En la Argentina el impacto será casi nulo
Por José Siaba Serrate Para LA NACION
El euro ya es una realidad en Europa. Por eso, vale preguntarse: ¿cuál es el impacto del lanzamiento de la moneda física sobre la Argentina? La respuesta es sencilla: ninguno de significación.
Nada desde ya comparable con el fuerte influjo que sí generó la anticipación del euro.
Esto es , avanzada la segunda mitad de los 90, el proceso de convergencia de tasas que forzó a multitud de medianos inversores europeos (con clara preeminencia de italianos y, en menor medida, españoles) a buscar altos rendimientos en bonos de la Argentina para compensar la caída vertical de intereses domésticos.
Pero hablamos de historia. Reciente, pero historia. No es que la diferencia de tasas se haya agotado, sino, como bien sabemos, que la Argentina ha entrado en liso y llano default de sus obligaciones.
Con la presunción del default, el flujo de capitales cambió de signo. De entrar en cantidad a salir a borbotones.
Nacido el 1° de enero de 1999 como moneda exclusivamente escritural, el euro debió aguardar tres años para corporizarse en billetes y monedas tangibles.
La algarabía con la que se lo recibió en 1999 -una fanfarria de fuerte apreciación frente al dólar y grandes subas en las bolsas europeas- deja una enseñanza útil para el 2002.
El destino del euro poco tuvo que ver con aquellos fuegos artificiales (de hecho, la divisa retrocedió frente al dólar casi el 25% desde su inicial presentación) y nada hace presumir que la simpatía con que se consagra su bautismo físico en las calles (y los cajeros) de doce países europeos encierre ningún presagio trascendental para la arquitectura monetaria internacional.
De hecho, el impacto económico más relevante derivado de la introducción de la moneda común -la convergencia de tasas de interés a lo largo y a lo ancho de la zona del euro- ya se había desplegado en plenitud antes de que las paridades cambiarias se fijaran irrevocablemente a fines de 1998.
Así fue como países de la "periferia" europea como España, Italia y Portugal dejaron de lado las elevadas tasas de interés -con frecuencia de dos dígitos moderados- que regían en sus áreas de influencia para pasar a gravitar en línea con las bajísimas tasas de interés de Alemania.
Así, visto en perspectiva, el euro tendrá pocos efectos en la Argentina. Eso sí, le servirá a los turistas, sobre todo a los que aborrecen el uso de la tarjeta de crédito y la moneda electrónica de pago, que observarán un sustancial ahorro en las comisiones de cambio. Y el argentino atesorador de divisas también encontrará en el euro tangible un objeto más con el cual saciar su inseguridad.
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