que tan poco le gusta solventó su discurso más importante en 30 minutos. El presidente bolivariano regresó a Cuba pese a la conmoción general que vive su país, con dificultades para acceder a dinero en efectivo y con los puntos de venta para pagar con tarjetas de crédito y débito colapsados.
Muy cerca de ellos, los expresidentes brasileños Lula da Silva y Dilma Rousseff, que no estuvieron el martes en La Habana, pero que sí se desplazaron hasta la tierra de Fidel. También repitieron el boliviano Evo Morales y el nicaragüense Daniel Ortega.
Y frente a ellos, el “aguerrido pueblo santiaguero, las provincias orientales y Camagüey”. Todo automatizado, las banderas moviéndose al son que marcaba la televisión. Santiago incluso mejoró a La Habana.
El hermano de Fidel anunció que la Asamblea Nacional del Poder Popular legislará para que no se produzca “manifestaciones de culto a la personalidad. (Fidel) no quiere que su nombre sea utilizado para calles, plazas ni monumentos, bustos estatuas o otras formas de tributo”.
Raúl no habló del futuro, sabedor de los nubarrones económicos que de nuevo acechan a su país. Pero hizo especial hincapié en cómo Cuba solventó el Periodo Especial tras la desaparición de la URSS, que su hermano predijo en el 89. En los 90, el PIB cubano cayó un 34,8, “sufrimos apagones de hasta 20 horas diarias y se paralizó buena parte de la industria y el transporte público”, reconoció el presidente. “Pocos en el mundo apostaban por nuestra capacidad de resistir y vencer ante el reforzado cerco enemigo”, recordó Raúl, dejando claro que así seguirá siendo mañana.
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