En un gesto de aprecio, el Papa celebró el funeral de su embajador en la Argentina
ROMA.- En un gesto de especial aprecio, el papa Francisco celebró hoy en la Basílica de San Pedro el funeral solemne de monseñor León Kalenga Badikebele, nuncio apostólico en la Argentina, oriundo de la República Democrática del Congo, quien murió el miércoles pasado en esta capital, a los 62 años, por un cáncer fulminante.
En una homilía breve y profunda Francisco, quien en marzo de 2018 había designado a Kalenga, un veterano diplomático, como embajador en su madre patria, habló del momento de la despedida. "Confiamos a nuestro hermano en las manos de Dios, que son las manos más hermosas, plagadas de amor", dijo.
El Papa se refirió a Kalenga, primer nuncio africano del país, sucesor en Buenos Aires del suizo Paul Emile Tscherrig, aludiendo a la figura del pastor. Recordó al apóstol Pablo en Mileto, cuando frente a los ancianos de Éfeso se despide con lágrimas y cómo la comunidad, antes de que suba al barco, le da muestras de afecto. "El pastor se despide y muestra que su vida es una vida de obediencia a Dios", evocó.
Ante cardenales y obispos de la curia, un centenar de nuncios de todo el mundo presentes en Roma para una reunión trienal; sacerdotes y diplomáticos -estuvieron el embajador argentino ante la Santa Sede, Rogelio Pfirter, y su esposa-, el Papa destacó que la vida del pastor es testimonio. "El pastor también se despide con un testimonio de desprendimiento, está acostumbrado a no estar apegado a los bienes de este mundo, a no estar apegado a la mundanalidad", afirmó.
"El Pastor deja una comunidad adulta en la fe y los anima a seguir adelante y les señala el camino para defenderse de los lobos rapaces: como hermano y padre, el pastor se despide con la profecía: 'Tened cuidado, porque después de mi partida vendrán entre vosotros lobos rapaces. Señala el camino, cómo defenderse sin el pastor", siguió.
"Esta es la despedida del pastor a los lugares donde sirvió y, quizás, nuestro hermano León nos dirá y le dirá a su pueblo, a su pueblo de la Argentina, de El Salvador, de todos los lugares donde estuvo: ahora los encomiendo a Dios", subrayó.
Francisco evocó, finalmente, la despedida de Jesús, "que es una despedida con esperanza: 'voy a prepararles un lugar'". Y aludió a una enseñanza que aprendió en el noviciado de los jesuitas. "'Toda vida es un camino para aprender a morir'. Aunque a mí me gusta decir que la vida nos enseña a despedirnos", matizó. "Hay que aprender a despedirse, como se despiden los pastores, como Jesús, como Pablo, como tantos, como León, todos se despiden. También nosotros podemos aprender: dar pasos para despedirnos, pequeñas despedidas de cambio de misión y la gran despedida del final", añadió. "Que el Señor dé a todos nosotros esta gracia: aprender a despedirnos, que es una gracia del Señor", concluyó.
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