En India, la crisis se nota hasta en las pequeñas cosas
La economía se desacelera y hace estragos en la vida cotidiana
NUEVA DELHI.– Cuando hasta los artistas se convierten en economistas es momento de preocuparse. Sucede a Santiniketan, ciudad universitaria en medio del campo, a tres horas de Calcuta, en Bengala Occidental.
La Universidad Vishva Bharati de Bellas Artes, fundada por el premio Nobel de literatura Rabindranath Tagore y famosa en toda India, recibe cada año a aspirantes a pintores, escultores y artistas de toda inclinación. El punto de encuentro por excelencia del grupo de estudiantes, desafiando el calor de esta época, que alcanza los 48 grados, es el quiosco de té de Nabadwip, el peor té de la ciudad pero el más conveniente: sólo tres rupias.
"¿Oíste que la rupia bajó a 60 respecto del dólar?" preguntó Sajad, un pintor de Cachemira, región noroccidental de India. En lugar de pasar la tarde discutiendo de literatura o de los proyectos para las próximas exposiciones, como era común en esta zona artística, la preocupación es económica.
Y no les faltan razones. El crecimiento del país fue de 5,3% en el primer trimestre de 2012, menos del 6% previsto para ese período y lejos del casi 10% que llegó a tener durante muchos años de la década pasada, y que hizo ver en India a una naciente superpotencia económica.
La barrera "de los 60", que se refiere a 60 rupias por un dólar, es considerada el punto de no retorno de la crisis económica india. Y la moneda, en las últimas dos semanas, cada día abre de forma desastrosa. El 31 de mayo, por ejemplo, los medios de comunicación despertaron las alarmas: "56,6 rupias por un dólar, alguien debe hacer algo".
Sajad explica, con conocimientos recientemente adquiridos, que mientras más débil sea la rupia frente al dólar, más subirán los precios de las importaciones tecnológicas y de otros gadgets electrónicos que tanto gustan a la clase media india: computadoras, televisores, teléfonos, e incluso, ahora que realmente hace calor: aires acondicionados.
Hoy, el que quiere quitarse el antojo tecnológico prefiere esperar a un repunte de la economía india. Con una moneda débil, podría reiniciar con más fuerza su máquina exportadora, esperando por supuesto la salida de la crisis de los grandes compradores mundiales de Europa, Estados Unidos y Medio Oriente.
Por el momento, India sufre los efectos colaterales del endeudamiento europeo. Delhi, en un esfuerzo por frenar el impacto, anunció un aumento en el precio de la gasolina de siete rupias por litro.
Poco después de la declaración del ministro de Finanzas Pranab Mukherjee –el hombre responsable por sacar a la segunda potencia económica de Asia del abismo– llovieron las críticas por parte de la oposición.
Las fuerzas opositoras, el conservador Bharatiya Janata Party y el Frente de Izquierda encabezaron una huelga el jueves pasado que paralizó gran parte de la actividad en las frenéticas ciudades del subcontinente, incluyendo Delhi y Bombay.
Sube el arroz
En un país donde casi la totalidad de las mercancías transportadas se mueven por rutas, un recargo adicional en el combustible está destinado a reflejarse en los precios de los bienes de consumo diarios. En las ciudades, el precio de los productos aumentó considerablemente. El arroz y las verduras aumentaron 10% en un mes. La electricidad, la nafta y productos personales como ropa subieron 12%.
Las estimaciones de crecimiento para los próximos dos años son de 6%, una cifra para nada alta en este país emergente, donde, pese a todas las mejorías, una gran parte de la población sigue siendo pobre.
Pero más allá de las cifras oficiales e independientes, el verdadero termómetro de la crisis se manifiesta en el día a día de los indios. En el mercado, frente a kilos de verduras, las señoras de Santiniketan inician todas las mañanas largos procesos de regateo con los vendedores locales.
La antigua práctica del regateo es una de las pocas actividades permitidas a las mujeres de la sociedad rural de Bengala Occidental. Y con el esfuerzo con que hoy ejercen este arte se nota que hay una preocupación adicional al simple hecho de reducir un precio.
Entre papas, tomates y berenjenas aprenden a modificar la lista de mercado dependiendo de los precios, y siguiendo los consejos de los mejores analistas económicos del país. En este período, por ejemplo, es mejor comprar más papas y repollos, porque cuestan menos y duran más con el calor, en lugar de comprar tomates, que vienen de lejos y cuestan más.
El arroz sólo aumentó una rupia el kilo, quizá pensando en la cantidad que se consume en India, especialmente en Bengala, donde desde el desayuno hasta la cena se come bhat (arroz en bengalí). Es tan importante que cuando se le pregunta a alguien si ha comido, se pregunta si ha comido arroz: "Bhat kecho?" Para ahorrar, muchos decidieron saltear los intermediarios y van directamente a comprarlo al productor. Pero esto sólo es posible si se vive en una zona rural.
Por si no fuera suficiente, el país no solo está en medio de la crisis global y se ve afectado por las oscilaciones del precio del petróleo de Medio Oriente: ahora se acerca la temporada de monzones. El efecto que tengan sobre las cosechas, incluso más que la política económica, será decisivo para la vida de los indios en los próximos meses.
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